Conflictos laborales

Sabor agridulce entre los trabajadores tras la compra de Dulciora por Damel Group

Satisfacción porque se evita el cierre y pesar al garantizarse sólo algo más de la mitad del empleo

La Razón
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Satisfacción porque se evita el cierre y pesar al garantizarse sólo algo más de la mitad del empleo.

Final agridulce a un año de intensa lucha y reivindicaciones en las calles y en los despachos para los 110 trabajadores de la planta de Dulciora en Valladolid.

Y es que Damel Group, firma española dedicada a la fabricación y distribución de productos de confitería, frutos secos o golosinas -son conocidos sus populares «palotes»-, con cinco factorías en España que dan trabajo a más de 1.500 personas, ha comprado esta histórica fábrica vallisoletana propiedad del Grupo Mondelez, poniendo punto y final a un conflicto laboral que parecía condenado a su cierre.

Entre los trabajadores, por un lado satisfacción porque se ha conseguido dar continuidad a la fábrica y que tenga posibilidades de futuro así como que se garantice la producción. De hecho, el acuerdo incluye un contrato de comanufactura por un mínimo de dos años por el que Damel Group se compromete a fabricar productos de algunas de las marcas internacionales que tiene el Grupo Mondelez.

Y, por el otro, cierto disgusto también, porque la empresa sólo garantiza el mantenimiento de 61 puestos de trabajo, algo más de la mitad. El resto, unos sesenta, serán despedidos con indemnización. Si bien, se valora que la empresa mantenga las mismas condiciones laborales de los trabajadores que se quedarán en la planta así como su antigüedad, durante los próximos tres años como mínimo.

Según informa la compañía en un comunicado, la transacción se completará a finales del próximo mes de septiembre. A partir de este momento se iniciarán las negociaciones entre los representantes de los trabajadores y la dirección de la empresa para cerrar el plan social que habían negociado y firmado a finales del pasado año, por el que la empresa iba a llevar a cabo medio centenar de prejubilaciones de trabajadores mayores de 55 años así como el traslado de una treintena, todavía por concretar, a otras plantas y factorías que Mondelez tiene distribuidas por el país.

Seriedad y competencia

Otro de los aspectos positivos de la compra y que hacen albergar esperanzas de un futuro mejor para la empresa es la seriedad y la competencia de Damel Group. Algo que valoraban muy especialmente tanto los trabajadores, como los sindicatos, los partidos políticos y las administraciones regional y local.

«Es una empresa importante en su sector y con una gran capacidad», destacaba la consejera de Agricultura y Ganadería y portavoz de la Junta, Milagros Marcos, «encantada» con un acuerdo que supone una «buena noticia» para Castilla y León, en general, y para Valladolid, en particular.

En este sentido, la consejera ponía en valor el trabajo llevado a cabo por todos los implicados en la búsqueda de soluciones, pero especialmente de la Fundación Anclaje, muy criticada por los partidos de la oposición el pasado jueves en la Comisión de Empleo de las Cortes, y destacaba que el trabajo, «suele dar sus frutos en la mayoría de las ocasiones».

También valoraban positivamente el acuerdo tanto el alcalde de Valladolid, el socialista Óscar Puente, como los líderes regionales del PSOE y Podemos, Luis Tudanca y Pablo Fernández, respectivamente. Todos ellos celebraban la venta de Dulciora pero lamentaban que no se puedan mantener la totalidad de los puestos de trabajo. Si bien, y teniendo en cuenta que ahora arrancan las negociaciones, pedían a la multinacional que respete el mayor número de empleos posible.

La compra de Dulciora supone un cierto alivio para el tejido industrial de Valladolid, muy afectado en el último año y medio con cientos de despidos y cierres de empresas ejecutados y anunciados.

Casos como el de Tragsa, Printolid, Bricorama, Grupo Sada, Banco Santander y EspañaDuero, el traslado de Lex Nova a Navarra, y principalmente Lauki, han hecho daño a la ciudad. Respecto al cierre de esta última planta, propiedad del Grupo Lactalis, y su negativa a venderla, no sólo ha perjudicado a los 90 trabajadores que tenía sino también a muchos ganaderos de la provincia que suministraban la leche.