Abusos a menores

El maestro de piano admite algún «roce o disputa», pero no abusos

Dos de las jóvenes que declararon ayer afirman que los hechos se produjeron en la academia y en una barbacoa en casa del profesor

Javier Rodríguez, padre de una de las jóvenes que declaró ayer / Europa Press
Javier Rodríguez, padre de una de las jóvenes que declaró ayer / Europa Presslarazon

Dos de las jóvenes que declararon ayer afirman que los hechos se produjeron en la academia y en una barbacoa en casa del profesor

Hubo «algún roce o disputa» con alguna alumna que se enfadó con él, pero nada de tocamientos. Es la versión que Andrés Díez, profesor del colegio Valdeluz y de la academia Melodía Siglo XXI, acusado de abusos sexuales continuados sobre 14 jóvenes, dio ayer ante el juez. En su declaración, que se prolongó durante casi cuatro horas, dijo sentirse «confundido y sorprendido» ante los graves hechos que se le imputan e incluso mencionó que detrás de las acusaciones puede estar una campaña de venganza hacia su mujer por su fuerte carácter. La Fiscalía pide para él 69 años de cárcel. Los hechos, juzgados en la sección 23 de la Audiencia Provincial de Madrid, se habrían producido entre 2004 y 2014, aunque hay casos que se remontan a la década de los 90.

El proceso se celebra a puerta cerrada con el objetivo de preservar la identidad de las víctimas. Dos de las jóvenes que declararon ayer afirmaron que los abusos se produjeron en la academia de música, así como en una barbacoa que el profesor organizó en su casa, según informaron a LA RAZÓN fuentes jurídicas.

El acusado llegó puntual a la primera sesión del juicio, que arrancó a las 10:00 horas, aunque entró por el garaje del edificio para evitar ser captado por las cámaras. A las puertas del juzgado, Javier Rodriguez, padre de una de las víctimas –que hoy tiene 28 años y que tenía 14 cuando sucedieron los hechos que se juzgan– afirmaba: «Creo en mi hija, en quien no creo es en él».

Según el escrito del fiscal, «sufrió una serie de tocamientos» cuando recibió clases de Andrés Díez, en la academia. «Me lo contó mi hija durante unas Navidades en casa. Pero pensamos que presentarnos solos ante un tribunal podía ser devastador para ella. Por eso, entonces optamos por el silencio», afirmó este padre. Sí se pusieron en contacto posteriormente con el tutor del Colegio Valdeluz y también con algunos padres, ante la sospecha de que podían haberse producido más casos. Al hablar con otra alumna y ver que el modus operandi se había repetido, optaron por denunciar. «Cuando se lo conté a la tutora se quedó atónita. Este hombre era la persona más querida del centro. Era el alma del colegio», relata. Esta joven «tuvo serios problemas. Empezamos a tener noticias de que algo le pasaba no por los tocamientos, sino por los trastornos alimenticios que sufría y que luego vimos que podían estar relacionados».