Acoso escolar

El acoso y sus consecuencias sí son evitables

Las muestras de repulsa por la muerte de Arancha invadieron el colegio donde estudiaba la adolescente
Las muestras de repulsa por la muerte de Arancha invadieron el colegio donde estudiaba la adolescentelarazon

Es innegable que falla todo un sistema o que no encajan las piezas o engranajes que lo constituyen. Y con una prevención y un no cruzarse de brazos ante el inicio de un grave problema como es el acoso, las vías de solución serán altamente eficaces. Si el acoso ya es en sí despreciable, en un caso como el de Arancha, una adolescente de 16 años, se suma una discapacidad intelectual y motora por la que jamás se la debería considerar más débil o una presa fácil, sino ayudarla en su integración.

Se despidió de sus amigas por Whatsapp con un «estoy cansada de vivir», que no era más que impotencia e inseguridad, desprotección y nula efectividad del entorno.Sí adoptó un paso adecuado: denunciarlo, contarlo al colegio y a sus padres. Pero un pequeño error fue borrar los mensajes de acoso de alguien ruin, despreciable y acomplejado al que le era más fácil acosar a una persona con discapacidad. Se dice que se informó a la inspectora, lo leyó pero dejó el papel en la mesa, dejando pasar un problema gravísimo como es el acoso, con ese abuso de poder característico del acosador ante su víctima a la que destruye emocionalmente y amedrenta coaccionando, obligando a realizar acciones contrarias a su voluntad, amenazando su integridad y la de sus familiares.

Arancha fue golpeada, insultada, rompieron sus cosas... Pero todo seguía igual y, aquí, la pasividad no puede permitirse. Me imagino el sufrimiento de esta menor cuando se dedicó a cuidar ancianos para ganar los cincuenta euros que luego le pedían. Cuando llamaron al adolescente acosador, su afirmación al ser requerido por el motivo de los insultos fue clara: «Todo el mundo lo hace». Es signo de una patología que no quisieron o no supieron ver. Me pregunto si los compañeros sabían del acoso (como lo demuestra la mención de un nombre al conocerse la muerte de la joven), por qué no denunciaron y no la apoyaron sabiendo que el silencio o indiferencia hace mas insoportable el acoso. El agresor se ha cambiado de colegio, pero después de un suicidio, de una muerte de una joven que debió tener ayuda psicológica, de sus amigos, de la familia, del centro, el cambio de este acosador debió haberse producido al iniciarse y proseguir un acoso, y evitar así lo inevitable: que sucedan hechos fatídicos y lamentables. Tampoco basta con un cambio de colegio: cuando un acosador vuelve a acosar a otra víctima es necesario un examen psiquiátrico y un tratamiento y terapia de una conducta desviada insistiendo siempre en un vocablo esencial en el diccionario de la vida, «prevención», para eliminar otro vocablo, «lamentación».