Sevilla

Y por fin la Gavidia

Antigua comisaría de la Gavidia, ubicada en el centro de Sevilla
Antigua comisaría de la Gavidia, ubicada en el centro de Sevillalarazon

Era viernes con un sol de mayo. Estaba metido en mi lectura de los periódicos del día –ese acto que siempre ha sido algo importante en mi vida cotidiana se va volviendo con el tiempo en algo fundamental, en una especie de aquello de «si no hay Casera me voy»–. Pues bien, me informo de los nuevos proyectos para el edificio de la Gavidia de Sevilla, que incluyen en un mismo lote la comisaría y el antiguo convento de San Hermenegildo –no acabo de entender por qué dos edificios tan alejados en época y uso tienen que ir de la mano–. De entre las cuatro propuestas que se ofrecen, solo una no habla del tema económico. Las restantes ofrecen desde 10 a 20 millones de euros, más la restauración de San Hermenegildo, incluso mejoras en la plaza de la Concordia. Las empresas que ofrecen dinero y proyectos claros pretenden sacar rendimiento a su inversión. A mí me da seguridad el que pretende ganar dinero lícitamente. Luego viene el cuarto proyecto, que es el que avalan Participa Sevilla –Podemos y amigos– e Izquierda Unida. Esto ya me gusta menos porque, suponiéndole a la propuesta del colectivo «Entre adoquines» las mejores intenciones –como a sus avalistas–, la experiencia nos dice que estos grupos tienen un sentido digamos áurico del dinero. Como principio, ellos abominan del beneficio, del capitalismo, incluso del empresario, y ése es el principio de la ruina. La intervención económica del Ayuntamiento de Madrid es un claro y reciente ejemplo. Todo lo financiero es muy bonito con ribetes de cuento de la lechera. En principio, el edificio albergaría un centro de investigación social, algo que en principio me deja sin saber qué es exactamente, porque las otras propuestas me hablan de hoteles y centros deportivos con unos costes económicos que tratarán de conseguir con créditos bancarios. En el caso de «Entre adoquines», no se habla del banco en principio, no sé si por alergia a los mismos o porque tienen la suficiente inteligencia para conocer las pocas posibilidades que tienen de conseguir los cerca de 10 millones de euros que serían necesarios para su proyecto, y más en estos tiempos porque las alegrías bancarias han terminado. Pero también aportan el cómo y el cuándo de los dineros: empezar las obras con fondos europeos y con el alquiler de las oficinas que se vayan alquilando, según vaya avanzado la restauración. Se observa que este proyecto, si fuese el escogido, puede ir para largo. Vamos, que a mí me coge en el tanatorio. El final previsible sería que el centro de investigación social, después de muchas demoras, lo tuviese que pagar el ayuntamiento con el dinero de todos. Cualquier proyecto que no se enfoque desde la óptica empresarial tiene complicada salida. Voy a volver a recordar las Atarazanas. Llevamos años con continuas demoras, cientos de reuniones entre administraciones y otros cientos de palos en las ruedas en forma de distintos requerimientos. Recuerdo cuando todo estaba dispuesto para que CaixaBank empezara el CaixaForum y se torpedeó. Gracias al empuje de la gran empresa se rehizo el proyecto, se buscó nueva ubicación y, tras dos años de obras, se abrió hace meses con unas prestaciones óptimas. Las Atarazanas allí siguen igual. Bueno igual no, más abandonadas y deterioradas, y mucho me temo que, como no se haga algo como la Expo’92 para festejar el 50 aniversario de la misma, al tiempo que encuentren un Jacinto Pellón capaz de terminar las obras a tiempo, los sevillanos y los millones de visitantes jamás veremos las Reales Atarazanas restauradas y abiertas a la contemplación del público. La pregunta es ¿qué es mejor, respetar hasta la más pequeña piedra original, que posiblemente se encuentre en unas letrinas del antiguo cuartel, aunque esto demore la restauración, o que respetando todo el original se pueda abrir la mano en cosas no fundamentales para que por fin las Atarazanas se puedan convertir en uno de los grandes atractivos de una ciudad? Porque podemos llegar al despropósito de que, efectivamente, el edificio quede en su más estricta virginidad, pero sin que pueda ser contemplado por nadie. En cuanto a la Gavidia, miremos dónde estamos: un edificio ruinoso, parchoteado de vallas, andamios y suciedad desde hace más de 20 años. Por tanto, cualquier proyecto que se elija será infinitamente mejor que la cochambre actual.