Asamblea de Madrid
Cifuentes deja dudas en el PP
Génova cierra filas por miedo al desgaste electoral en Madrid y espera que «escampe el temporal sin daños irremediables»
Génova cierra filas por miedo al desgaste electoral en Madrid y espera que «escampe el temporal sin daños irremediables».
Mariano Rajoy necesita taponar cuando antes la crisis que le ha abierto en la Comunidad de Madrid la polémica sobre las presuntas irregularidades en las asignaturas de un máster que la presidenta autonómica, Cristina Cifuentes, cursó en la Universidad Rey Juan Carlos. El PP está instalado en el miedo a las elecciones autonómicas y municipales del año que viene y dentro del partido barajan con pavor la posibilidad de que el desgaste se pueda llevar también alguno de los feudos que consiguieron salvar de la «quema» de los anteriores comicios. Hay muchos nervios en Murcia, y también crece la presión en Madrid de acuerdo con los sondeos que manejan.
En el caso del PP madrileño la situación la agrava la guerra interna del mando actual con las cenizas de la etapa de Esperanza Aguirre. La «lideresa» estuvo muchos años en el poder y controlando todos los resortes del partido, y además del juego sucio con la información de aquella etapa que ha quedado tan marcada por la corrupción, también hay un factor de «venganzas personales» que hacen temer lo peor en la dirección del partido. Los procesos judiciales que afectan a los «hombres fuertes» del «aguirrismo» están abiertos en canal y de ahí temen que sólo pueda salir «más basura que perjudique a las siglas».
La primera reacción a la polémica sobre el máster de Cifuentes fue el desconcierto, y el silencio. Las explicaciones llegaron tarde y fueron contradictorias, pero el PP ha optado finalmente por el camino de cerrar filas para ver si es posible que «escampe el temporal» sin «daños irremediables». Hay dudas serias sobre esas explicaciones, pero la decisión orgánica es mirar para otro lado e intentar levantar un muro de contención frente a la presión creciente contra Cifuentes. Que hay campañas para desgastarla políticamente no lo pone nadie en duda dentro del PP, pero tan cierto es eso como que sus justificaciones y la documentación ofrecida han dejado muchas lagunas sobre las que se prefiere de momento, oficialmente, echar tierra para ver si con la Semana Santa de por medio, y la rapidez de la actualidad política, «el lío de estos días» queda en el olvido a la vuelta de las vacaciones.
No lo tienen fácil, porque la oposición, sobre todo Ciudadanos, no va a ceder tan fácil la presa. En el PP lo saben, pero también cuentan con que al partido de Albert Rivera no le interesa romper la cuerda y provocar la caída del Gobierno de Cifuentes al retirarle su apoyo en la Asamblea. Miden votos, advierten en las filas populares, y forzar tanto las cosas podría dañarles en sus expectativas «dentro de nuestro electorado por la inestabilidad que provocaría una decisión como ésa». Ahora bien, que por delante queda una «travesía por el desierto» no lo duda nadie. «En esta historia del máster habrá que ver hasta dónde llega y cómo la seguimos aguantando. Es un problema porque mina la credibilidad de la palabra de la presidenta en medio de todo el follón sobre la corrupción de la etapa de Aguirre», admiten. Pero, al mismo tiempo, Génova necesita que Cifuentes aguante porque en estos momentos no hay «plan B» ni alternativa a que sea ella la que repita como candidata en las próximas elecciones. Fue la apuesta contra el criterio de Aguirre, la salida al «aguirrismo», y abrir un nuevo proceso de discusión sobre el liderazgo, sin que haya llegado a asentarse la transición a esta nueva etapa, plantea una «crisis importante».
Una cosa es cubrir el vacío en el Ayuntamiento y otra hacer saltar de nuevo los equilibrios que existen en el PP de Madrid porque la oposición se ha cobrado la cabeza de su actual «número uno». En todo este debate entra, como en todos los que ahora mismo se abren en el PP, la incógnita de la sucesión de Rajoy. Cada vez más presente, y cada vez con más convencidos de que el presidente del Gobierno dará un paso al lado una vez que agote los ocho años de mandato. Sea como sea, lo que es indiscutible es que esta posibilidad está agravando las heridas internas que existen dentro del Gobierno y en la plana mayor del partido. Con posicionamientos claros, como el que ha hecho la secretaria general y ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, al situarse al lado de Cifuentes y dar pábulo a la teoría de que desde dentro le han puesto la zancadilla. Cospedal está en su guerra contra la vicepresidenta, Soraya Sáenz de Santamaría, con el apoyo de algunos de los que se han quedado fuera del Gobierno en los contados cambios que ha introducido Rajoy en su Gabinete. Si no quiere líos, Rajoy «debería ejecutar el proceso, si es su decisión final, con rapidez y por sorpresa, que salga de una reunión, por ejemplo, con los líderes territoriales aunque luego el acuerdo se someta a la escenificación de unas primarias a la manera que prevén los Estatutos», comenta un presidente regional. La batalla que en el anterior Congreso del PP dio Cospedal para mantener la secretaría general aun siendo ministra, hasta forzar al máximo el pulso con el líder nacional, tiene mucho que ver con este futuro abierto del liderazgo del partido. Y en aquella batalla la gota que colmó el vaso fue que también impusiera su continuidad al frente del PP de Castilla-La Mancha. Por cierto, ahí está otra incógnita importante, ya que dentro del partido apuntan a que lo lógico es que ella asuma, por tanto, la candidatura a las próximas autonómicas. No parece que sea una opción que desee, según la información que trasciende desde la dirección de la organización manchega.
En medio de este delicado contexto interno al que se enfrenta el PP llegarán las elecciones andaluzas. Génova está a disposición de su líder regional, Juan Manuel Moreno, «solo ante el peligro», como comentan otros dirigentes territoriales porque es el primero que se va a examinar. El PP sabe que son unas elecciones difíciles ya que todos los sondeos apuntan a una mejora de Ciudadanos sin llegar, de momento, al sorpasso en ninguna capital de provincia. Si eso llegara a producirse, tendría un efecto devastador en las expectativas del PP para las autonómicas y municipales. Andalucía no es Cataluña, y la teoría de que el resultado no es extrapolable al territorio nacional ya no podría sostenerse como argumento de defensa para justificar un mal resultado. Pero, al mismo tiempo, si hay posibilidad de sumar con Rivera, el PP mantiene que a la formación naranja no le quedará otra alternativa. «Se mueven en la confusión. Pero en una comunidad en la que nunca ha habido alternancia, si dejan el Gobierno al PSOE lo pagarían muy caro en las siguientes elecciones».
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