Cataluña

Puigdemont descarta otra financiación porque la independencia «va en serio»

El president de la Generalitat se burla de la «incapacidad» de España para formar Gobierno y gestionar su complejidad

Puigdemont se estrenó en su primera sesión de control con un duelo dialéctico con Arrimadas sobre el proceso
Puigdemont se estrenó en su primera sesión de control con un duelo dialéctico con Arrimadas sobre el procesolarazon

En la legislatura anterior, las sesiones de control a las que cada quince días se somete el president de la Generalitat empezaban con los diputados de la CUP cuestionando el compromiso de Artur Mas con la independencia y su política de recortes. Tomaban el relevo Albert Rivera (C’s) y Alicia Sánchez-Camacho (PP), con los que Mas solía interpretar el momento más fiero de la sesión, siempre y cuando, Oriol Junqueras, entonces socio de gobierno, no lavara los trapos sucios fuera de casa. De todo ese reparto, este mandato solo repiten el socialista Miquel Iceta y Jordi Turull, en nombre de Junts pel Sí. El resto se estrenó ayer con ese punto timidez que acompaña a los primeros días, aunque todos destaparon sus cartas.

«Que la independencia iba en serio, ustedes se han dado cuenta demasiado tarde», dijo el president Carles Puigdemont a Ciutadans y PP, parafraseando a Jaime Gil de Biedma. Para que nadie confunda su voluntad de dialogar con una rebaja de la apuesta por la independencia, reiteró que «hemos venido a preparar en 18 meses un Estado, para convertirnos en un Estado independiente con las máximas garantías jurídicas, con la máxima protección para todos los ciudadanos y con la máxima preparación de las estructuras de estado».

Puigdemont no se dejó tentar por la sugerente propuesta de Ciutadans de abandonar el proceso soberanista por un mejor modelo de financiación. Reiteró lo dicho por Mas, que no liderará ni se implicará en las negociaciones para reformar un nuevo modelo de financiación, porque «no es lo que propusimos en nuestro programa». Lo que propuso Junts pel Sí es «iniciar el camino hacia la independencia» y es de lo único que Puigdemont hablará con el futuro Gobierno. Eso cuando haya Gobierno, dijo con rintintín después de que la líder de la oposición Inés Arrimadas le animara a negociar un nuevo modelo de financiación ahora que «España está cambiando», en referencia a los 40 diputados de Ciutadans y los 65 de Podemos. En el duelo dialéctico con Arrimadas, que defendió con solvencia su papel de líder de la oposición al plantear la única pregunta sobre el proceso soberanista, Puigdemont pecó de soberbia al invitar a España a tomar nota de cómo ha cerrado un acuerdo de gobierno. Se rió de que «España no sabe ni como hacer un gobierno ni como gestionar su complejidad», cuando Cataluña tardó tres meses en tener un president que fue investido dos horas antes de que finalizara el plazo para convocar nuevas elecciones. Y todo esto después de una negociación que el propio Mas recuerda como un tormento.

El popular Xavier García Albiol cogió el relevo de su antecesora y se enzarzó en un tenso rifirrafe con por la piedra angular de todos los debates: el dinero. Albiol pidió una rebaja fiscal en Cataluña –sólo Aruba y Suecia aplican un IRPF superior al de Cataluña–. Puigdemont admitió que la presión fiscal es alta, pero como es tradición culpó a España de ello.

La CUP marcó distancias, como hacía con Mas; Catalunya Sí que es Pot tiró de discurso social, pidió una renta mínima de inserción, y el PSC puso entre las cuerdas a Puigdemont con el BCNworld.