Arganzuela

Cae la banda «revienta- trasteros» de Vicálvaro

La Policía Nacional detiene a tres individuos acusados de más de una docena de robos en el último mes. Su principal objetivo eran bicicletas. Entre todos, uno de ellos mujer, suman 93 antecedentes policiales

En una noche podían llevarse hasta cinco o seis bicicletas de alta gama
En una noche podían llevarse hasta cinco o seis bicicletas de alta gamalarazon

Arrasaban en los trasteros porque sobre todo iban buscando bicicletas y saben que mucha gente las guarda en estos cuartos. Los agentes de la Policía Nacional detuvieron la semana pasada a tres individuos por la comisión de, al menos, una docena de robos en trasteros de Vicálvaro. Se trata de Ezequiel M. C., madrileño de 27 años y con nada menos que 46 reseñas policiales en su ficha, la mayoría por robos con fuerza; Javier P. M., también madrileño de 41 años y con 32 antecedentes por robo o apropiación indebida, y María Teresa I. Ortiz, una malagueña de 49 años con 15 reseñas por apropiación y resistencia a la autoridad, entre otras.

La banda llevaba un mes sin dar tregua a los trasteros de las comunidades de vecinos de la calle Minerva, en el distrito de Vicálvaro, una zona un poco conflictiva, según fuentes policiales. La época coincidía con los días previos a Reyes, cuando mucha gente guarda los regalos comprados en los trasteros. Sin embargo, el objetivo prioritario de estos tres individuos eran las bicicletas, a pesar de la dificultad de pasar inadvertidos, cargándolas, a la salida de las urbanizaciones. No obstante, las mancomunidades tienen entrada y salida a varias calles, por lo que trataban de utilizar distintos accesos en su huida.

Las denuncias por robos en trasteros habían aumentado de forma espectacular en la comisaría de San Blas-Vicálvaro, pero los vecinos y víctimas de los robos, en muchas ocasiones tardaban en darse cuenta varios días, incluso semanas, de que habían entrado en los cuartos trasteros. Y es que, con el objetivo de que los saqueos pasaran inadvertidos el mayor tiempo posible, los cacos tenían la «costumbre» de volver a colocar de forma correcta los bombines de las puertas que previamente habían arrancado para acceder al interior. De esta forma, muchas víctimas que pasaran por la zona y su trastero no hubiera sido tocado por los ladrones, no se percataban de los robos ni de que por allí hubiera pasado ningún amigo de lo ajeno.

Pero también utilizaban el método del resbalón, según fuentes policiales. Es decir, que si no conseguían abrir tras meter alguna tarjeta por la ranura de la puerta, pasaban al plan «b», menos ortodoxo, que era reventar directamente la cerradura.

Ezequiel, Javier y Teresa tampoco tenían un horario fijo de actuación, un detalle que trajo de cabeza a los investigadores que comenzaron a seguirles la pista tras varias denuncias por hechos similares en muy poco espacio de tiempo. Eso sí, la noche era su principal aliada porque no levantaban sospechas entre los vecinos y pasaban más inadvertidos al ir semicamuflados con las capuchas de las sudaderas puestas. Así trataban de burlar las cámaras de videovigilancia que algunas urbanizaciones tenían instaladas. El modus operandi solía ser el mismo: uno de ellos saltaba la verja y abría la puerta a sus compañeros. Accedían al interior de los portales tras la entrada de algún vecino o en aquellos que sabían que la puerta solía quedar mal cerrada. Tras reventar los bombines de las puertas y llevarse todo lo que vieran de valor (o de ser susceptible de colocar en el mercado negro) salían de la urbanización por una puerta distinta a la que habían entrado. En una noche podían llegar a actuar varias veces. Normalmente, se quedaba uno sujetando la puerta para, una vez sacadas las bicis, volver a por otro trastero en el que hubieran visto mercancía de valor.

Los agentes les siguieron la pista a raíz de encontrar algunas de las bicis sustraídas en los alrededores. Eran modelos de gran valor económico, superando muchas los 2.000 euros. Tras establecer un adecuado dispositivo de seguimiento, los agentes de la comisaría de San Blas-Vicálvaro lograron identificar a los autores de los robos. Poco después, se practicaron las detenciones. Sólo era una más de las decenas de reseñas que acumulan (entre los tres llegan casi al centenar) porque a Ezequiel, por ejemplo, le acababan de detener sólo en este mes en dos ocasiones por hechos similares (el día 3 y el día 14 de enero las dos últimas veces antes de ésta). Otra de sus últimas actuaciones fue con Javier y con otros cinco compinches el pasado mes de noviembre, cuando les imputaron la comisión de cerca de 200 robos a trasteros en Usera, Villaverde, Arganzuela y Centro. La banda era experta en entrar en estos cuartos y podían pasar semanas o meses enteros sin que se percatasen de los robos, lo que complica la investigación policial una vez que al interponer la denuncia en comisaría la víctima no sea capaz de concretar la fecha de comisión del robo.

En 10 minutos

La banda actuaba siempre igual. En las imágenes se observa cómo actuaban dos de ellos, Ezequiel y Javier, en otros robos. Uno de ellos salta la verja y ya desde dentro abre la puerta al resto. En cinco minutos vuelven a aparecer ya con bicicletas. Uno de los individuos sujeta la puerta para volvetr a entrar y seguir con más trasteros. En una noche podían llevarse hasta cinco o seis bicicletas de alta gama