Radiografía de Podemos
Pablo Iglesias aburre al empresariado catalán
El secretario general de Podemos se limita a desgranar su programa económico y a advertir de futuras subidas de impuestos
La teoría literaria baraja un concepto conocido como «el horizonte de expectativas» que podría definirse, a grandes rasgos, en como el sistema de ideas que el lector desarrolla en el ejercicio de la lectura. Es decir, aquello que espera de la obra a medida que pasa sus páginas. El aterrizaje del secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, en las reuniones del Círculo de Economía en Sitges implicaba, a priori, disparar esas expectativas. Al fin y al cabo, estas reuniones podían calificarse de una suerte de enfrentamiento entre el mundo empresarial y una cierta retórica anti empresa por parte del secretario general de Podemos.
Nada más lejos de la realidad, Iglesias sacó a relucir su cara más institucional para defender su candidatura a la presidencia. Resumió la memoria económica de su partido y se revindicó en incontables ocasiones como socialdemócrata. O, más bien, como el único representante en la actualidad de la socialdemocracia. Eso sí, el susto a los empresarios no se lo quita nadie porque, pese a releer su programa, durante una hora escucharon sus intenciones de más impuestos, más déficit, derogar las dos reformas laborales o convertir a Bankia en una banca pública.
Para ello, sin embargo, prefirió no salirse del guión. Se limitó a leer el discurso que tenía preparado e incluso en el turno de preguntas volvió una y otra vez sobre lo que tenía escrito. Lo cierto es que a Iglesias se le veía incómodo hablando de economía y la mayoría de preguntas que le formularon iban orientadas, precisamente, a entrar en el detalle de sus propuestas. El éxito fue escaso pese a que, como suelen decir los anglosajones, el diablo está en los detalles.
Quizás prefería evitar los charcos a falta de un mes para las elecciones, pero de un partido que ha hecho de la provocación una forma de política, el auditorio esperaba más. En cualquier caso, Iglesias no escondió que su objetivo a corto plazo es sustituir al PSOE como referente de la izquierda. Su exposición inicial, la «captatio benevolentiae», volviendo a la teoría literaria, no pudo ser más específica. Y para ello recurrió a las palabras de un antiguo asesor del ex presidente Felipe González. Según Rodolfo Parami, la socialdemocracia europea está atrapada en políticas en las que no cree para salir de la crisis, ¿cómo es posible que esta socialdemocracia haya permitido que desde Frankfurt impongan ideas tan excéntricas?
Como de costumbre en estas ocasiones, la mejor parte quedó reservada para las preguntas. Ahí, Iglesias tuvo que escuchar acusaciones de «falta de credibilidad», de adanismo, de promesas irrealizables e incluso alguno se aventuró a preguntar si cree en Dios. El secretario general de Podemos señaló que «Dios es un significante en disputa». A su juicio, si Dios son las palabras y los actos de su representante en la tierra, «me siento muy cómodo con esas palabras y actos». Sin embargo, «si hablamos de espiritualidad, creo que eso pertenece a la esfera de lo privado». A propósito de la credibilidad, señaló que «la desconfianza es la antesala del entendimiento». Y remachó: «Podemos no existiría si las políticas que nos han traído hasta aquí no hubieran frcasado».
En todo caso, Iglesias volvió a certificar una vez más su compromiso con el referéndum en Cataluña y aseguró que seguirán firmes pase lo que pase en las elecciones. «Los catalanes votarán tarde o temprano». A su juicio, «hay mecanismos dentro de la legalidad vigente para articular una consulta».
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