Libros
«La memoria histórica es sana y noble si se aplica a los dos lados»
Entrevista al escritor y periodista Sergio Vila-Sanjuán
Entrevista al escritor y periodista Sergio Vila-Sanjuán.
–Regresa a la narrativa de ficción con «El informe Casabona», editado por Destino. Este nuevo, en el que se adentra en el género negro, ¿es un cambio de registro en su carrera como escritor?
–Modestamente sí es un cambio de registro. Hice dos memorias anteriores que eran una mezcla de memoria familiar y crónica de Barcelona. En «Una heredera de Barcelona» me baso en un episodio real de la vida de mi abuelo y «En estaba en el aire» en un suceso vivido por mi padre. En ambas me interesaba mostrar con la máxima exactitud cómo era la vida en Barcelona en los años 20 y en los 60, novelas en los que pasé más de un año en cada caso documentándome porque quería que fueran muy precisas. En «El informe Casabona» he querido que fuera un poco más arquetípica, intentando que los personajes sean universales, incluso en los capítulos. Me interesaba más mostrar el carisma de un personaje y la relación con la familia y el entorno que el tono de crónica de los anteriores trabajos.
–Uno de los protagonistas es, como usted, un periodista llamado Víctor Balmoral. Es tentador preguntarle que hay de él en usted y viceversa.
–Balmoral es un periodista cultural. Quería hacer una investigación sobre un personaje que fuera distinto de la que se hace policialmente. Aquí la investigación es biográfica y no saber quién ha matado a quien. Mi modelo era el «Mr. Arkadin» de Orson Welles donde hay misterio y suspense. –Pues pensé que podía haber tenido en cuenta otro título de Welles: «Ciudadano Kane».
–No, es «Mr. Arkadin» porque es una investigación que es más policial que la de «Ciudadano Kane» porque hay alguna muerte y algún personaje turbio. Necesitaba para poner en marcha este sistema a un periodista cultural que es un terreno que conozco y es mi vida. Lo que ocurre es que a Balmoral le he prestado un 20 por ciento mío y he tomado la atmósfera del diario en el que empecé a trabajar. Me refiero a «El Correo Catalán». El 80 por ciento restante es otro personaje que no soy yo.
–Víctor Balmoral investiga una figura enigmática: el empresario Alejandro Casabona, una figura pública que es mecenas de las artes.
–Para construir a Casabona he usado muchas situaciones e historias que han salido en la pequeña historia de Barcelona de los últimos 70 años. Son muchas y no una única referencia.
– «El informe Casabona» es una investigación sobre un personaje, pero usted también habla sobre el mundo empresarial, arte, política e, incluso, memoria histórica.
–Son campos que quería abordar, sobre todo el primero que ha señalado. Siempre me ha interesado mucho la figura del capitán de empresa y que suele estar bastante mal tratada en la literatura, planteándose a menudo de manera caricaturesca. He conocido muchos de ellos y son gente carismática. Hay toda una generación, que es la que Casabona representa, formada en el franquismo, pero que durante la Transición son gente democratizadora, europeista y muchos con sensibilidad para el arte. Creía que había espacio en la literatura española para hablar de ellos poniéndolos frente a los desafíos de la vida real.
–¿Y la política en su novela?
–Se aborda un poco de lado, pero hay un mundo que conozco por tradición familiar que es el de los activistas monárquicos catalanes, ahora muy olvidado. La gente ya no recuerda a Antonio de Senillosa o Santiago Nadal, pero yo los conocí, fueron bastante relevantes y de alguna forma aportan toda una atmósfera de época interesante y novelasca.
–Hablemos del arte.
–He trabajado bastante el tema de la pintura figurativa del siglo XX, esa pintura de la alegría de vivir, una línea a la que no se le hace mucho caso y que está muy apegada a la tierra. Es algo que sale mucho en la pintura catalana donde se disfruta del paisaje, de la amistad, las comidas... No conozco ninguna exposición que lo haya abordado.
–Nos queda la memoria histórica, con una conspiración que surge en Cataluña.
–Es real. A ver. A mí la memoria histórica me parece sana y noble siempre que se aplique a todos lados. Es un hecho que Cataluña durante la Guerra Civil quedó en el lado republicano y la represión en la retaguardia la hicieron los que mandaron aquí.
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