Cáncer

«Quien cena pronto tiene menos riesgo de cáncer de mama y próstata»

La investigación del Instituto de Salud Global de Barcelona, centro impulsado por la Fundación Bancaria La Caixa, concluye que las personas que hacen la última comida antes de las 21.00 horas o esperan al menos dos horas antes de irse a dormir tienen menos riesgo de sufrir cáncer de mama y próstata.

Gemma Castaño, investigadora / Foto: Shooting
Gemma Castaño, investigadora / Foto: Shootinglarazon

La investigación del Instituto de Salud Global de Barcelona, centro impulsado por la Fundación Bancaria La Caixa, concluye que las personas que hacen la última comida antes de las 21.00 horas o esperan al menos dos horas antes de irse a dormir tienen menos riesgo de sufrir cáncer de mama y próstata.

La investigación del Instituto de Salud Global de Barcelona, centro impulsado por la Fundación Bancaria La Caixa, concluye que las personas que hacen la última comida antes de las 21.00 horas o esperan al menos dos horas antes de irse a dormir tienen menos riesgo de sufrir cáncer de mama y próstata. LA Razón habla con Gemma Castaño, investigadora.

–Desde hace año se conoce la relación entre el sueño y la nutrición con la salud. ¿En qué consiste esta asociación?

–La asociación entre la nutrición y el sueño no la teníamos clara hasta ahora; lo que sí que se había visto es la relación entre nutrición y enfermedades asociadas como la obesidad y el cáncer. En nutrición se había estudiado más el consumo de alimentos, el tipo de alimentos, la cantidad... pero no se había estudiado hasta ahora lo que hemos visto nosotros, que es las horas en que se come y la relación con el sueño, por un lado, y el tiempo entre las horas de comida y cuando nos vamos a dormir, por el otro . Y todo ello asociado con cáncer de mama y próstata.

–¿Cuál era el objetivo principal de la investigación desarrollada por ISGlobal? ¿Qué datos se han tenido en cuenta para llevarlo a cabo?

–Es un estudio que evalúa tanto factores ambientales como genéticos que están asociados a tumores comunes como el de mama, próstata, colon, estómago y leucemias. Cogíamos personas sanas y pacientes con los tumores de interés, todos ellos de la misma edad, mismo sexo y que vivían en el mismo sitio, para comparar. El estudio es general, sobre varios factores de los que se han publicado diversos artículos, entre otros el que hace referencia al tiempo transcurrido entre la última ingesta del día y la hora de irse a dormir y su asociación con el cáncer de mama y con el de próstata, que son los que creemos que están más asociados a la disrupción del círulo circadiano o el reloj biológico, como se conoce más coloquialmente.

–¿Por qué motivo considerastéis oportuno incluir el factor que relaciona la comida con el sueño y los tumores en el estudio ?

–Nosotros teníamos dos referencias previas. Una es que sabíamos que el hecho de trabajar de noche o trabajar por turnos aumenta el riesgo de tumores de mama y de próstata. Es decir, la alteración de este reloj biológico a consecuencia de trabajar por las noches en lugar de dormir, supone un aumento de ese riesgo. Dos, en estudios experimentales con animales se vio que los ratones tienen el ritmo biológico cambiado. Los ratones son animales nocturnos, de manera que si les das la misma dieta por el día y por la noche, los de día, como no es su ritmo habitual, tienen mayor tendencia a tener obesidad. Entonces, con esto, decidimos evaluar las horas de la comida y el sueño en relación con los tumores de mama y próstata

¿Cuáles son las principales conclusiones de esta investigación?

–Hemos visto que la gente que tiene tendencia a cenar pronto, antes de las 21 horas, y además a dejar un intervalo largo entre la cena y la hora de irse a dormir tiene menor riesgo de cáncer de mama y de próstata comparado con la misma persona si hace la cena más tarde y se va a dormir en seguida,

–¿Y cómo se explica a nivel médico esta relación que se establece entre los horarios de las comidas y el sueño con el riesgo de padecer cáncer?

–Nosotros tenemos lo que se llama comúnmente «reloj biológico». Este reloj biológico está adaptado a las horas del sol y el hecho de hacer actividades en horario nocturno, seguramente puede estar afectando a nuestra capacidad de metabolización de los alimentos. Nuestra capacidad de metabolizar, de digerir la comida, es mucho mayor durante el día que durante la noche, simplemente por este reloj biológico que tenemos.

–¿Se podría decir que la conclusión del estudio indica que en España deberíamos cambiar nuestros horarios y adaptarlos más a la tónica europea?

–Este es el primer estudio que ha visto esto y aún no podemos poner una hora exacta en la que convendría cenar, aunque idealmente deberíamos seguir los patrones de luz. En cualquier caso, nosotros no tenemos unos horarios tan distintos a los europeos: por nuestra localización geográfica deberíamos seguir la hora de Londres y Portugal, lo que pasa es que estamos con la hora del resto de Europa. Entonces lo que deberíamos hacer es adaptarnos a los ritmos de luz. Estaría bien replicar el estudio en países en lo que se cena antes, así como hacerlo con otros tipos de cáncer más allá del de mama y próstata, que son los que más se han asociado con la disrupción del círculo circadiano en trabajadores de noche

–¿Y ahora qué?

–Este estudio se tiene que replicar en otras poblaciones. Necesitamos más estudios. Y si estos resultados se confirman en investigaciones posteriores, deberíamos incluir entre las recomendaciones para reducir el riesgo de sufrir cáncer las horas en las que comemos. También estaría ver cuáles son los marcadores moleculares o la expresión de los genes en distintos momentos.