Arte, Cultura y Espectáculos
La mujer, pintura cotidiana
Desde la antigüedad, son muchos los artistas que han encontrado en la mujer la imagen perfecta como tema para una composición artística. La barcelonesa galería Artur Ramon explora este hecho en una exposición que reúne pintura, escultura y dibujo de numerosos creadores, especialmente catalanes. Nos ayuda a conocer tanto la evolución de estos autores como el tratamiento que ha recibido la mujer en creadores como Casas, Pruna, Togores, Nonell, Opisso o Zuloaga.
Frivolidad del XIX
Hasta mediados del siglo XIX, la mujer aparece en actitudes frívolas, si no se limita a ser el objeto de atención de un retrato. En ocasiones mitificada, su papel contrasta con el del hombre, convertido en poderosa figura, símbolo de autoridad. Un buen ejemplo de ese cambio de actitud es un interesante óleo sobre tela de 1899 firmado por Laureà Barrau. El espectador se adentra en un taller en el que vemos a un nutrido grupo de trabajadoras de cerámica, dedicadas a la decoración de vasos y platos. Es una pintura casi documental, muy cercana a otras que se realizan en este periodo que coincide con la revolución industrial, como la de Gabriel Planella.
Ese momento apuesta también por la búsqueda de un tipo concreto de temática. Es aquella pintura que busca en lo más folklórico un tema atractivo especialmente para los clientes franceses. Desde que Mérimée impusiera una mirada basada en bandoleros y gitanas, pocos artistas se resistirían a dejarse atrapar por ese hispanismo. Es el caso de del carbón de Xavier Gosé llamado «El mantón», una composición en la que el artista nos demuestra su habilidad para jugar con las sombras y crear formas pese a la escasez de cromatismo. En contraste con esta pieza está la elegancia de «La señora de Atucha», una espléndida tela de Ignacio Zuloaga en el que los ropajes de la protagonista parecen integrarse con el paisaje de fondo.
Uno de los cuadros más interesantes es de la pintora, Olga Sacharoff. «El baño» parece planear la sombra de Renoir tanto por el tema como por el cromatismo escogido por la artista. En la composición encontramos los elementos habituales en la producción plástica de Sacharoff, como el detallismo del entorno natural en el que se desarrolla la escena, especialmente el agua y la flora. Algo parecido se percibe en «Paseo», de Josep Maria Marquès-Peig, donde el pintor se vuelca en recrear una escena de gran modernidad.
La exposición recupera a uno de los artistas más internacionales de la pintura catalana de finales del XIX y principios del XX, hoy injustamente olvidado, Carlos Pellicer. Artista formado en París, amigo de Toulouse-Lautrec o de Sarah Bernhardt, a quien retrató en numerosas ocasiones, la muestra incluye «La joven», óleo que recuerda a la de los grandes maestros impresionistas, a los que tuvo la suerte de tratar. Su vuelta Barcelona, pese a que muchos, como Oscar Wilde, le aconsejaron que siguiera en París, cortó su proyección.
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