El desafío independentista
Puigdemont se lanza contra el PDeCat
El partido neoconvergente celebrará un Congreso en julio con la renovación de liderazgos como principal caballo de batalla
El partido neoconvergente celebrará un Congreso en julio con la renovación de liderazgos como principal caballo de batalla.
Era un secreto a voces. La crisis en el PDeCAT entre dos facciones irreconciliables era una evidencia que Marta Pascal, la coordinadora del partido, se esforzaba en minimizar. Sólo hacía falta que alguien, Puigdemont, diera el disparo de salida para el golpe de estado en el partido que sucedió a la vieja Convergència y desbancar a los que ganaron el congreso hace dos años. Carles Puigdemont ha ido tejiendo una red con todos los opositores, con todos los que perdieron el congreso. Josep Rull, Jordi Turull, Miquel Buch, el elegido para ser conseller de Interior, Mercè Homs, hermano de Quico Homs que no se resigna a estar en la papelera de la historia, y todo aquel que no quiera construir un partido conservador, nacionalista, moderado, sino que apueste por un partido sometido a un liderazgo mesiánico.
El primer golpe de efecto lo dieron los díscolos en una cena el pasado 3 de mayo en Rubí. El sábado querrán dar la puntilla a la actual dirección en el Consell Nacional. Intentarán en este cónclave que el congreso convocado para el mes de Julio sea el réquiem ideológico de la vieja CDC, pero también el réquiem de los de Marta Pascal. Se augura que la lucha será cruenta porque según Mercè Conesa, presidenta del Consell Nacional, en el congreso no se elegirán cargos, solo se debatirá de ideología. Los críticos no están por esa labor y pretenden no consensuar, sino arrasar con los actuales líderes del partido.
Marta Pascal, coordinadora general, Mercè Conesa, presidenta del Consell, y Neus Munté, presidenta provisional que sustituyó a Artur Mas, lo saben bien. Fueron menospreciadas por Carles Puigdemont hace unos días. Las llamó y las citó en Berlín. El motivo, comunicarles personalmente el candidato a la presidencia que había designado. Se enteraron del nombramiento de Torra «cuando estaban en la puerta de embarque», comenta un allegado a la dirección del PDeCAT. «Fue muy desagradable», añade. No fue una sorpresa. Semanas antes, el secretario de organización, David Bonvehí, fue a Berlín a despachar con Puigdemont. Se quedó perplejo cuando el ex presidente autoexiliado le espetó «debes elegir entre el partido de Mas o el partido de Puigdemont».
Desde ese momento, no han existido dudas de que el golpe de estado se iba a producir de un momento a otro. El amago de Puigdemont de hacer un nuevo partido fue un espejismo. Es muy difícil construir un nuevo partido y «más fácil controlar uno que ya está arraigado en el territorio. Y ese partido es el PDeCAT». La actual dirección considera que la solución pasa por «integrar» al sector Puigdemont «para que no se rompa el partido». El problema es que el sector crítico «no quiere integrar a nadie. Quiere cambiar la dirección y punto».
Las guerras civiles suelen ser muy cruentas y esta apunta maneras. «Son unos totalitarios», apuntan desde el sector de Marta Pascal señalando a sus críticos. «Son unos traidores», apuntan desde el sector de Puigdemont que no duda en plantear la bronca interna como adelantó el propio Puigdemont a Bonvehí, o estás con Puigdemont, o estás en contra de Puigdemont, algo que Marta Pascal niega por activa y por pasiva. Nadie sabe lo que pasará pero hay quienes apuntan que si no hay acuerdo «el partido puede quedar partido en dos, y esto es lo peor que puede pasar». Los más pesimistas auguran un pésimo final «es el fin del PDeCAT. Lo que quede será un partido de culto a la personalidad y con una indefinición política porque siempre se estará a la voluntad de un líder cada día más mesiánico».
El sector nacionalista no independentista está ahora ocupado por Units per Avançar de Ramón Espadaler, los últimos de Unió Democràtica que están aliados con el PSC, y Lliures dirigidos por el que fuera conseller de Treball con Pujol, Antoni Fernàndez Teixidó. Ahora, a este grupo no independentista se pueden sumar los restos del PDeCAT que sean laminados por Puigdemont. Si este sábado los críticos imponen que en el congreso se voten cargos directivos, además del de Artur Mas que dimitió en enero, la cuenta atrás para el réquiem del PDeCAT habrá empezado.
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