Barcelona
Los mitos de Picasso
Una exposición muestra la fascinación que el pintor sintió por la temática basada en la tradición grecolatina
Una exposición muestra la fascinación que el pintor sintió por la temática basada en la tradición grecolatina.
A lo largo de su extensa y prolífica carrera, Pablo Picasso bebió de todas las fuentes posibles para crear una descomunal obra. La mitología grecolatina fue uno de los motivos que el maestro empleó para su producción, especialmente la gráfica. El museo que lleva su nombre en Barcelona dedica una pequeña, pero interesante muestra a esta temática a partir de obras procedentes de los mismos fondos del centro.
Se trata de una selección de 40 piezas, en una propuesta comisariada por Claustre Rafart, y que abarcan un amplio periodo en la producción picassiana. El punto de partida son dos dibujos que anuncian todo lo que verá después el espectador, la asimilación de una iconografía que Picasso hace suya y que convierte en vehículo en el que poder mostrar sus obsesiones.
Rafart explicó ayer, durante la presentación de la exposición, que Picasso se refiere siempre a la mitología mediterránea, la que está vinculada con Grecia y Roma. De ellas toma a personajes como minotauros, faunos, centauros, Danae, Venus o Bacó, entre otros, así como algunas escenas de esta tradición.
Todo ello hace que Picasso revise y actualice un universo que lo obsesiona desde su infancia, cuando dibuja con firme trazo un guerrero, el primero que realizará en el transcurso de su carrera plástica y en el que ya se vislumbra su nada oculto interés por la mitología.
Pero la pieza estrella en la muestra es un ejemplar de «La Minotauromaquia», realizada en 1935, un periodo de crisis en su andadura como creador y que coincide con varios episodios importantes de su vida, especialmente con la separación de su primera esposa Olga Klokova. «Él dice en ese momento que el arte no lo motiva suficientemente y empieza a dedicarse a la escritura», aseguró Rafart, quien recordó que así se lo anunció el pintor a su madre, recibiendo como respuesta: «de ti me lo espero todo, hijo». En este sentido, en ese año solamente realizará un grabado que será esta «Minotauromaquia», donde demuestra toda su maestría y virtusiasmo como el mejor grabador de su tiempo.
Cabe señalar que el ejemplar que se guarda en el Museo Picasso de Barcelona fue un regalo de Picasso a la ciudad en 1938. El año antes había colaborado con quien era el responsable de los museos de la capital catalana, Folch i Torres, quien sería el receptor del generoso tributo, una manera de demostrar la conexión que Picasso sentía por Barcelona, pese a que ya no podría volver nunca más a visitarla tras el final de la Guerra Civil.
Otro de los grabados que merecen ser citados es «Sexo a la antigua y a la moderna», una composición que Picasso firma el 1 de junio de 1968. Es ya un hombre anciano, pero con la fuerza suficiente para seguir trabajando. En lla composición se cruzan algunos de los personajes que le fascinan, especialmente el dios Baco con quien se sentía identificado por su espíritu burlón y juguetón. Pero el pintor nos reserva otra sorpresa si miramos atentamente. Es una mujer que luce un largo y escotadísimo vestido negro y que mira con picardía al espectador. La inspiración es en este caso no mitológica sino pictórica porque el parecido es asombroso con el retrato que realizó su admirado Goya a la duquesa de Alba.
✕
Accede a tu cuenta para comentar