Literatura

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Un género, dos géneros, tres géneros...

Novelas negras de ciencia ficción, romances con trasfondo histórico y gotas de thriller, la moda del «cross-genre» se multiplica en las librerías.

El steampunk ha hecho coincidir los códigos de la ciencia ficción en entornos victorianos como en «La liga de los hombres extraordinarios».
El steampunk ha hecho coincidir los códigos de la ciencia ficción en entornos victorianos como en «La liga de los hombres extraordinarios».larazon

Novelas negras de ciencia ficción, romances con trasfondo histórico y gotas de thriller, la moda del «cross-genre» se multiplica en las librerías.

Lo más fascinante del mundo es la taxonomía, cómo definir y clasificar en un mismo grupo determinados seres vivos u objetos. La mayoría podemos saber lo que es un hombre, pero si un hombre tiene tres cabezas, ¿todavía es un hombre? ¿Y si una de ellas es la de un loro? ¿Y si las otras dos odian a los loros? Muy pocos hombres odian a los loros. Quizá este hombre con tres cabezas tendría que tener otro nombre y la taxonomía se lo daría. ¿Qué tal homolorus? Por qué no. y es esta arbitrariedad lógica lo que hace tan fascinante a la taxonomía.

La taxonomía haría bien en revisar estos días la clasificación y descripción de los géneros literarios, porque todo está tan mezclado y adulterado que los significados se pierden. Tomemos por ejemplo al fabuloso libro «Jonathan Strange y el señor Norrell» (Salamandra), de Suzanne Clarke, donde podemos contar, entre otros, novela histórica, fantasía, romance, ucronía y hasta thriller, ¿No sería mejor certificar la muerte de los géneros de una vez y no volverse loco? Puede ser, pero lo cierto es que los géneros existen, sus códigos son aceptados y sobreutilizados, y sobre todo siguen teniendo fanáticos. Quién sabe, los lectores de fantasía quizá se apunten a la novela histórica gracias a libros como «Jonathan Strange...».

Los géneros certifican unas leyes del juego tan fijas y reconocibles que permiten a la imaginación volar más libre. Tiene sentido que una sóla novela engulla múltiples géneros, la imaginación todavía estará más libre. Sujeta a estos códigos, las novelas paradóxicamente son más libres para ir más allá de lo real, sin tantas contenciones como sufre la llamada «ficción literaria». Por otra parte, ésta ficción literaria parece sólo aclamada si hace referencia a un acontecimiento histórico cercano, a la que añadirá unos personajes con problemas, alguna historia de amor, y tal vez un misterio, así que también sería un género según la taxonomía literaria.

Uno de los grandes ejemplos de «cross genre» es el ya clásico «El tiempo de la noche», de William Sloane, que acaba de recuperar la editorial Minotauro. Publicado en 1937, la novela mezcla fantasía, terror, ciencia ficción y noir en un mismo suspiro, con la historia de la misteriosa muerte de Jerry Lister, y que Stephen King, el gran tótem del cross genre de la actualidad, calificó como «una de las mejores novelas de terror del siglo XX». Está bien que de todos sus elementos, King escogiese el terror, pero lo que no hay duda que es la mejor novela de fantasía, terror, ciencia ficción y noir del siglo XX y quién sabe si de la historia.

La mezcla de géneros puede estar perfectamente fusionada o, como si fuese los diferentes departamentos de una librería, bien ordenada y diferenciada. Éste sería el caso de «El atlas de las nubes» (Duomo), de David Mitchell, en la que seis historias diferentes se entrecruzan para proponer un juego fáustico. Cada historia está labrada según sus propios códigos y allí aparecen desde ciencia ficción distópica a sátira histórica, pasando por noir o romance.

Por último, hay quien lleva el cruce de géneros todavía más lejos y mezcla ficción con no ficción, literatura de viajes y memorias. Éste sería el caso de W. G. Sebald con obras maestras como «Austerlitz». También raro raro raro es «Autobiografía de rojo», (Pre textos) de Anne Carson y su mezcla de poesía y ficción.