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Rafel Nadal: «El siglo XX fue una época de superación y perseverancia»

Rafel Nadal: «El siglo XX fue una época de superación y perseverancia»
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Regresa a la narrativa con «Quan en dèiem xampany» (Columna) donde se basa en la historia de su bisabuelo Francisco Oller. Su obra anterior, «Quan érem feliços», con la que ganó el Pla, también se inspiraba en su pasado familiar. ¿Quería seguir esa línea de exploración de su pasado desde el principio?

– Es una consecuencia del libro anterior. En el momento en el que lo hacía, escribí un capítulo sobre la parte francesa de la familia y me topé con el personaje del bisabuelo, este hombre que a los 16 años se queda huérfano de padre y madre, emigrando solo a Francia donde prosperó. Me interesó explorar esa historia, pero tenía la sensación que no me convenía porque «Quan érem feliços» intentaba explicar la Cataluña de posguerra y aquella pequeña burguesía de provincias. En ese momento irme a otra ciudas de provincias, en Francia, como Reims, y a una época tan atrás, suponía perderse.

– En la nota final del libro habla sobre la investigación que ha realizado para su libro. ¿Cómo ha sido la experiencia de bucear en ese pasado familiar?

– Por una parte, hay una memoria oral importante en una familia de doce hermanos como la mía. Eso es algo que está muy presente porque todavía nos reunimos todos los sábados a comer, somos cuarenta en la mesa y la memoria está muy viva. Después me ha ayudado mucho la correspondencia familiar y la comercial de la empresa. Me encontré que las cartas de mis familiares y las que se dirigían a proveedores, clientes y compradores están cargadas de historias personales. Las gentes se intercambiaban datos e incluían detalles de sus propias vidas. He podido reconstruir ese hilo personal en esos documentos. También he ido a Reims y he buceado en la ciudad, sobre todo en lo relacionado con la Primera Guerra Mundial.

– El libro es un retrato familiar, pero también hay una crónica de algunos acontecimientos importantes en la historia europea del siglo XX.

– Sí, pero ha sido sin la voluntad de hacer una novela histórica. No pretendo hacer el relato completo de lo que ha pasado durante el siglo XX en Europa sino simplemente es el paisaje en el que pasan todas las cosas que viven los personajes. Siempre están presentes la convulsiones de ese tiempo en el continente, pero también los brillantes a nivel de creatividad y fiesta, sin olvidar las tragedias.

– ¿Se puede aprender algo de esas tragedias, como las crisis económicas, para el siglo que estamos viviendo?

– Hay un paralelismo evidente para circunstancias diferentes. Hay muchos personajes en la novela que emigran al no encontrar futuro aquí. El lector puede aprender ese afán de superación y perseverancia.

– ¿Cómo ha variado la imagen que tenía de Francisco Oller tras concluir el libro?

– No tenía mucha imagen de él. Lo que sí sentía era una gran curiosidad y solamente tenía el prototipo de la persona que se hace a sí mismo, que es huérfano de padre y madre, que se marcha de su país y consigue salir adelante. En Francia se casa con una chica que es de Girona y ambos deciden hacerse franceses. Eso me interesó enseguida. Cuando me he acercado y lo he comprendido he visto una persona que impone el sentimiento de la creación y superación de la empresa ante la vida personal. Después el libro pasa mucho a sus tres hijas que heredan esas mismas características, pero aunque sacrifican su vida privada encuentran espacios de libertad muy potentes para su privacidad. Son tres mujeres con carácter muy fuerte que acaban haciendo lo que quieren pese a las convenciones de la época. Fueron capaces a dar un golpe y negarse a lo que la tradición les marcaba con toques personales que intento definir en el libro.