Política

Barberá usará a Margallo para convencer a Pastor de priorizar la dársena y el Mercado

La Razón
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Que la última visita a Valencia de la ministra de Fomento, Ana Pastor, no satisfizo a la alcaldesa Rita Barberá es un secreto a voces.

Que la última visita a Valencia de la ministra de Fomento, Ana Pastor, no satisfizo a la alcaldesa Rita Barberá es un secreto a voces. Pero lo que no había trascendido del encuentro relámpago del lunes es la escasa voluntad de la ministra para desbloquear un par de temas que la primera edil considera inaplazables.

Pastor acudió a la llamada de los empresarios valencianos y, de la mano del presidente Alberto Fabra, defendió ante ellos el Corredor Mediterráneo. Nada dijo de que cuándo y cómo cedería el Gobierno -a través de Puertos del Estado- el suelo de la marina Real Juan Carlos Primero -que lleva ya un retraso de un par de meses- y tampoco de la finalización de las obras de la línea 2 de metro, que considera fundamental para el desarrollo económico de la ciudad y el impulso definitivo al Mercado Central.

Ambos asuntos traen a Barberá de cabeza. Tanto es así que, ante el desplante ministerial, que, según fuentes municipales, no pudo aceptar la invitación de la alcaldes «por problemas de agenda».

No obstante, el empecinamiento de Barberá es tal que ya anda buscando apoyos y ha encontrado en el ministro José Manuel García-Margallo el aliado perfecto. El titular de Asuntos Exteriores, cuya segunda residencia se encuentra en Xàbia, al igual que la de la alcaldesa, tiene previsto visitar Valencia el próximo mes con motivo de las Fallas, ocasión perfecta para que Barberá ponga en marcha su campaña de defensa de las prioridades de la ciudad.

Mientras, la primera edil continúa con una discreta agenda que ayer la llevó a supervisar la finalización de los trabajos de regeneración las dunas de la playa de El Saler afectada por los dos buques que quedaron varados a causa de un temporal el pasado septiembre. La recuperación de los 5.400 metros cuadrados de dunas han costado 600.000 euros, que no han supuesto ningún coste para el erario, pues lo han sufragado por los armadores de los barcos causantes.