Bruselas

La campaña resucita la pugna entre Junqueras y Puigdemont

JxCat abronca a los republicanos por su perfil moderado mientras Pere Aragonès recuerda el pacto postconvergente con el PSC en la Diputación

JxCat abronca a los republicanos por su perfil moderado mientras Pere Aragonès recuerda el pacto postconvergente con el PSC. en la Diputación

La campaña del 10-N ha vuelto a evidenciar la guerra soterrada que libran Junts per Catalunya y Esquerra por ocupar la centralidad del soberanismo, una batalla que se ha recrudecido en los últimos meses entre partidos y líderes, en el Parlament y en el Govern, y entre Oriol Junqueras y Carles Puigdemont. Tal es la fractura interna que el independentismo apenas ha tardado unas horas de campaña en exponer sus diferencias con mensajes cruzados y reproches entre líneas. Abrió fuego el propio Puigdemont la noche del jueves con críticas a la «moderación» republicana en Madrid y respondió ayer Pere Aragonès, el hombre de Junqueras en Esquerra.

«Espero que haya quedado claro que votar Sánchez no ha servido de nada. Ahora ya no toca hacer esto, sino otra cosa», lanzó el ex president de la Generalitat en clara alusión a ERC y su abstención para que el PSOE y Unidas Podemos llegasen a un acuerdo en la fallida investidura de julio.

«Explicad que nosotros no taparemos su inutilidad, no usaremos vuestros votos para que los falsos socialistas sigan engañando y siendo unos verdaderos irresponsables que ni siquiera descuelgan un teléfono», abundó Puigdemont desde Bruselas a modo de consigna. El guante lo recogió en seguida la «número uno» al Congreso, Laura Borras, quien ha basado sus primeras horas de campaña en afear a los republicanos su apuesta por el desbloqueo y en recordar que JxCat «no dará votos a cambio de nada». Un mensaje que repitió ayer en Vilanova i la Geltrú y que protagoniza también el vídeo electoral de la formación.

ERC, mientras tanto, centra las primeras horas de campaña en reclamar una victoria contundente que obligue al PSOE a dialogar y «evitar la gran coalición con el PP y Ciudadanos», una estrategia que se aleja de las voces más radicales de Junts per Catalunya.

Pese a no querer entrar de lleno en el cuerpo a cuerpo con sus socios del Govern, el vicepresident y líder de los republicanos, Pere Aragonès, respondió ayer a Puigdemont y Borràs y afeó a la postconvergencia sus pactos a nivel municipal con el PSC. «ERC tiene claro» que sus «adversarios no son otros independentistas, que son compañeros de viaje», por lo que no entrará «en una dinámica de reproches mutuos». «Podríamos hacerlos –matizó- y recordar cómo JxCat regaló la presidencia de la Diputación de Barcelona al PSC a cambio de nada, cuando había la alternativa de tener un presidente independentista, pero no entraremos en la dinámica de hacer reproches a otros independentistas», lanzó el hombre destinado a ser el sucesor de Junqueras en ERC.

Otro de los puntos de discordia entre ambas formaciones son precisamente los actos en campaña ante las cárceles. Ayer, Junts per Catalunya celebró el suyo en las puertas de Lledoners donde aparecieron una veintena de CDR para recriminar la falta de unidad de los partidos. De hecho, hoy mismo ERC se desplaza hasta la prisión para hacer su propio mitin. Borràs sostuvo ayer que, de ser por su formación, el acto habría sido «unitario» de todo el independentismo.