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La Paloma más castiza
La bajada del cuadro de la virgen más popular puso ayer el broche de oro a las fiestas en La Latina. Miles de madrileños no faltaron a la tradicional ofrenda floral

Aplausos, vítores, emoción y mucho fervor. Como cada 15 de agosto, el día en que prácticamente media España está de celebración, los madrileños también se dieron cita con su «patrona popular»: la Virgen de la Paloma. Como cada año, desde 1923, los Bomberos del Ayuntamiento descuelgan el cuadro como símbolo de gratitud hacia una virgen que, aunque no es patrona de la ciudad, sí es la más popular. Así, exceptuando el periodo de la Guerra Civil –que fue escondido por miedo a que los anticlericales más radicales lo destruyeran–, han sido siempre los funcionarios madrileños quienes tienen tal honor. Lo complicado, aseguran, es bajarla desde los siete metros de altura donde está colocada en la parroquia de la Virgen de la Paloma y San Pedro el Real: además de por sus 80 kilos de peso, por no dañar el resto del retablo. Y, aunque hasta las 20:00 horas de ayer no salió a procesionar, durante toda la jornada fueron miles de fieles quienes continuan con la tradición de hacerle una ofrenda y besarla. «Ni La Almudena ni San Isidro: para mí La Paloma es única. No hay otra. En mi familia es pura devoción lo que sentimos y así lo hemos transmitido a nuestros hijos y éstos a los suyos», comentaba Mercedes entre lágrimas de emoción, ya que este año no había podido llegar antes para coger sitio dentro de la iglesia. Desde primera hora de la mañana, los bancos y cualquier espacio de la pequeña parroquia de La Latina ya estaban copados por los más apegados a la tradición. En el exterior, en la zona facilitada para la ofrenda floral, se iban acumulando los ramos de flores poco a poco, al tiempo que llegan chulapos, chulapas y goyescas, recordando a todos que éstos son las fiestas más castizas y el fervor religioso también deja paso a la cara más popular.
«Selfie-chulapa»
Además de muchos madrileños, cientos de turistas hicieron cola para hacerse fotos con «chulapas» y, por su puesto, los tan de moda «selfies» con cualquiera que llevara la mítica boina castiza, mercadean estos días por vendedores ambulantes. Pero además de trajes regionales, el olor a gallinejas, entresijos y mollejas bañadas en aceite hirviendo también inundaba el ambiente en La Latina. Las jornadas de los puestos de comida son maratonianas: abren poco antes de mediodía y están hasta las 3:00 horas de la madrugada. Despachan ingentes kilos de carne y litros de sangría y refrescos. Uno de los encargados de una caseta comentó a Europa Press que «por lo bajo se sirven unos 20.000 kilos de carne en toda la zona» durante las fiestas. El encargado de una de las churrerías en la plaza de la Virgen de La Paloma explica que «hoy (por ayer) es el día grande, cuando más se consume», pero las horas de más actividad son siempre por la tarde, aclaró. Y es que, si la verbena se alarga, uno nunca puede madrugar mucho.
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