Política

Ayuntamiento de Madrid

El proyecto cultural más ambicioso de Carmena, en el olvido

Estaba previsto que en septiembre la Nave 9 de Matadero fuera la sede de la Fundación Sandretto de arte contemporáneo. El PP pregunta hoy en la Comisión de Cultura por un plan que «ha quedado empantanado».

La Nave 9 de Matadero Madrid sigue esperando el inicio de los trabajos de acondicionamiento para acoger la sede de la Fundación Sandretto / Foto: Anuska Sandroni
La Nave 9 de Matadero Madrid sigue esperando el inicio de los trabajos de acondicionamiento para acoger la sede de la Fundación Sandretto / Foto: Anuska Sandronilarazon

Estaba previsto que en septiembre la Nave 9 de Matadero fuera la sede de la Fundación Sandretto de arte contemporáneo. El PP pregunta hoy en la Comisión de Cultura por un plan que «ha quedado empantanado».

Una de las colecciones de arte contemporáneo más importantes de la actualidad, con obras de Damien Hirst, Maurizio Cattelan, Cindy Sherman, Carsten Höler... Visitas especiales para niños, desde guardería hasta Bachillerato. Talleres pensados para aquellas familias que quieran adentrarse en el fascinante proceso de la creación artística. Una cita anual en la que varios jóvenes artistas podrán exponer sus primeras creaciones. Un
«workshop» para que los aspirantes a comisarios de exposiciones sean capaces de desarrollar sus competencias. Y todo ello en un enclave inmejorable: los más de 6.000 m2 de la Nave 9 de Matadero. Todo demasiado bonito como para materializarse, al menos en los tiempos que esperaba el Ayuntamiento.

¿Qué ha ocurrido con la llegada a Madrid de la Fundación Sandretto Re Rebaudengo? Esa es una de las preguntas que lanzará hoy el Grupo Municipal del PP al Ayuntamiento en la Comisión de Cultura. En septiembre de 2017, Manuela Carmena anunció a bombo y platillo el que sería su proyecto cultural más ambicioso: la llegada de esta prestigiosa fundación turinesa, activa desde 2002, y con colaboraciones con instituciones de tanto renombre como la Tate Gallery británica o el MoMA de Nueva York. Lo hizo acompañada de la presidenta de esta entidad, la mecenas Patrizia Sandretto Re Rebaudengo, y la alcaldesa de Turín, Chiara Appendin. El acto tuvo lugar en Matadero, el mismo emplazamiento donde la fundación desembarcaría. Concretamente en su Nave 9, sin uso desde hace años, y que sería cedida a Sandretto por espacio de 50 años. Esta institución italiana invertiría siete millones de euros en su remodelación, que debía estar lista en el plazo de dos años: septiembre de 2019.

Estamos finalizando abril, la legislatura acaba en mayo y, de momento, no se ha empezado a trabajar en la nave. Es más: todo indica a que el Consistorio ni siquiera ha otorgado la licencia de obra a la fundación para empezar a reformar. ¿En qué queda entonces ese compromiso? ¿Qué costes tendrá para las arcas municipales el retraso de las obras?

«El acuerdo del Ayuntamiento con la Fundación Sandretto para rehabilitar la Nave 9 de Matadero es el proyecto artístico y cultural más importante de la legislatura», explica a LA RAZÓN Isabel Rosell, portavoz de Cultura del Grupo Municipal del PP. «La concesión establecía un plazo de 24 meses para finalizar las obras. A un mes de las elecciones, ni se han iniciado ni el concesionario dispone de la preceptiva licencia municipal», añade. Hay que señalar que el PP no sólo no se opone a la llegada de la fundación a la capital, sino que cree que su presencia puede resultar enormemente beneficiosa para la ciudad. Pero, en opinión de Rosell, «es obvio que la señora Carmena tampoco ha sabido impulsar y gestionar este gran proyecto artístico para la creación de un centro vivo para la promoción del arte actual en Madrid, a partir de una de las colecciones privadas más importantes del mundo». Así, nos encontramos «ante una oportunidad perdida de recuperar el impulso internacional del espacio Matadero, y ante otro proyecto de Carmena pendiente y empantanado para el nuevo gobierno municipal».

El día de la presentación, hace ya más de año y medio, la alcaldesa celebraba esta colaboración, ya que era una oportunidad de «abrir las puertas a las colecciones», con el objetivo de que «el arte llegue a todos, una labor para lo que se necesita lo público, lo privado y lo social». Era la primera extensión de la Fundación Sandretto más allá de las fronteras italianas: sus dos únicas sedes se encontraban en Italia, concretamente en el Palacio Re Rebaudengo, en Guarene d’Alba, pequeño pueblo de las colinas piamontesas, y en Turín. Su presidenta, Patrizi Sandretto, empezó a coleccionar obras de arte contemporáneo a principios de los años noventa y, ante la escasez en su país de espacios dedicados a los artistas emergentes, decidió poner en marcha esta institución, que apuesta por el mecenazgo para la creación de obras. Y por el acceso a la cultura desde edades tempranas: por sus dos museos pasan alrededor de 25.000 niños y sus respectivas familias cada año. De hecho, en su propuesta para Matadero cuentan con un gran peso todas las actividades de carácter pedagógico. Así, iniciativas como «Arte en clase», un servicio gratuito, ofrecen a niños y profesores de Primaria la oportunidad de acercarse a las obras desde un prisma netamente educativo.

En el acuerdo firmado por ambas instituciones, el Ayuntamiento se comprometía a aportar seis millones de euros en la operación, mientras que la fundación invertiría un total de 237 millones en esos 50 años de cesión. En esa cantidad está incluida el valor de la colección, tasada en unos 60 millones de euros. La memoria económica del proyecto recogía incluso las tarifas por las entradas: tres euros la general, uno la reducida –para mayores de 65 años, familias numerosas y titulares de carnet joven o de estudiantes– y un ticket gratuito
–para menores de 18, personas con discapacidad, en situación de desempleo, etc–. También había una estimación del número de visitantes: unos 120.000 durante el primer año de actividad.

Del mismo modo, estaban proyectadas las que serían las actuaciones en materia de rehabilitación. La Nave 9, antaño mercado y matadero de aves, contaría con un acceso principal por su cara oeste, dejando las tres fachadas restantes para sus entradas secundarias. El espacio central de exposición constaría de un área diáfana de unos 750 m2 y su renovación implicaría la reconstrucción del forjado. En esta primera planta, el recorrido cultural continúa en otra sala superpuesta, de idénticas dimensiones. Además, la cubierta del edificio se equiparía para poder permanecer abierta al público, lo que daría pie a la instalación de una terraza. Salas polivantes, salas de exposiciones audiovisuales y virtuales, aulas y talleres, auditorio y sala de conferencias, tienda, restaurante, cafetería... Sobre el papel, la Nave 9 tiene todo lo necesario para acoger un museo de arte contemporáneo atractivo y moderno. Pero su futuro, al menos a corto plazo, sigue siendo incierto.