Ayuntamiento de Madrid

Podemos quiere atar corto a Carmena

La recuperación del Belén de Cibeles, el «fair play» con Montoro y la rectificación del polémico reglamento del Pleno han encedido las alarmas en Podemos. El objetivo es controlar la deriva «dialogante» de la alcaldesa.

La alcaldesa conversa con Guillermo Zapata en una imagen de archivo en el Pleno de Cibeles
La alcaldesa conversa con Guillermo Zapata en una imagen de archivo en el Pleno de Cibeleslarazon

La recuperación del Belén de Cibeles, el «fair play» con Montoro y la rectificación del polémico reglamento del Pleno han encedido las alarmas en Podemos. El objetivo es controlar la deriva «dialogante» de la alcaldesa.

Manuela Carmena admite que la Navidad es una fiesta cristiana de arraigada tradición. En la misa de la Almudena, y en su renovación del voto de la Villa a la patrona hizo un discurso basado en el humanismo cristiano y en el ejemplo del Papa Francisco. Carmena recupera este año parte de la Navidad madrileña de siempre. La regidora no comparte –y así se lo ha hecho saber ya a Esperanza Aguirre y a Begoña Villacís– la decisión de su grupo de silenciar a la oposición en los Plenos. De hecho, hoy mismo se reunirá con ellas intentar llegar a un acuerdo. Hizo de tripas corazón en el presupuesto pergeñado por Sánchez Mato, que tuvo que defender de forma indefendible ante Montoro; mantiene contra viento y marea –y contra algunos de sus concejales– las buenas relaciones institucionales, pero sobre todo personales, con la presidenta de la Comunidad, Cristina Cifuentes, con la que comparte alguno de sus sinsabores en la política municipal; y me consta que expresa diferencias con parte de su equipo de Gobierno, aunque esto quede debajo de la mesa del cenáculo de turno.

A medida que la experiencia de Gobierno la ha ido acercando un poco a la realidad de Madrid, la alcaldesa se ha distanciado del núcleo más duro de Podemos en el Gobierno municipal y con el radicalismo de muchas de las actuaciones del mismo. Según afirman sus concejales, esas decisiones polémicas con las que llena todos los días páginas de periódicos, son consensuadas con ella, pero cuando llegan las críticas, la alcaldesa se repliega desdiciendo a sus concejales e incluso a sí misma.

A esa cohabitación incómoda en Cibeles también ha contribuido la situación interna de los podemitas en Madrid. Carmena apostó por una de sus mujeres de confianza, Rita Maestre, pero ésta perdió ante Ramón Espinar, derrota que se vivió intensamente de puertas para adentro en el equipo de Gobierno. Es, sobre todo, a la nueva cúpula de Podemos a quien más le preocupa la deriva «errejonista» de la alcaldesa. Así, mientras que los «pablistas» pelean por «atarla corto» y evitar así que tome posiciones «transversales», los representantes de Errejón en la capital –con Rita Maestre a la cabeza– pugnan por mantener su enorme influencia sobre la ex jueza. En esta guerra, que tiene como escenario de fondo las Asamblea Ciudadana estatal que se celebrará en enero y que se presenta como la batalla final entre Iglesias y Errejón, Carmena sabe que está entre dos tierras. Por eso no se fia ya de nadie. De ahí algunos movimientos que ha realizado en las últimas horas, como la cancelación del viaje que tenía a México para esta semana. Carmena ha decidido quedarse en Madrid porque, tal y como ha informado el propio Ayuntamiento, la primer edil quiere reunirse personalmente con el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna. No ha querido delegar en ninguno de sus colaboradores porque se ha propuesto llegar a un acuerdo para activar la malograda «operación Chamartín». No irá a México, además, porque quiere «estar encima» de la elaboración de los presupuestos y paticipar de forma activa en los actos previos a la Navidad. Dos asuntos que han sido particularmente controvertidos y que Carmena no quiere que sean manipulados.

Cuando llegó a la Alcaldía, fruto de un resultado electoral inesperado, Carmena creyó que el diálogo con la oposición era necesario, incluso balsámico para su Gobierno. Pronto los suyos la convencieron de que el mejor diálogo era mantener relaciones claras e interesadas con el único grupo que podía garantizale la gobernabilidad: el PSOE. A partir de ese momento, la alcaldesa tuvo que plegarse a una política diseñada por su grupo de silenciar a PP y Ciudadanos, hasta llegar al lamentable escenario del pasado miércoles, donde el Gobierno de Ahora Madrid relegaba las propuestas de los grupos de la oposición a la parte informativa del Pleno; es decir, que pasaran de propuestas, a «sugerencias», ni siquiera con rango de «ocurrencias».

