Joyería

Antonio Zúñiga, un orfebre que lleva medio siglo salvando y creando joyas y patrimonio

Este artesano de Valladolid, uno de los pocos que quedan en España, anima a los jóvenes a formarse en estos oficios que ofrecen todo tipo de posibilidades a cualquier emprendedor

Antonio Zuñiga en su taller de orfebrería y joyería en su tienda en la céntrica calle Santa María de Valladolid
Antonio Zuñiga en su taller de orfebrería y joyería en su tienda en la céntrica calle Santa María de Valladolidlarazon

Este artesano de Valladolid, uno de los pocos que quedan en España, anima a los jóvenes a formarse en estos oficios que ofrecen todo tipo de posibilidades a cualquier emprendedor.

Antonio Zúñiga es uno de los pocos orfebres que quedan en España. Sus maravillosas manos llevan medio siglo salvando y creando joyas y patrimonio en Valladolid. A sus 75 años tiene el espíritu joven y las ganas del primer día para seguir disfrutando con su oficio.

Por este motivo pasa muchas horas al día en su taller, de la céntrica calle vallisoletana Santa María, 19, arreglando y elaborando nuevas piezas con el fin de atraer y mantener al mayor número de clientes, «en un época complicada, ya no sólo por la crisis, sino también por la delincuencia que vivimos, que a los joyeros nos hace, incluso, más daño que las dificultades económicas».

Además, Antonio Zúñiga ve con pena los numerosos establecimientos que hay cerrados en los cascos históricos de las ciudades. Al respecto, indica a LA RAZÓN que «nosotros cuando éramos jóvenes luchábamos por situarnos lo más cerca del centro que podíamos, y ahora ves que esas tiendas están cerradas».

También lamenta que pese a la crisis y el paro que hay, los jóvenes «siguen decantándose por estudiar una carrera universitaria, en vez de aprender una profesión». Por ello les anima a «formarse en un oficio», ya que «les ofrece todo tipo de posibilidades».

Y es que, según explica la palabra emprendedor, que tan de moda está en estos momentos, «implica algo más que montar un pequeño comercio, una pequeña industria con créditos bajos y subvenciones». «No me parece mal que cojan ese dinero», añade, «pero «¿cuánto tiempo duran abiertos y funcionando?». En este sentido, recuerda como cuando era joven pese a que los créditos eran muy altos y el dinero muy poco, los emprendedores de su época lo primero que hacían era aprender un oficio sin cobrar un duro y después montar su negocio, «con mucho esfuerzo de ellos y de sus familias».

Sobre el futuro del pequeño comercio, Antonio Zúñiga pide a los políticos que «no nos engañen». «Ahora quieren contar con nosotros», subraya, «cuando fueron ellos, ya estuvieran en el poder o en la oposición, los que apostaron por las grandes superficies, regalándoles terrenos y haciéndoles autovías. Que vean que nos nos chupamos el dedo», reitera.

Pese a ello el orfebre vallisoletano se prefiere quedar con las cosas buenas, que son esos reconocimientos de sus clientes y la responsabilidad que le conceden por poder restaurar esas joyas, principalmente de carácter religioso, que después se muestran en iglesias de todo el mundo, en las exposiciones de «Las Edades del Hombre» o las que se quedan en la intimidad de muchos conventos de monjas.