Barcelona

Barcelona, ciudad de la paz y no de la guerra

Ada Colau recibe por primera vez a Sus Majestades los Reyes Magos describiendo a la capital catalana como «lugar de acogida»

Melchor, Gaspar y Baltasar llegaron un año más por mar en el paquebote Santa Eulàlia y volvieron locos a los niños que esperaban en el muelle para entregarles sus cartas en mano
Melchor, Gaspar y Baltasar llegaron un año más por mar en el paquebote Santa Eulàlia y volvieron locos a los niños que esperaban en el muelle para entregarles sus cartas en manolarazon

Ada Colau recibe por primera vez a Sus Majestades los Reyes Magos describiendo a la capital catalana como «lugar de acogida»

«¿Ya llegan?». La paciencia nunca ha sido el fuerte de los niños, pero después de preguntarlo 200 veces, por fin llegaron, y el por fin es con muchas exclamaciones. Con gran expectación y el feliz griterío de los más pequeños, los Reyes Magos atracaron puntuales en el Moll de la Fusta. Eran las 16.30 horas y todo estaba listo para que a las 18.00 horas comenzase la Cabalgata. Recibidos por primera vez por Ada Colau como alcaldesa, que actuó como perfecta anfitriona, con el mismo nerviosismo que el resto de niños, Melchor, Gaspar, y un cada vez más ancianito Baltasar, se dispusieron a saludar a todos los barceloneses desde su cabalgata. «Os damos la más sincera bienvenida. Faltan palabras de tanta emoción e impaciencia», exclamó Colau. Y tenía razón, incluso en sus nervios inventó la palabra «fau», que es «fam» y «pau», en lapsus, un fallo que la enaltece.

La alcaldesa recordó que Barcelona «es la ciudad del amor y no la guerra» y la describió como la gran capital de acogida. «Estoy orgullosa porque sé que en vuestras cartas no sólo habéis pedido regalos, sino también deseos para todo el mundo, como que no haya más bombas, pistolas, guerras, y que nadie tenga que marcharse nunca de su casa», señaló Colau a los niños, y aunque es ilegal leer el correo ajeno, el mensaje era muy acorde con los tiempos. «Somos una ciudad de acogida, somos la ciudad del amor», insistió la alcaldesa antes de darle la llave mágica de la ciudad a los Reyes.

A partir de aquí se desató la locura, ante el tradicional pasillo de los Reyes recogiendo las cartas de los niños. Pueden cambiar los juguetes, pero los niños son siempre iguales, y que no cambien nunca, por supuesto.

Este año, la gran estrella de las cartas a los Reyes fue «la patrulla canina» para los más pequeños y para los mayores, desde «Star Wars» a los videojuegos. «Yo quiero un perrito que hace cacas», decía Sonia, una niña de cuatro años que sostenía nerviosa su carta con la punta de los dedos. «¡Me ha dicho que me he portado bien, que sabe que he sido buena!», exclamaba Emma, una niña de cinco años emocionada al poder dar la carta en mano a su rey favorito, Melchor.

«¡Baltasar, aquí, aquí!», reclamaba Toni, un niño de seis años que sostenía a su hermano para que viese mejor a los Reyes Magos mientras le explicaba quién era quién.

Melchor y Baltasar demostraron ser los reyes con más tirada. Gaspar, como es el del medio, no importaba a casi nadie. Por no importar, incluso Colau sólo servía para avisar a los pajes ante los requerimientos que le hacían los niños. «Regalar es un acto precioso. ¡Qué satisfacción, qué alegría!» , dijo Melchor con toda la razón del mundo y después avisó a los pequeños que los juguetes no tienen género, que los niños pueden divertirse con muñecas y las niñas con legos. «Aparte del rosa y el azul, hay muchos más colores», concluyó el sabio ante el aplauso general.

Un año más, la recepción real se realizó sin incidentes. Los servicios médicos tuvieron que auxiliar a un par de personas mayores, pero todos los niños pudieron ver de cerca a sus adorados Reyes Magos. Sólo quedaba dormir y desearles un feliz viaje de vuelta. ¡Hasta el año que viene!.