Comunidad de Madrid

La gota que colmó la paciencia de Botella

Cansada de los codazos y la búsqueda pública de aspirantes, presentó sus quejas y adelantó los tiempos

La Razón
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Quienes conocen a Ana Botella saben que es la templanza en persona, especialmente cuando se trata de cuestiones de partido, puesto que, por encima de muchas cosas, la alcaldesa de Madrid antepone su lealtad a las siglas a las que se afilió en 1978, cuando todavía era Alianza Popular, y a su ya marido, José María Aznar ni siquiera le conocían en el partido. Lo ha demostrado en infinitas ocasiones, la más notable cuando tomó las riendas de un consistorio en ruinas y nunca se ayudó de las críticas a su antecesor para justificar los recortes que ha tenido que poner en marcha. Pero sobre todo Botella ha demostrado su fidelidad al PP al aguantar estoicamente los intentos de derribo que desde que tomó las riendas ha sufrido desde todos los frentes, en especial, desde su propio partido. Una presión que fue determinante en la decisión que, antes de las vacaciones, tomó con su familia de retirarse de la carrera política. Es por ello que Botella no quiso salir del despacho de Mariano Rajoy este martes sin antes dar un golpe sobre la mesa. La alcaldesa había pactado con Mariano Rajoy antes de verano que no anunciaría su retirada hasta diciembre para no destapar demasiado pronto la caja de los truenos de la sucesión, pero, harta de las zancadillas, se presentó en La Moncloa para trasladar a su presidente que su paciencia se había acabado.

Botella considera que el partido no ha tenido suficientemente en cuenta que recibió un ayuntamiento que era como el Titanic, se hundía irremediablemente. Y logró reflotarlo sin cuestionar en ningún momento a su antecesor. Tampoco puede haber quejas internas de ella. Nunca ha pisado ninguno de los charcos en los que siempre anda metida una formación tan convulsa como la del PP de Madrid. Y eso que casi desde el principio hubo candidatas a quitarle la silla.

Nada más llegar a la Delegación del Gobierno, Cristina Cifuentes revisó con lupa los bajos fondos de la capital. Sonada fue la polémica que protagonizó con Botella, en marzo de 2012, sobre la regulación de la prostitución. Y aquello fue sólo el inicio, puesto que la delegada y la alcaldesa han chocado por las manifestaciones, la Policía Municipal, los Bomberos o la presencia de dos agentes de la Policía Nacional en el Madrid Arena horas antes de la tragedia. El mismo modus operandi utilizó Esperanza Aguirre. Cuando dimitió como presidenta de la Comunidad de Madrid en septiembre de 2012, la alcaldesa todavía no había cumplido un año de mandato y ya entonces Aguirre dijo que, de retirarse en la política, le gustaría hacerlo «en el lugar en el que empezó»: el Ayuntamiento de Madrid. La crítica más dura llegaría también de manos de la presidenta del PP regional cuando puso en duda a Botella por su forma de gestionar la crisis del Madrid Arena. Y todo esto sin una palabra de aliento desde Génova. Esta falta de apoyo, también desde arriba se evidenció a la vuelta de las vacaciones. La secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, daba luz verde a sus rivales: «Que los aspirantes den un paso al frente» fue la gota que colmó el vaso de la regidora. A esto se sumó el rumor interesado de que la vicepresidenta del Gobierno entraba en las quinielas. Botella decidió que ya era suficiente y dio un golpe –probablemente el único– sobre la mesa del PP. Ese día fue el más duro después del de tomar la decisión de irse. Ahora podrá disfrutar de la batalla por su codiciado puesto desde la barrera y con la satisfacción de que al final ha podido manejar los tiempos.