Nueva York
En busca del misterio Limónov
Emmanuel Carrère publica su premiada novela biográfica sobre el escritor ruso, mitad héroe y mitad majadero. La historia dibuja un impresionante fresco de la Rusia poscomunista
El término sujeto tiene varias acepciones. Puede referirse a una persona, a un principio de identidad. Aunque también viene del verbo sujetar. En realidad, son lo mismo, es decir, el sujeto no es más que la fijación de una identidad, la construcción de una personalidad estable que se desarrolla bajo principios preconcebidos. Todos estamos «sujetos» de esta forma, aunque hay ciertas personas que se niegan a ser atrapadas, que su identidad es ingobernable y por tanto no tienen «sujeto», sólo un caprichoso abracadabra. El escritor, aventurero, paramilitar, político, y un etcétera más largo que la cola de un canguro, Edward Limónov, es uno de esos tipos. ¿Una obra de arte en sí mismo o un completo majadero?
Sin conclusiones
El escritor Emmanuel Carrère presenta en «Limónov» (Anagrama), una biografía novelada de este contradictorio personaje, que tanto vive como mayordomo en Nueva York, como está en una cárcel rusa acusado de tentativa de golpe de Estado o defiende la causa serbia, fusil en mano, durante el conflicto de los Balcanes. «Al escribir el libro, a ratos lo detestaba, a otros me fascinaba, pero en ningún momento quería juzgarlo. Quiero poner esa duda en la cabeza del lector, si es bueno o malo, o sólo un niño travieso. Yo soy incapaz de sacar conclusiones», afirmó ayer Carrère.
El libro se lee como una novela de aventuras con un personaje típico de la picaresca. Seguimos la azarosa vida de Limónov, desde su pendenciera juventud, a sus vagabundeos, su efímera fama literaria en París o su nueva misión como líder del partido comunista bolchevique, obsesionado por promover una nueva revolución. «Él se define a sí mismo como patológicamente honesto. No trato de saber la verdad del personaje, sino mostrar su periplo vital explicado por él mismo y sus escritos», aseguró Carrère.
El escritor galo se reserva un papel en la historia como el contrapunto de Limónov, un intelectual tranquilo, reflexivo ante el desenfreno e histeria del autor ruso. «Soy como el doctor Watson y esto es una investigación», dijo Carrère.
Paralelamente, la novela sirve como un fresco abrumador de los últimos 50 años de historia de Rusia, un país tan caótico, inabarcable y salvaje como el propio Limónov, que se convierte enun alter ego de la inmensidad rusa.
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