Museos

Cuatro miradas complementarias

El Museu Picasso inaugura exposiciones dedicadas a Cravan, el grabado o Lucien Clergue

Una de las imágenes de Pablo Picasso captadas por Lucien Clergue.
Una de las imágenes de Pablo Picasso captadas por Lucien Clergue.larazon

Emmanuel Guigon estrena su nueva etapa al frente del Museu Picasso de Barcelona con una sorpredente propuesta: cuatro exposiciones temporales nuevas e inauguradas a la vez. Son temas distintos, pero complementarios en los que revuela el genio de Pablo Picasso, aunque en una de ellas levemente como un invitado de lujo. Precisamente ayer, 136 cumpleaños del gran pintor malagueño, su día fue celebrado con la apertura de la serie expositiva.

En «1917. Picasso en Barcelona» se quiere conmemorar el centenario de la que fue la estancia más larga del artista en la capital catalana tras trasladarse definitivamente en París en 1904. Bajo el comisariado de Malén Gual, la muestra es una estupenda oportunidad para poder pasear por la Barcelona de esa época cuando Picasso, acompañando a los Ballets Rusos de Diáguilev, regresa a la ciudad a la que tanto debía y donde todavía vivía una parte importante de su familia. Su estancia queda recogida en la Prensa de la época como si se tratara del retorno de una estrella, del hijo pródigo que ha triunfado convirtiéndose en el renovador por excelencia del arte de su tiempo. La Barcelona que se encuentra Picasso en 1917 está plenamente integrada en las vanguardias artísticas gracias, especialmente, a la apertura de galerías de arte como la Sala Dalmau o las Galeries Laietanes. La exposición también para su atención en la obra pintada por el genio durante su estancia barcelonesa, así como en los rincones de la ciudad por los que anduvo.

El boxeador que pintaba

Barcelona fue el escenario de uno de los episodios más importantes en la carrera de Arthur Cravan: su combate contra Jack Johnson por el campeonato del mundo de boxeo el día de Sant Jordi de 1916. Cravan es un personaje fascinante que protagoniza una de las exposiciones, comisariada en esta ocasión por Emmanuel Guigon, responsable de que se puedan presentar en Barcelona numerosos documentos de esta figura inclasificable, sobrino de Oscar Wilde, poeta, editor, pintor o boxeador. Precisamente el boxeo o, mejor dicho, la fascinación que Picasso sintió por el boxeo son el colofón de esta segunda muestra en el museo.

La muestra dedicada al grabado y a los talleres compartidos por Picasso y su familia ha servido para recuperar un espacio expositivo en el viejo edificio de la calle Montcada. En «El taller compartit», comisaridada por Marta-Volga de Minteguiaga-Guezala, se une a cuatro creadores de una misma saga: Picasso, J. Fín, Vilató y Xavier. En este sentido podemos trasladarnos hasta el estudio de Lacourière-Frélaut, en París, donde Picasso demostró su genio creativo con obras maestras de la talla de «La minotauromaquia». Allí llevó en 1939 a sus sobrinos Fín y Vilató para introducirlos en los secretos de la estampación. Este último, por su parte, algún tiempo después también invitó a su hijo Xavier a que conociera los secretos del grabado en Lacourière-Frélaut.

La última de las iniciativas de este «tour de force» expositivo tiene el valor de ser la llegada al Museu Picasso de un fondo documental importantísimo. Son las fotografías que Lucien Clergue tomó a Picasso a lo largo de us numerosas visitas al pintor. La selección de imágenes propuestas por Sílvia Domènech Fernández, es una buena ocasión para conocer a un Picasso íntimo, rodeado de Jacqueline, su última compañera, y rodeado de amigos en su finca de La Californie, haciendo de actor para «El testamento de Orfeo» de Jean Cocteau o asistiendo a corridas de toros. Clergue capta al pintor en sus últimos años en momentos de ternura, como cuando juega con la hija recién nacida del fotógrafo, o entregado a la causa flamenca del guitarrista Manitas de Plata. Olé.