Valencia

Osoro, a favor de integrar a la mujer en la jerarquía de la Iglesia

La Razón
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El arzobispo de Valencia, Carlos Osoro, se puso ayer al lado del Papa Francisco y aseguró que comparte «totalmente» sus afirmaciones sobre la presencia de roles machistas en la Iglesia y la necesidad de que la mujer tenga un papel más importante.

Respecto a las palabras referentes al aborto, el divorcio y la homosexualidad, afirmó que «el mensaje de Francisco nos lleva al fondo del Evangelio, nos da pistas y claves fundamentales para trabajar».

En este sentido, señaló que el Papa «lo está haciendo muy bien», ya que «está posibilitando que, a veces, gente que quizás dio las espaldas a la Iglesia se ponga a mirarla otra vez». Para Osoro, esto significa que está interpretando correctamente «la mirada que la Iglesia tiene que hacer sobre los hombres».

Respecto a cómo se podría integrar la mujer en la jerarquía eclesiástica consideró que no se trata solo del poder, sino que hay que ir al fondo de la cuestión «El Papa nos da la vuelta, se trata del servicio, la entrega, el dar la vida».

Asimismo, consideró que su afirmación sobre que nunca ha sido de derechas, únicamente puede entenderse teniendo en cuenta el contexto. Se refiere, a su juicio, a los errores de la dictadura argentina. «Todo lo que ha dicho el Papa sólo se puede entender desde la primera pregunta, ¿quién es Jorge Mario Bergoglio? a la que responde: soy un pecador en el que el señor ha puesto los ojos».

«Esa mirada que el Señor ha tenido sobre él, como sucesor de Pedro, es la que lanza a los hombres, mirada de reconciliación y perdón».

Osoro no cree que nadie pueda decir que la doctrina de la Iglesia o el catecismo condene a nadie, la propuesta siempre es de salvación. «El Papa Francisco nos da una lección con su vida, su forma de actuar y sus gestos».

Preguntado sobre si considera nuevo, renovador o revolucionario el mensaje del Papa, el arzobispo señaló que lo considera «una gracia inmensa para la Iglesia».

Por otra parte, Osoro invitó a leer su pastoral «aunque no se crea ni en las aspirinas», bromeó.

En ella asegura que «ningún cristiano puede permanecer ocioso» y considera que en la historia del siglo pasado se puede comprobar cómo «en los países donde se quiso legalmente suprimir a Dios también se aniquiló la dignidad y la libertad humana».