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Batalla campal en la cárcel de Soto y en Navalcarnero y Valdemoro, a mordiscos
El pasado miércoles no fue precisamente un día de buena convivencia entre presos en las cárceles madrileñas. Hasta tres peleas, con agresiones a funcionarios incluidas, se produjeron en los centros de Navalcarnero, Valdemoro y Soto del Real. En este último centro penitenciario, Madrid V, tuvo lugar la más multitudinaria, cuando dos bandas rivales dentro de la prisión, compuestas por georgianos y dominicanos, se enfrentaron a puñetazos y con armas improvisadas en una de las zonas comunes del módulo 3. Eran alrededor de las 11:00 horas de la mañana y muchos de los internos se encontraban en la sala de televisión. El origen de la discusión podría estar en un asunto «no resuelto» la noche anterior y decidieron limar sus diferencias a golpes. Al parecer, podría deberse a una deuda económica, por temas de trapicheo de drogas o de objetos prohibidos dentro de la prisión (el más común es el teléfono móvil), deudas por el juego o la extorsión. Y es que los sindicatos de prisiones siempre han alertado de que la conducta de los presos no suele cambiar cuando ingresan y suelen repetir los patrones de conducta que tienen en la calle: continúan su actividad delictiva pero en prisión. La pelea –eran una decena de georgianos contra unos ocho dominicanos– fue muy rápida y apenas duró tres minutos, según testigos presenciales, pero fue tiempo suficiente para que se produjeran heridos. De hecho, si los funcionarios de prisiones no hubieran actuado con celeridad, probablemente estaríamos hablando de más heridos o algún daño mayor. Los gritos dieron paso a las manos y, en un momento dado, comenzaron a lanzarse sillas. También utilizaron palos de escoba y fregona, según los testigos, y hasta partieron una mesa de madera, hecho con el que se produjeron las lesiones más graves. Los funcionarios se percataron rápidamente del altercado porque la cabina desde la que los observan se encuentra justo al lado de la sala de televisión. Salieron los dos funcionarios y trataron de calmar los ánimos imponiéndose a voces. Afortunadamente, se hicieron respetar y los presos se callaron, pero tampoco eso era una señal de que hubiera concluido la pelea, por lo que decidieron separarlos rápidamente. Fue necesario el apoyo de los funcionarios de otros módulos para separarlos, según las mismas fuentes: hasta ocho trabajadores. Así, comenzaron a sacar a los presos más conflictivos que habían estado involucrados en la reyerta al hall de entrada del módulo 3. Allí les fueron cacheando y trasladando a la zona de aislamiento, un edificio del centro penitenciario situado a apenas unos 300 metros del módulo del conflicto.
Dos reclusos tuvieron que ser trasladados a enfermería y once de ellos quedaron en aislamiento para evitar que la reyerta se reavivara a lo largo del día. El resto tuvieron que ser repartidos por diferentes módulos porque ya no cabían en la zona de aislamiento. Los funcionarios destacaron ayer el grado de «camaradería» que existe, especialmente en esta prisión, entre los reclusos de origen dominicano. Aunque en general siempre tienden a unirse por nacionalidades, la comunidad dominicana hace «piña» de forma particular y la lealtad es especialmente importante para ellos.
El sindicato de prisiones Acaip denunció ayer el problema manifiesto de seguridad que supone la falta de personal en las cárceles madrileñas. En este caso concreto, los funcionarios aseguran que se vieron desbordados y que una veintena de presos tan alterados podía resultar peligroso. «Acaip quiere denunciar la endémica falta de personal que padece la prisión de Soto del Real desde tiempos inmemoriales, que en muchas ocasiones del año no se cumplen los servicios mínimos que la Administración nos exige en caso de huelga, a pesar de haber sido considerado por ley un servicio público esencial», explicó el sindicato en un comunicado.
Y es que en el módulo 3 del centro penitenciario Madrid V hay unos 130 presos. Es bastante habitual que se produzcan peleas entre ellos, lo que muchas veces supone un problema de seguridad para el resto de reclusos y para los funcionarios de prisiones, que no estarían preparados para evitar las reyertas. «Afortunadamente nos suelen respetar bastante y tenemos que ganarnos la confianza de los presos veteranos, que son quienes harán que el resto te respete», comenta un funcionario. Además de la falta de personal, que repercute en la seguridad de presos –responsabilidad de Estado– y de los funcionarios, el sindicato se quejó de los escasos medios de seguridad con los que cuentan.
«El aislamiento en Soto está mecanizado y no es necesario el contacto físico. Deberían existir este tipo de mecanismos en el resto de centros». También denunciaron la mezcla de presos que existe en los centros penitenciarios. «En teoría, tanto en Soto como en Valdemoro había separación para los presos preventivos y para penados pero eso no se cumple».
A mordiscos en Navalcarnero por una televisión
El pasado 4 de marzo los presos madrileños estaban bastante revueltos. Si por la mañana se produjo la batalla campal en la cárcel de Soto, poco después, a eso de las 12:00 horas del mediodía, un recluso de Navalcarnero se lió a mordiscos contra todo el que se cruzara a su paso, ya fueran compañeros o funcionarios. Y todo a causa de un conflicto por la reparación de una televisión. El preso, al parecer, no se encontraba conforme con lo acordado o la televisión no funcionaba del todo bien, por lo que inició una discusión contra en funcionario del economato y, sin perder la calma, le tiró el electrodoméstico en cuestión al funcionario, que le provocó una brecha en el labio. Dos funcionarios que acudieron a ayudar a su compañero agredido también fueron atacados, esta vez a mordiscos. La misma suerte corrió otro preso que se encontraba trabajando en la cocina: se llevó otro mordisco de considerable profundidad y dimensiones, según el sindicato de prisiones Acaip. Cuando los funcionarios intentaron ayudar al primer trabajador agredido con el televisor, el agresor se abalanzó contra uno de ellos llegando a perforar con sus dientes la cazadora y la camisa. El jefe de servicios también fue atacado con el mismo «método»: a éste le mordió en un pie y le rompió el dedo de una mano, según las mismas fuentes. Otro funcionario, aseguran, también fue lesionado en una pierna. Todos fueron atendidos en la enfermería del centro. El interno conflictivo es un preso de primer grado que iba a ser trasladado al centro penitenciario del Puerto de Santa María. Mientras, fue trasladado a la cárcel de Valdemoro y compartirá espacio en el edificio de aislamiento con otro preso de las mismas características que protagonizó el tercer altercado del día en este centro penitenciario. Ocurrió por la tarde y agredió a dos funcionarios, se autolesionó y prendió fuego a la celda en la que se encontraba. El recluso llevaba cuatro días «alterado» e intentando pelear por cualquier motivo porque iba a ser trasladado de centro penitenciario y quería oponerse, según fuentes de Prisiones. Incluso fingió haberse tragado unos cristales –tras romper los cristales de su celda– para ser ingresado en un centro hospitalario. En su celda quemó el colchón y la ropa de cama y los funcionarios tuvieron que desalojar al resto de internos de la planta. Tres celdas quedaron totalmente inutilizadas. Los funcionarios denuncian que la situación en esta prisión es tan insostenible que el subdirector de seguridad del centro dimitió hace un mes.
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