Historia
Predicar con el ejemplo
Más al norte de nuestra península, hace más de V siglos, nació un hombre de esos que marca el curso de la historia, de los que deja precedente en la importancia de la integridad humana. Entre las convulsas nieblas londinenses que envolvían los amores y desamores del rey Enrique VIII, Santo Tomás Moro dejo constancia de que vivir y morir con ideales no es sino vivir –con mayúsculas-.
El día 6 de julio se conmemora la muerte de este santo, del que con los tiempos que corren, a parte de encomendarnos, deberíamos tomar ejemplo. Seguir el modelo de decir lo que realmente se piensa, siempre con la educación propia de los grandes hombres, pero con la claridad que dan los ideales y principios firmes y sólidos. Así en este cisma sociopolítico que hoy vivimos, en esta crisis de valores, en esta crisis económica; entre esta bruma social en la que nos encontramos, ser cada uno ejemplo de rectitud y honradez, la misma que reclamamos fervientemente a nuestros gobernantes.
Los desmanes que ahora salen a la luz –Ere Andalucía, Gürtel, Bárcenas etc- no son más que el esperpento sobredimensionado de lo que muchos españoles hicieron durante la época de bonanza. Y si de verdad queremos atajar esta grotesco libertinaje deberemos ser cada uno de nosotros, como sociedad, los que demos el ejemplo que reclamamos a muchos de nuestros políticos. Unos políticos a los que solo se puede pedir ya, que no obstaculicen la justicia que tanto defienden.
Porque como dijera Albert Einstein, «dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única».
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