Ese núcleo duro tampoco ve con buenos ojos la «complicidad» de la que presume Manuela Carmena con Cristina Cifuentes, y mucho menos los compromisos que de forma personal y casi sin intermediarios puedan adquirir ambas en materia de interés para los ciudadanos.

El reglamento «silenciador»

Carmena tiene varias chinitas en su zapato que no le impiden caminar por sus responsabilidades, pero que la incomodan y, a veces, le producen algún dolor. Esas chinitas tienen nombres y apellidos: Javier Berbero, Mauricio Valiente, Celia Mayer, a veces Rita Maestre, y siempre Sánchez Mato y sus cuentas. El último episodio vivido: el cambio del reglamento del Pleno. La iniciativa de Valiente de relegar las proposiciones de PP y C’s a la parte informativa del Pleno –lo que conlleva a que éstas ni siquiera se sometan a votación– llevó a la oposición a acusar a la alcaldesa de querer «silenciar» sus propuestas y evitar cumplirlas. La oposición amenazaba con ponerlo en manos del Constitucional con lo que Carmena, tal y como informó ayer LA RAZÓN, ha dado marcha atrás y ha cambiado para hoy el orden del día del Pleno para que las propuestas de la oposición vuelvan a la parte resolutiva. Y ha convocado una Junta de Portavoces para tratar de llegar a un acuerdo al respecto.

Las cuentas de Sánchez Mato

El Ministerio de Hacienda está dispuesto a tumbar los presupuestos municipales de 2017 si no se ajustan a las directrices de carácter general sobre techo de gasto. La alcaldesa se reunió con el ministro Montoro para limar asperezas, y ante su presencia, se comprometió a revisarlos. Pero el disgusto manifiesto de Sánchez Mato ante la deriva «dialogante» tomada por la alcaldesa hizo que Carmena tuviera que dar un paso atrás, reconducir su postura y afirmar un día más tarde que se mantenía firme en su proyecto económico.

Las cuestiones religiosas

También podría hablarse de distanciamiento en temas de política urbanística y cultural, en el asunto de la memoria histórica y de la desmemoria con los compromisos adquiridos por la anterior corporación. Pero quizá el asunto que ha supuesto mayor desconfianza de los concejales de Podemos con su alcaldesa, es el que tiene que ver con los asuntos religiosos y las tradiciones de los madrileños en este sentido. Los podemitas no comparten las buenas relaciones de Carmena con la Iglesia y cada día son mayores las presiones para que el Ayuntamiento deje de eximir del IBI a los edificios eclesiásticos. Todo comenzó cuando el pasado año los concejales de Podemos trataron de persuadir a la alcaldesa para que no asistiera a la misa de la Almudena, en la Plaza Mayor. Al final ésta venció resistencias y puso por delante el cumplimiento de las tradiciones por encima del laicismo militante. Este año, el pasado 9 de noviembre, Carmena se impuso en la renovación del voto a la Virgen, hizo un discurso brillante, evangélico y de ensalzamiento de los compromisos del Papa Francisco, con el consiguiente disgusto para buena parte de sus compañeros. Aunque bien es cierto que aún está pendiente de presentarse el programa de la Navidad y que el Ayuntamiento ya ha introducido una celebración pagana, como los festejos para saludar «la llegada del solsticio de invierno», Carmena ya ha anunciado la vuelta de algunas de las tradiciones de la Navidad madrileña, al recuperar el belén de Cibeles.

De cualquier modo, aunque en el núcleo duro de Podemos hay preocupación por la deriva «dialogante» con la oposición de la alcaldesa, la sangre no va a llegar al río. Al contrario. Carmena se mantiene «entre algodones», porque saben que un hipotético abandono les impediría seguir gobernando: PP y Ciudadanos podrían apoyar a un candidato del PSOE. Y este partido, en plena crisis, aceptarlo. Podemos no puede perder su joya de la corona que es el Ayuntamiento de la capital de España. Así las cosas, aunque no corren buenos tiempos para la lírica de la cohabitación de Carmena y su equipo, por interés, todos al final le consientan sus «carmenadas».