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Esperanza Spalding justifica su fama

Veranos de la Villa. Músicos: Esperanza Spalding (voz y contrabajo), Leo Genovese (piano), Ricardo Vogt (guitarra), Lyndon Rochelle (batería), Tia Fuller (saxo alto), Daniel Blake (saxo tenor), Jeff Galindo (trombón), Corey King (trombón), Igmar Thomas (trompeta) y Leala Cyr (trompeta). Teatro Circo Prince. 14-VII-2013.

La cantante de Portland, anoche, durante su concierto en el Teatro Circo Price
La cantante de Portland, anoche, durante su concierto en el Teatro Circo Pricelarazon

Esperanza Spalding fue la primera artista de jazz en llevarse un Premio Grammy al músico revelación del año. Conviene desconfiar de estas cosas, pues cada tanto a la industria del disco le gusta promocionar a un artista con buena pinta y capaz de conectar con un sector poblacional muy concreto que todavía tiene esa ocurrencia de comprar música. Pues con esta chica sí que acertaron porque es muy buena.

Así lo demostró anoche en el Teatro Circo Price, un lugar estupendo para escuchar música y que los artistas busquen la inspiración. Salió esta jovencita de 28 años con su vestido rojo y su melena grotescamente «afro» para dejar buenas muestras de su enorme talento. Desde su inicial instrumental «Us» hasta su pieza final, «I know you know», se pudo ver que Spalding es pasado, presente y futuro. Hace lo que Charlie Mingus y Ella Fitzgerald hubieran fabricado de haber nacido en esta era.

Cuando esta oriunda de Portland coge el bajo eléctrico, es capaz de resucitar a cualquier muerto con su «funk» y sentido del ritmo. Ocurrió en «I Can't Help It», la pieza de Michael Jackson que ella reinventa de manera tan respetuosa como atrevida. Pero todavía más emocionante es cuando levanta su contrabajo y ejecuta piezas más reposadas, como «Hold On Me», donde el pulso entre instrumento y voz remite a lo mejor que haya dado el género.

La audiencia asistió estupefacta al desarrollo de un concierto tremendamente equilibrado, con tiempo para todo. Desde la excitación al deleite. El recital transcurrió entre grandes picos emocionales con cumbres como «Crowned and Kissed» o «Black Gold», hasta llegar a un momento tan logrado como «Endangered Species», previo al bis de «I Know You Know».

Junto a ella estuvo una banda magnífica, capaz de encontrar su sitio y a la que Spalding concede el protagonismo merecido. Aunque lo realmente demoledor aparece cuando la bajista ejerce de líder y asume el peso del tema, con esos duelos de voz y bajo tan espléndidos.

Fue un concierto compuesto casi íntegramente por los temas de «Radio City Society», el álbum que la ha puesto a jugar directamente en otra liga, junto a los más grandes del género. Normalmente conviene desconfiar de los artistas que llegan precedidos de una fuerte campaña y halagos de diversa y sospechosa procedencia. No es el caso. Spalding es buena de verdad.