Los animales saben cantar

El Teatre Lliure acoge la versión musical para niños de «Renard o el llibre de les bèsties», espectáculo basado en la obra de Ramon Llull.

Los seres humanos tienen tal apego a sus costumbres que no dudan en trasladarlas a los animales, incluso a los objetos. A veces es por mero chiste, otras con aire aleccionador, unas pocas más para dar mayor valor a los animales, que al parecer no tienen el suficiente por ellos mismos. Lo cierto es que hay centenares. Leones que son reyes y hablan con un gracioso impedimento vocal, pingüinos que bailan claqué que es una maravilla, conejitos que son astutos policías, incluso coches engreídos que descubren por fin lo realmente importante en la vida... así se imaginan los seres humanos que podrían ser los animales y los objetos inanimados. Y lo llevan haciendo desde hace miles de años.

Hace algo más de 700, por ejemplo, Ramon Llull, uno de esos fabuladores humanos que no le interesaba nada cómo eran los animales en realidad, imaginó que un león era escogido el rey de los animales y mataba a un tal Renard, un zorro vil y manipulador, por intentar sacarlo con triquiñuelas del trono. Por supuesto, había mensaje escondido, un aviso a Felipe IV de Francia de cómo dirigir la corte y no confiar en aduladores ni besa manos. Por supuesto también, no había mensaje escondido para los leones, que no saben nada sobre fábulas ni sobre seres humanos. Pero la historia seguía siendo igual de fascinante, tanto, que llega a nuestros días con todo su vigor. No hay nada más atemporal que un león que habla. Era imposible hace dos mil años y lo es hoy. Cuando hablen, entonces todos estos relatos quedarán desfasados, sin duda.

El relato de Llull era, por supuesto, el imprescindible «El llibre de les bèsties», incluido dentro de su «Llibre de les maravelles», que ahora se reconvierte en espectáculo musical para toda la familia de la mano de Marc Rosich y con canciones originales de Clara Peye. El Teatre Lliure acoge del 22 de octubre al 13 de noviembre un espectáculo que se añade a los fastos del 700 aniversario de la muerte de Llull.

El original, de marcado carácter político social, se transforma aquí en un gran espectáculo que fascinará a los más pequeños a través de un imaginativo cabaret en el que todo puede suceder. Las disputas entre herbívoros y carnívoros son aquí plasmadas en un «foodtruck», estos modernos restaurantes móviles que ahora parecen estar por todas partes. Si en el original era unos frailes lo que hablaban del misterioso reino de los animales, aquí serán los amos del restaurante, que recordarán a los clientes la historia.

Con música en directo, y canciones con diferentes estilos según el animal que los representa, el montaje incluye diálogos entre canción y canción, con un piano de fondo para diferenciar el mundo de los humanos con el de los animales. A pesar de ser, objetivamente, para un público infantil, las canciones contienen una complejidad de fondo que hará atractivo el montaje para todas las edades. «Es una música con la que te puedes despertar y cantar en la ducha días después, pero es compleja», comenta Rosich.