Arte, Cultura y Espectáculos
«Me interesan las personas, no los personajes»
Àlex Rigola dirige en Temporada Alta su lectura personal de «Tío Vania» de Chejov
Àlex Rigola tiene 48 años, así que tiene mucho peso sobre sus espaldas, demasiado. Peso, en su caso, quiere decir teatro. Tiene tanto peso, tanto teatro, que ya no lo disfruta. Sus últimos montajes no le hacían sentir el entusiasmo de antaño, así que antes de empezar a odiar a lo que más ha querido en su vida, decidió intentar reinventarse por completo, buscar formas diferentes de comunicar emociones.
Àlex Rigola tiene 48 años, así que tiene mucho peso sobre sus espaldas, demasiado. Peso, en su caso, quiere decir teatro. Tiene tanto peso, tanto teatro, que ya no lo disfruta. Sus últimos montajes no le hacían sentir el entusiasmo de antaño, así que antes de empezar a odiar a lo que más ha querido en su vida, decidió intentar reinventarse por completo, buscar formas diferentes de comunicar emociones. «He sentido una gran frustración personal. Supongo que todo viene de ver que en los últimos tiempos se ha caído en una infantilización del teatro, tanto desde el campo de la dramatirgioa como de la dirección y los actores», señala el creador.
El resultado es que desde hace un año y medio ha iniciado una nueva etapa creativa con unas nuevas reglas del juego. La primera regla, olvidarse de la verosimilitud del relato, de la invención de emociones ficticias, y poner sobre la mesa ante el espectador que todo es un juego. La segunda regla, que no son personajes los que hablan en el escenario, son los mismos actores que usurpan las palabras de los personajes, como si el público participase de un ensayo más que de la obra en sí. La tercera regla, que los actores no interpretan emociones, sino que sólo responden a las emociones que les empuja el texto. No es que sea un dogma fijo, pero sí que es una nueva forma de aproximarse al hecho teatral. «Es como esas obras en que al actor le ponen un vaso de agua y bebe como si fuera de vodka y al cabo de unos minutos balbucea como si estuviese borracho. A mí, eso me hace desconectar de lo que están diciendo al instante. Me apartan de la obra. Lo que queremos es que el espectador se sumerja en el texto», explica Rigola.
Bajo esta perspectiva, y siempre con una puesta en escena que incluye una caja libre de toda escenografía donde actores y público comparten espacio. Esto consigue que la proximidad y la desnudez hagan que el público enfoque su atención en los actores y no se pierdan por el camino. El primer experimento fue con una obra sobre Pasolini que se pudo ver en el Grec. Luego se pudo ver un «Ivanov» de Chejov con los actores utilizando sus propios nombres y experiencias vitales. Y ahora vuelve a insistir con Chejov con «Vania. Anton Chejov. Escenas de la vida». «Me he hecho mayor. A los 25 años estaba más por la acción y ahora me interesa más la reflexión. Por eso ahora sí puedo hacer un Chejov y centrarme en esas pequeñas anécdotas que Chejov transforma en categorías universales», afirma el director.
El Festival Temporada Alta acoge del 16 al 19 de noviembre una obra que sólo permite pases de 60 espectadores y que cuenta con un elenco de lujo con Luis Bermejo, Gonzalo Cunill, Irene Escolar y Ariadna Gil. «Nunca había hecho algo así. Ha sido como ir por una cuerda floja porque al principio no sabíamos lo que teníamos que hacer. Lo que es cierto es que requiere de una gran generosidad para abrirte y presentarte a ti ante el espectador que actúa como psicólogo», dice Gil.
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