Patrimonio de la Humanidad
Guerra a tomatazo limpio
Miles de vecinos de Buñol y turistas de todas partes celebran la Tomatina rodeados de grandes medidas de seguridad
Miles de vecinos de Buñol y turistas de todas partes celebran la Tomatina rodeados de grandes medidas de seguridad
Como cada último miércoles de agosto desde hace 72 años, la pequeña localidad valenciana de Buñol asistió entregada a su cita con la guerra a tomatazos que le ha dado fama internacional, pero cada vez más organizada y con mayores medidas de seguridad.
La intensa presencia policial, mayor que en anteriores ediciones, y los controles de seguridad, hasta cuatro consecutivos, a los que fueron sometidos los participantes, fue la nota dominante en la presente edición de esta fiesta, condicionada inevitablemente por los últimos atentados ocurridos en Cataluña.
En los últimos cinco años, la Tomatina parece haber encontrado una fórmula que garantice la continuidad de la fiesta, tras años de excesos y casi hasta hastío de sus vecinos, y un equilibrio entre asistentes, 22.000, y tomates, 160 toneladas (sin contar los que se lanzan desde azoteas y balcones), una cifra que por primera vez en los últimos siete años se mantiene estable.
de broma a patrimonio
La alcaldesa de Buñol, Juncal Carrascosa, recordó ayer que la mundialmente famosa Tomatina «empezó con una broma» hace 72 años y que, tras décadas de oposición de las autoridades, se ha consolidado como una de las fiestas de mayor trascendencia internacional.
El grupo popular en el Congreso ha propuesto que esta fiesta sea candidata a Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por la Unesco. Considera que «a la vista de los elementos y valores» que la integran, «se merece la protección que se otorga a aquellos elementos del llamado patrimonio inmaterial o intangible, por constituir una tradición festiva, cultural y social de gran complejidad y coherencia».
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