Teatro

Sevilla

Un Hamlet puro y sin barbaridades

El montaje del Teatro Clásico de Sevilla llega al Teatro Fígaro

«Hamlet» llega al Teatro Fígaro después de tres años de éxitos por España
«Hamlet» llega al Teatro Fígaro después de tres años de éxitos por Españalarazon

Dicen desde el Teatro Clásico de Sevilla que con «Hamlet» se han hecho tantas barbaridades que ellos no han querido complicarse la vida y así evitar entrar en esa lista de bárbaros.

Dicen desde el Teatro Clásico de Sevilla que con «Hamlet» se han hecho tantas barbaridades que ellos no han querido complicarse la vida y así evitar entrar en esa lista de bárbaros. Querían ser fieles a lo que Shakespeare contó en su día, a principios del siglo XVII. «Nada más», reconocía a Efe el elenco de la versión de Alfonso Zurro que ahora ocupa el Teatro Fígaro hasta el día 26 y después de más de tres años cosechando éxitos por España. Una obra «archirrepresentada», en palabras de Pablo Gómez-Pando (protagonista de la obra), que han trabajado «desde la humildad y el esfuerzo por dar una visión clara y sencilla del texto».

Situados en el Renacimiento inglés, la venganza, la necesidad de poder y la búsqueda de uno mismo ocupan el centro de la trama que recupera la compañía andaluza y que tiene en el príncipe de Dinamarca a su indudable protagonista, «un hombre sumido en la desubicación, tanto familiar como política, tras la muerte de su padre, el rey, y perder la herencia mientras su madre se casa con su tío», continuaba un actor al que le ha costado meterse en la cabeza del personaje: «Fue difícil. Es un hombre muy inteligente que casi roza la locura. En nuestra versión jugamos con eso hasta el punto de que no se sabe si la locura es fingida o real». Que juzgue el público a unos personajes que se ven «imposibilitados para escapar de un espacio y de un mundo donde siguen con su “ser o no ser”», presentan.

En su búsqueda de venganza, Hamlet estará situado en un espacio escénico en el que han querido dar a los espejos un «papel esencial», cuenta Gómez-Pando. «Reflejando, por el ejemplo, el espionaje constante que se vive en la obra y mostrando de manera metafórica los vicios y virtudes de nuestra sociedad». Pero sin entrar en sesudas reflexiones, puntualiza Amparo Marín (Gertrudis): «Zurro [adaptador y director] ha llenado el teatro de vitalidad y ha construido muy bien el texto».