Abusos a menores
Una víctima al profesor del Valdeluz: «Un beso y abrazo de los nuestros»
Las conversaciones guardadas en el móvil del profesor del colegio Valdeluz imputado por un delito de violación, nueve delitos de abuso sexual y uno de exhibicionismo –según el atestado policial elaborado por el Servicio de Atención a la Familia (SAF) de la Policía Judicial de Madrid– no tienen desperdicio. Andrés Díez mantenía una intensa y muy frecuente comuniciación vía WhatsApp con sus alumnos del colegio y de la academia de música que regentaba, Melodía Siglo XXI. Ahora, han sido aportadas a la causa por su defensa alegando que en ninguna se vislumbra «indicio alguno de delitos de abuso sexual», que en ellas «reina la más absoluta normalidad y cordialidad», que existe el mismo tono con las chicas que con los chicos y que también hay diálogos en el mismo estilo con otras alumnas que no han denunciado. Entre las conversaciones facilitadas al juez instructor se encuentran las mantenidas desde 2012 con ocho de las diez denunciantes. LA RAZÓN ha tenido acceso a las mismas. La conducta con todas las menores es de unas llamativas y generalizadas atenciones hacia ellas. A lo largo de los 50 folios de transcrpción de diálogos, la sensación que desprende Díez es de tratar de ganarse su confianza de forma afectiva y crear un vínculo de dependencia emocional. El imputado las felicita el día de su cumpleaños siempre unos minutos antes de las doce de la noche «para ser el primero»; del mismo modo las felicita la Navidad, Año Nuevo (a las tres de la madrugada en varios casos) y Reyes para interesarse por los regalos. Sus despedidas siempre están llenas de «un beso», «un besazo muy muy fuerte» o «colecciones de besos». También se escribía con ellas durante los fines de semana, cuando están enfermas y a lo largo de las vacaciones de verano se interesa hasta en cuatro y cinco ocasiones por cómo lo están pasando. Díez parece que intenta buscar el lado débil de las menores preguntando en repetidas ocasiones cómo «andan de ánimos» por las noches. Al contrario de lo que afirma su defensa, Díez mantiene un comportamiento mucho más frío con los alumnos varones –uno de ellos pide verle en dos ocasiones para charlar y él no contesta– y también con otras alumnas no denunciantes, a las que sólo ha felicitado cumpleaños. Muchas conversaciones son simplemente acerca de cambios de hora de clase y, en este sentido, hay dos víctimas que parecen evitar acudir a clase. Una de ellas le dice «Me acabo de levantar, no me da tiempo ya a ir». Cambian de día la clase pero la chica vuelve a declinar la cita: « ¿Podemos cambiar la clase? Tengo un examen y quiero repasar». Fijan un nuevo día pero cuando llega el momento dice: «Ayer me puse enferma, ¿podemos dejarlo para la semana que viene?». Días después le dice: «Te importa que estas dos semanas no demos clase? Estoy liada con exámenes». Él acepta pero le recuerda que tienen «tres días pendientes. No lo olvides. No me falles». Durante las vacaciones ella vuelve a «fallar» hasta en tres ocasiones hasta que le dice que no va a ir más. En su declaración la menor denunció, entre otras cosas, que le había introducido los dedos en la vagina y que «en una ocasión la tumbó en el suelo, creyendo que quería mantener relaciones sexuales». Otra víctima, que le acusa de «tocamientos en la zona vaginal» le escribe en una ocasión un problema que tenía con Pilar –la mujer de Díez–. A lo largo de casi un folio la joven explica que no la trata bien en clase, que no le contesta y al final dice que «quizás me guarda demasiado rencor por lo que hice». También le cuenta a su profesor que «mis padres dicen que me vaya de la academia pero hay cosas que me atan». Esta joven aún hoy menor de edad, dijo ante la Policía que llegó a ganarse su confianza a pesar de los tocamientos.
A una de las jóvenes, que le acusó de haberla dado besos en la boca y cogerla fuertemente de las muñecas y el cuello causándole hematomas para realizarle los tocamientos, la felicitó el Año Nuevo a las 3:02 horas de la madrugada y ella le dice en una ocasión: «Andrés ahora a las 7 puedo ir?». Él responde: «Sí. Ven cuando puedas». A lo que ella contesta: «Va, pues ya salgo. Me da vergu...».
Con otra de las denunciantes tiene una relación especialmente extraña por el grado de fluidez y cariño. Ella le acusó de practicarle tocamientos en gluteos, besos en los labios y de que intentaba tocamientos en los pechos y vagina por debajo del pantalón. Resulta llamativo el grado de confianza que mantenían. En un momento dado le dice «Andrés has dicho que te dejabas acosar ¿no? necesito que me des el número de teléfono de...». Días después, ella, ingresada en el hospital le dice: «mañana me hacen un electrocardiograma... que mal suena eso... Un beso y un abrazo de los nuestros». Él responde con un: «Duerme tranquila. Besos». Ahora, es el titular del Juzgado de Instrucción número 13 de Madrid quien debe analizar estas conductas entre este individuo y sus alumnas menores de edad.
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