Ahora Madrid
Tras la máscara de Carmena
La temperatura en los plenos se ha disparado. La oposición denuncia que la alcaldesa es incapaz de encajar las críticas y utiliza su cargo para acallarlos.
La temperatura en los plenos se ha disparado. La oposición denuncia que la alcaldesa es incapaz de encajar las críticas y utiliza su cargo para acallarlos.
¿Está Carmena más preocupada de suceder a Ban Ki-Moon al frente de la ONU o de convertirse en la futura jefa del «gobierno Frankenstein» que de los problemas de la ciudad? Éstos son dos de los dardos que la líder de la oposición en el Ayuntamiento, Esperanza Aguirre, le lanzó a la alcaldesa en el Pleno del pasado martes. Visiblemente molesta mientras hablaba su rival, Carmena eludió la confrontación en su réplica. Minutos después, eso sí, devolvía el golpe a su manera al no intervenir ni desalojar la tribuna de invitados cuando desde el público comenzaron a abuchear e increpar a los ediles del PP, a los que llegó a advertir con aplicar el reglamento, llamarlos al orden y proceder a su expulsión si no guardaban silencio.
«La alcaldesa no está para llevar las almas de los madrileños al cielo, sino para que Madrid esté limpio y punto», le había espetado Aguirre minutos antes a Carmena en su ya habitual cara a cara en el Palacio de Cibeles. «Querida Esperanza, estimada señora Aguirre, no me disgusta lo que me dice, solamente me sorprende profundamente que ésa sea su línea de actuación política. Ya verán», le contestó la alcaldesa. Como si, de pronto, hubieran regresado al mes de mayo de 2015, ambas calcaron el martes el esquema del primer debate que las enfrentó, con las cámaras de Telemadrid como testigos en plena campaña electoral. Aguirre ya advirtió a la entonces candidata de Ahora Madrid de que «a pesar de que sabemos que es usted buena, muy buena, buenísima, no tiene el monopolio de la compasión». La ex jueza reconoció sentir «pena» al ver a su rival «obligada a decir cosas que no son serias. Son simplezas».
No es baladí el paralelismo 19 meses después. En este tiempo, la temperatura en los plenos se ha disparado a la misma velocidad que, según denuncian desde el PP y C’s, se ha hecho patente la incapacidad de Carmena de encajar las críticas. Fuentes del Grupo Municipal Popular inciden en cómo la alcaldesa se ha ido «crispando» conforme se han hecho patentes «los fracasos de su gestión». Y señalan, desde el entorno de Aguirre, una fecha que ayuda a explicar un antes y un después en su actitud: el mes de marzo. Los errores cometidos en el inicio de la primavera por la delegada de Cultura, Celia Mayer, en la aplicación de la Ley de Memoria Histórica y la crisis interna en Ahora Madrid que siguió al escándalo del carnaval en Tetuán sacudieron el Palacio de Cibeles, incluido el despacho de Carmena. Después han venido más: la crisis de la limpieza, el conflicto con centenares de familias cooperativistas, la paralización de la operación Chamartín y el desencuentro permanente con la Policía.
Aguirre ha puesto contra las cuerdas en más de una ocasión a la alcaldesa al reprocharle sus «sermones» y su «tono admonitorio y recriminatorio» cuando se dirige a la bancada de la derecha: «Aquí no venimos para hacer buenismo». También ha lamentado su falta de cintura cuando se la critica: «Todo el que se dedica a la política tiene que venir llorado de casa», le recordó Aguirre en el Pleno de diciembre. Porque, «detrás de esa forzada contención y esa extraordinaria cortesía, lo que hay es un malestar porque la alcaldesa es objeto de crítica», añadió la ex presidenta regional.
Además de la alergia a toda crítica, desde Ciudadanos apuntan a las trabas que desde el Ayuntamiento ponen a la oposición en su día a día: «A los que nos hemos metido a concejales nos gusta hacer nuestro trabajo. Por eso nos gustaría que se nos tratase con un poco más de respeto», reconoce Begoña Villacís.
En el entorno más cercano a Carmena desmienten el diagnóstico de la oposición. «No le importan las críticas. Lo único que la crispan son los reproches de brocha gorda, cuando los concejales de la oposición no se ciñen a los datos o recurren al insulto o a un tono desabrido», señala un portavoz de la Alcaldía. «Muchas de las cosas que dicen los demás grupos municipales, la alcaldesa es la primera es la que pide después de los plenos que se arreglen», añaden desde Cibeles.
A lo largo de este primer año largo de legislatura, sin embargo, los reproches de la alcaldesa han sido una constante al afear a la oposición lo que, según ella, ha sido una «descalificación sistemática», el empleo de términos «hirientes» o las «chanzas y bromas» a las que han recurrido. Desde el lugar de privilegio, simbólico y físico, que le concede presidir el Pleno –en contra de lo que, por ejemplo, hizo su antecesora en el cargo, Ana Botella–, Carmena no ha conseguido verse liberada de la confrontación política, aunque en ocasiones, como ha ocurrido esta misma semana, delegue en la primera teniente de alcalde. Tampoco ha podido evitar, como le recuerda la jefa de filas del PP de forma recurrente, caer en acusaciones a la oposición: acusó a los populares de insultarla permanentemente e incluso mantuvo en el último Pleno que la suciedad era casi una invención de la oposición.
En el PP son conscientes de que parte de su trabajo de oposición para recuperar su ex feudo pasa por retirarle a la marca de Podemos lo que, en palabras de Aguirre, no es más que un «disfraz».
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