Teatro

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Los cuarenta se cocinan «al dente»

Carmen Barrantes y Hernán Romero experimentan, con humor, los síntomas de una crisis existencial
Carmen Barrantes y Hernán Romero experimentan, con humor, los síntomas de una crisis existenciallarazon

Dicen que los seres más inseguros son los adolescentes, pero hay quienes se atreven a poner en entredicho esta afirmación. Prueben a reunir en una sala a seis cuarentones y cuarentonas, si puede ser, viejos amigos de la infancia que hace muchos años que no se ven. Para que el experimento refute la teoría anterior, uno de ellos ha de ser famoso, y, a ser posible, tener éxito profesional y personal. A partir de ahí, la tragedia o el conflicto están asegurados: comienza «la crisis de los cuarenta» o «Al dente», una obra escrita y dirigida por Alberto Castrillo-Ferrer –quien ya sorprendió con «Cabaré de caricia y puntapié»– que cuestiona eso de que la época más insegura es la adolescencia.

Chismes y llantos en la cocina

«Cuando estudiamos, todos somos más o menos iguales. Diez años después uno ha entrado en la sociedad de pleno derecho y la vida te ha colocado en algún sitio. Es momento de hacer balance», explica Castrillo-Ferrer. Pero una cosa es repasar la trayectoria de uno mismo sin compañía y otra distinta hacerlo en una cena, con amigos a los que parece que todo les va muy bien. Las comparaciones son siempre odiosas.

La cocina se convierte en el punto de encuentro de los invitados que acuden a una cena que ha organizado Miranda, la perfecta ama de casa. Allí comparten chismes y confesiones, descargan la tensión que la situación les genera, se fuman algún cigarro y reflexionan mucho. «Amor, desamor, miedos, problemas económicos, valentía, rencores... aderezan el día a día del mundo adulto. Todos estos sentimientos permanecen en silencio durante años y cristalizan en esa cena», cuenta su director. La novedad, dice, es que en ningún momento se ve el comedor y que tres de los personajes están presentes sólo a través del texto.

Es «Al dente» porque todos los personajes han cocinado los ingredientes durante años y, finalmente, la olla a presión estalla durante esa velada. También porque están dispuestos a hincar «el dente» a la primera persona con la que se crucen. Así, cada personaje es un espejo para otro, y el conjunto lo son para el público.