Salud
Los niños con menos recursos económicos padecen hasta un 5% más de enfermedades graves
Sant Joan de Déu alerta de que consumen más fármacos y visitan más a menudo centros de salud mental.
Sant Joan de Déu alerta de que consumen más fármacos y visitan más a menudo centros de salud mental.
Desde el inicio de la crisis se ha evidenciado una relación directa entre la pobreza y la salud infantil, pero en los últimos años se ha puesto de relieve además un incremento de esta problemática, debido entre otras cosas a la falta de una política e intervención eficiente en este ámbito. Por ello,ayer un centenar de entidades sociales se reunieron en una jornada sobre pobreza infantil y salud, organizada por el Hospital Sant Joan de Déu y la Asociación Educativa Nou Quitxalles, para debatir acerca de esta situación y proponer medidas a emprender.
Ya no hay duda. El nivel socioeconómico de los progenitores tiene un impacto directo sobre la salud de los hijos, de manera que aquellos niños que pertenecen a familias con menor nivel presentan más problemas de salud, problemas que pueden condicionar la vida adulta. De hecho, tal y como apunta un informe de la Agencia de Calidad y Evaluación Sanitarias de Cataluña (AQUA) publicado en 2017, los niños con un menor nivel socioeconómico presentan hasta 5 veces más morbilidad, consumen el triple de fármacos, acuden con mayor frecuencia a los centros de salud mental –concretamente, 5,9% de las niñas y un 11,4% de los niños frente al 1,3% y el 2,2% de las niñas y niños con mayor nivel socioeconómico-–y protagonizan un mayor número de hospitalizaciones –45 niñas y 58 niños por cada mil habitantes frente al 13 y 26, respectivamente–.
Las principales afectaciones que puede tener la pobreza en la salud infantil se focalizan en el ámbito de la malnutrición y obesidad –un estudio de Save de Children sitúa en un 10% más el porcentaje de niños con pocos recursos que son obesos respecto al resto de la población infantil–, lo que puede acarrear otras enfermedades graves en la edad adulta, debido a una malos hábitos alimenticios y la falta de recursos, tanto para adquirir alimentos como para costear actividades extraescolares; en lo relativo a la salud bucodental, como demuestra un estudio elaborado en 2016 por la Fundación Pere Tarrés, en el que se informa que un 66% de los niños de familias con rentas por debajo de la media presentaban infecciones que requerían tratamiento, mientras que el 65% no había ido nunca a la consulta del dentista y tenían caries en un promedio de 4 dientes; o en el ámbito oftalmológico, puesto que frecuentemente las familias no detectan el problema o no disponen de recursos para resolverlo. Pero donde esa relación entre nivel socioeconómico y salud infantil es especialmente evidente es en salud mental. Una exposición prolongada a una situación de estrés dificulta el manejo de las emociones por parte de los niños en situación de pobreza, quienes además se muestran incapaces para hacer frente a nuevas situaciones de estrés por la falta de herramientas de su entorno para hacerlo, y ello puede acabar repercutiendo incluso en la salud física del crío.
Ante este panorama, agravado por el aumento de la pobreza infantil en Cataluña en los últimos años, que en 2015 ya se situaba en un 29%, ha motivado la reacción de las entidades sociales, preocupadas por la falta de concienciación acerca de esta problemática y sus consecuencias futuras, así como por la inexistencia de una intervención integral en este ámbito. «Es muy importante dar voz a esta problemática que afecta a una parte de la población que es casi invisible», apuntaba ayer Dolors Navarro, directora de Experiencia del Paciente en Sant Joan de Déu, mientras que Juan Carlos González, presidente de la Asociación Educativa Nou Quitxalles, denunciaba que «no podemos continuar dejando de lado esta realidad». En esta línea, las entidades reunidas ayer firmaron una declaración, con tres evidencias y otros tantos retos, que han entregado ya al Síndic de Greuges y que esperan hacer llegar a las administraciones para reclamar su implicación.
Así pues, éstas quisieron poner en evidencia mediante la declaración que la pobreza infantil existe e impacta en la salud de los niños, que ésta amenaza el desarrollo de una vida plena y que los niños con discapacidad y enfermedades crónicas sufren aún más ese impacto de la pobreza sobre la salud, de manera que es imprescindible afrontar y alcanzar tres retos: la cooperación entre sociedad civil, administraciones y entidades sociales, una aproximación integral a partir de la intervención comunitaria, y destinar más recursos y esfuerzos en la lucha contra la pobreza infantil. En este sentido, Dolors Navarro señalaba ayer que «no hay una respuesta o solución única para esta problemática, sino que se requiere una respuesta integrada». «Hemos de poner el énfasis en ir desarrollando un plan de actuación para mejorar la situación de estos niños», añadía. Al respecto, Juan Carlos González apuntaba que «no vemos que se hayan llevado a cabo políticas para reducir el impacto de la crisis sobre la salud infantil pese a que la problemática se ha agravado, y si no actuamos estos irá a peor». «Las políticas han de cambiar».
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