Religion
La lluvia indulta la pasión por el Cristo de Los Gitanos
Por segundo año, la Cofradía de Jesús de la Salud pudo salir, pero tuvo que recortar el recorrido por el mal tiempo
Apenas pasaban las siete y media de la tarde cuando las calles de la Salud y del Carmen se llenaron de devotos, en los aledaños de la Parroquia de Nuestra Señora del Carmen. Detrás de las vallas que marcaban el camino de la procesión, todas las personas allí presentes esperaban con incertidumbre la salida de los pasos del Cristo de la Salud, conocido en Madrid como el «Cristo de los Gitanos», y el de la Virgen de las Angustias.
Una de las mujeres que acudieron a la salida del templo, Victoria, explicó que «parece que este año salen, y eso que el día empezó regular». La verdad es que en las calles más céntricas de la capital cayeron algunas gotas al comienzo de la tarde; sin embargo, media hora antes de que empezara la procesión, cuyo inicio estaba previsto a las ocho y media, parecía que no iba a haber incidencias. Ana, que acompañó a Victoria, no quiso echar las campanas al vuelo antes de tiempo e insistió en que «quedan treinta minutos y hay una nube que se acerca». El ambiente era tranquilo, pero se notaba la impaciencia.
Julio Cabrera, hermano mayor de la Hermandad del Cristo de los Gitanos, aseguró que «lo vivimos con inquietud, por el tiempo, pero lo tenemos asumido». No sería la primera vez que se suspende la salida, la última fue hace dos años. «Todos los hermanos aceptan con resignación que la Junta de Gobierno decida no salir. Con el valor que tienen el Cristo y la Virgen, no podemos jugárnosla a que nos caiga una buena».
Un recorrido más corto
Pasaban los minutos y la tensión era cada vez más palpable. «Que salga ya, que hay que aprovechar que el cielo no llora», se oyó entre los presentes. Finalmente, la Junta aprobó la salida de los pasos, pero hubo que reducir el recorrido –hasta la Puerta del Sol y vuelta– por la previsión de lluvias a las 23:00 horas. En cualquier caso, el ambiente se animaba en la medida en que iban entrando a la parroquia los costaleros y los guardias civiles y policías nacionales, con sus uniformes de gala, que participarían en la procesión. Es más, a las 20:20 horas empezaron a sonar los tambores de la orquesta y eso ya sí que fue la señal de que pronto comenzaría.
Poco después de las ocho y media, la impaciencia se hizo notar más que nunca, pero el momento que todos esperaban llegó un minuto después. Salió un cofrade con la túnica característica de la Hermandad, de color blanco, con el cíngulo, la capa blanca, zapatos negros y el antifaz aterciopelado de color morado, y tras unos bastonazos, el primer paso salió de la parroquia.
Justo en ese momento las calles se quedaron en silencio absoluto y tras unos gritos, se produjo la «levantá» del Cristo. Los asistentes rompieron a gritar y a aplaudir. «Si es que es una maravilla, míralo», declaró Rubén, detrás de la valla que le separaba del Cristo. La orquesta comenzó su recital con el himno de España, al que le siguieron composiciones propias de la Hermandad de los Gitanos, como «Jesús de la Salud», de Pedro Braña, o «Los Gitanos», de Manuel Mejías Pérez.
Se vieron las primeras lágrimas entre los más devotos, que se besaban la mano para poder tocar el paso mientras los costaleros intentaban girar hacia la calle del Carmen, donde, tras una parada al finalizar la primera pieza la orquesta, saltó una asistente entre el público y se «arrancó» a cantarle una saeta al «Cristo de los Gitanos».
Media hora después, la Virgen estaba lista. «A ver si la veo, que el año pasado no pude y fue el primero que la sacaron», aseveró José. Sí que la vio, a las 21:10 horas, más o menos. La Virgen recorrió por segunda vez el centro de Madrid al grito de «¡guapa!». Volvió a sonar el himno y, al encarrilar la calle del Carmen, recibió su saeta. Los 550 hermanos de la Hermandad de los Gitanos» pudieron pasear sus pasos ante los más fervientes seguidores.
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