Exposición
Los turistas dejan en jaque a la Fundació Miró
El museo pierde en ocho años un 40 por ciento de sus visitantes y anuncia un giro estructural
El museo pierde en ocho años un 40 por ciento de sus visitantes y anuncia un giro estructural
Los números asustan. En los últimos ocho años, la Fundació Miró ha pasado de 583.883 visitantes en 2011 a los 352.903. Sólo en un año, de 2016 a 2017 se perdieron 45.985 visitantes. Y todo ello en un contexto en que el turismo en Barcelona no deja de crecer. ¿Qué ha ocurrido para que el museo, centro de referencia mundial en la obra de Miró, haya perdido el 40 por ciento de su público en tan poco tiempo? La entidad, que basa el 80 por ciento de su presupuesto en los ingresos propios, se ha visto sobrepasada por esta caída de ventas tanto en tickets como en cafetería y librería. Los números ya no cuadran y la crisis es tan grande que en las últimas semanas se han tenido que despedir a siete trabajadores del centro y uno renovar el contrato de otro. De los 66 trabajadores que conformaban la institución se ha pasado a 58 con el ánimo de frenar un déficit que ponía en pelibro la viabilidad del centro.
En 2017, por ejemplo, el déficit creció a un inasumible 599.447 euros que obligaron al ayuntamiento a ceder una aportación extraordinaria a la institución de 400.000 euros. En 2018, lejos de revertir esta tendencia, se incrementó llegando a los 655.000 euros, que pudieron quedar en 290.000 gracias a otra aportación extraordinaria del ayuntamiento de 365.000 euros. Esto hace que actualmente la fundación tenga un déficit acumulado de 448.578 euros. «Desde que llegué vi que había que tomar conciencia de una situación tan extrema y empezar a implementar una serie de medidas para revertir esta situación. Nuestro objetivo es que en 2025, cuando se cumpla el 50 aniversario de la institución, queremos una fundación saneada y fuerte», comentó ayer Merko Daniel, director de la Fundació Miró.
Además de la pérdida de visitantes, Daniel expuso la pérdida de exposiciones intinerantes del autor como otro de los problemas estructurales de la fundación. En 2014, por ejemplo, había 5 exposiciones con obras de la fundación en el extranjero. En 2018 no hubo ninguna. «Estos ingresos deben ser siempre extraordinarios nunca formar parte del presupuesto, y así ayudar a equilibrar después los resultados», insistía Daniel. Para el director, la institución ha de trabajar con más dedicación para provocar dichas exposiciones y no esperar de forma pasiva a que se produzcan.
Otra de las propuestas que han de conseguir revertir la situación es reducir los gastos de infraestructura, cambiar los horarios de apertura al público acercándolos más a sus intereses y apostar por hacer campañas agresivas de publicidad para atraer a ese público internacional que ahora parece haber dado la espalda a la fundación. «trabajamos para que 2019 se cierre con un balance económico saneado. Hemos logrado financiar el déficit acumulado para poder trabajar con tranquilidad y esperamos poder reducirlo poco a poco. Somos realistas y sabemos que esto no pasará en un solo ejercicio», aseguró Daniel.
La opción de vender obra gráfica de Miró se ha estudiado, pero no se contempla. Lo que sí que se ha hecho es reducir el presupuesto a los 7.5 millones de euros frente a los 8 que tenía hasta ahora. «No estamos sobredimensionados, somos ambicioos y sabemos que podemos crecer. En eso trabajaremos», concluyó el director de la Miró.
La arquitecta y sus dibujos
Daniel hizo estas declaraciones en la presentación de la exposición «Lina Bo Bardi dibuja», una amplia retrospectiva de la obra más «íntima y personal» de la icónica arquitecta italobrasileña. Bo Bardi (1914-1992) utilizó siempre el dibujo como espacio donde volcar todas sus inquietudes y encontrar ese lugar de confort donde recogerse y buscar nuevas ideas y pasiones. La arquitecta dibujaba siempre en esa casa invisible que siempre fue para ella la hija en blanco. «Los dibujos eran su manera de estar presente y su principal forma de comunicación», aseguró el arquitecto y artista Zeuler Rocha Lima, comisario de la exposición.
Hasta el próximo 26 de mayo se podrán ver hasta un centenar de dibujos de Bo Bardi en una muestra dividida en cuatro ámbitos temáticos: el espacio como escenario para vivir y ver; las pequeñas realidades cotidianas; las plantas como attrezzo, y las personas como protagonistas de los espacios. «Son dibujos pequeños y frágiles, lejos de los estándares de la cultura del gran espectáculo, pero que invitan a dejar el móvil a un lado y zambullirse en su intimidad», dijo Rocha Lima.
Nacida en Roma en 1914, Bobardi se trasladó a Brasil con su marido, donde desarrolló una fecunda carrera como diseñadora, editora, comisaria e intelectual, con una obra que buscó «la simplicidad, la intimidad y la autenticidad cultural».
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