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«Dalí no estaba programado para quedar bien»

El periodista César de la Lama recopila en «El grito interior» sus varias conversaciones con el pintor surrealista

EFE
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El periodista César de la Lama recopila en «El grito interior» sus varias conversaciones con el pintor surrealista

A Salvador Dalí le gustaba conversar y que de todo lo que decía quedara constancia. Por eso algunos tuvieron la buena idea de apuntar aquellos diálogos en sus cuadernos. El periodista César de la Lama pertenece a este grupo y a sus noventa años ha rememorado sus encuentros con el pintor surrealista en «El grito interior (Conversaciones con Salvador Dalí 1964-1989)». El libro, publicado por Ediciones Atlantis, es una invitación a adentrarnos con el autor en la casa del artista en Port Lligat y ser testigos de aquellos diálogos.

El autor, en una entrevista con este diario, explicó que «durante el tiempo que lo conocí –y nuestro primer encuentro fue en 1964– él me llamaba a Madrid y yo daba la noticia de lo que me contaba. En ese tiempo era el delegado de la Agencia Efe y publicaba mucho sobre él. Lo visitaba casi todos los veranos en Port Lligat y pronto me di cuenta que era un hombre con un interior moral, ético y de formación que no tenía nada que ver con lo que aparentaba. Un día, con los años, le pregunté por qué se comportaba de esa manera. “Ya te has dado cuenta de cómo hablo contigo, ¿verdad? Hablo normal. Es que lo hago de esa manera con los otros porque eso me sirve para poder tener un nombre. Me da prestigio”, me dijo».

César de la Lama y Salvador Dalí se conocieron en 1964 cuando el padre de los relojes blandos trabajaba en los decorados y en los figurines de una nueva versión de una de sus obras de teatro favoritas: «Don Juan Tenorio» de Zorrilla. Fue en el Palace de Madrid y el responsable del encuentro fue Miquel Utrillo, uno de los hombres de confianza del de Figueres. «Nos hablábamos en esa primera ocasión sin mirarnos a la cara. Hice la información sobre ese día y salió en los periódicos. Cuando volvió a Madrid me llamó para que nos volviéramos a encontrar», rememoró el periodista.

Pero no fueron todas las entrevistas en esa ciudad. César de la Lama tuvo la oportunidad de estar junto al pintor en Port Lligat en no pocas ocasiones. «Esa primera vez en la casa que había al lado de la bahía me recibió una señorita muy mona que iba vestida de blanco de los pies a la cabeza. Llegó Dalí que iba vestido con camisa, un pantalón rosado y “espardenyes”. Empezó a subir las escaleras y yo, que estaba un poco regordete en aquel tiempo, tenía problemas para seguirlo por la velocidad con la que iba por la casa», explicó el autor de «El grito interior».

¿Le ponía algún límite en aquellos diálogo? ¿Había algún tema que no pudieran tocar? César de la Lama apunta que no había censuras. «Con Dalí se hablaba de todo. No tenía límites. Él no era un hombre que estuviera programado para quedar bien sino para exponer sus pensamientos, sus ideas y su manera de ser. Por eso era un hombre de una sinceridad absoluta que mezclaba, como se ha visto, cosas que parecían absurdas. Pero no lo eran como es, por ejemplo, su método paranoico-crítico».

En estos diálogos, por ejemplo, surgían los nombres de los mejores amigos de juventud de Salvador Dalí en el Madrid de los años veinte. Es decir, aparecieron Luis Buñuel y Federico García Lorca. «En aquella época aprendió toda la poesía lorquiana y, de Buñuel, todo el respeto por la raza humana y por el hombre», dijo César de la Lama quien define al pintor como «un hombre radical en sus ideas y en sus hechos, pero lo que realmente amaba era la libertad. A mí me decía: “¿Tú crees que la democracia está capacitada para entenderme?” “Claro y es precisamente a ti a quien debería entender”, le contestaba. Es que la democracia es así. Así que acababa quedándose conforme».

Con quien no habló en esas reuniones fue con la musa y esposa del pintor, con Gala «porque ella no quería hablar. Se negaba a usar el castellano o el catalán. En todo caso, sí empleaba el francés y una mezcla rara de inglés. Pero no teníamos contacto porque no era receptiva a tener cualquier tipo de contacto. Ella desaparecía y nos dejaba solos a Dalí y a mí. Ella permanecía alrededor y no quería mezclarse, al menos conmigo», recordó el periodista.

Cuando se le pregunta a César de la Lama si cree que se ha hecho justicia con aquel a quien conoció de primera mano, no le queda otro remedio que ser negativo en su respuesta. «No se le ha hecho mucha justicia. Lo creo porque en muchas ciudades de España hay calles con su nombre. En Barcelona, dígame dónde hay una calle o una plaza que se llame Salvador Dalí. Sí sé que tiene una estatua en Cadaqués, pero no hay mucho más. Hay algo político en todo eso», confesó el periodista.

Y, referente a ese elemento político. El responsable de «El grito interior» no puede olvidar que «le preocupó mucho lo sucedido el 23-F. Es cierto que el régimen de Franco lo trató bien, pero nunca se sintió identificado con ellos. Eso era porque siempre fue un liberal nato y lo era por naturaleza. Tal vez eso no se ha aceptado en Cataluña».