Escapada

Ocho días recorriendo el norte de Irlanda e Irlanda del Norte, una experencia inolvidable

En nuestro segundo día en Dublín, visitamos la famosa fábrica de cerveza Guinness Storehouse, una de las atracciones turísticas más populares de Irlanda

Así es Dublín
Una mujer camina por el centro de Galway (Irlanda)larazon

Llevaba años con la idea de visitar Irlanda, pero por unas cosas u otras siempre surgían otros destinos y la isla se fue quedando relegada hasta que este verano decidí que ya no podía retrasarlo más, así que, dicho y hecho, nos fuimos para allá. Como solo podíamos estar ocho días era imposible verlo todo, así que optamos por la zona norte, haciendo un recorrido circular en coche que había de llevarnos, desde Dublín, hasta Belfast, el castillo de Carrickfergus, Londonderry, Wesport, el parque nacional de Connemara, Galway y de vuelta a Dublín atravesando el país de oeste a este. Sin duda, un viaje increible, tanto por las ciudades y pueblos como por los indescriptibles paisajes en el que el verde infinito se prolongaba hasta donde alcanzaba la vista o se fundía con el mar en el horizonte allí donde íbamos bordeando la isla. Y es que el agua juega un papel importante en la isla, ya sea por el mar que la rodea, por los innumerables ríos, las cascadas, la lluvia... Desde Dublín hasta Galway, cada lugar que visitamos tenía algo único que ofrecer, y juntos crearon una experiencia que nunca olvidaremos.

Comenzamos nuestro viaje en Dublín, la capital del país, una ciudad hermosa y vibrante, llena de vida, sabor y color... y mucha música. Del aeropuerto a la ciudad nos trasladamos en una de las líneas exprés que unen ambos puntos y que son rápidas y con buenas frecuencias, además de numerosas paradas por el centro que siempre dejan cerca del hotel. Hicimos una visita guiada nada más llegar con Cecilia, una fantástica guía oficial que puso a nuestra disposición Turismo de Irlanda. Nos ayudó a ver lo más importante de la ciudad y situarnos. Además, nos alojamos en las habitaciones para estudiantes del Trinity College, que en verano hace las veces de hotel y que, pese a estar exentos de lujos, es muy recomendable, pues pocas experiencias hay más increíbles que pasar por la noche por entre los silenciosos espacios de una de las universidades más prestigiosas y antiguas de Europa.

Visitas obligadas en Dublín la catedral de St. Patrick, una impresionante iglesia gótica construida en el siglo XII. A medida que explorábamos la catedral, nos sorprendió la belleza de los vitrales y la impresionante arquitectura de la nave central. Después de la catedral, visitamos el Castillo de Dublín, otro hito histórico importante. Fue construido en el siglo XIII y fue la sede del gobierno británico en Irlanda hasta la independencia de Irlanda en 1922.

En nuestro segundo día en Dublín, visitamos la famosa fábrica de cerveza Guinness Storehouse, una de las atracciones turísticas más populares de Irlanda, y no es difícil ver por qué. El edificio en sí es una obra maestra arquitectónica, y la experiencia de aprender sobre la cerveza Guinness y su historia fue fascinante. Al final de la visita, pudimos probar una pinta de cerveza Guinness en el bar de la azotea, con impresionantes vistas de la ciudad.

Sin embargo, quizás lo que más nos impresionó de la ciudad fue el Libro de Kells (Book of Kells en inglés; Leabhar Cheanannais en irlandés), también conocido como Gran Evangeliario de San Columba, un manuscrito iluminado con motivos ornamentales, realizado por monjes celtas hacia el año 800 en Kells, un pueblo de Irlanda.

El libro –considerado la pieza principal del cristianismo celta y del arte hiberno-sajón– es, a pesar de estar inconcluso, uno de los más suntuosos manuscritos iluminados que han sobrevivido a la Edad Media. Debido a su gran belleza y a la excelente técnica de su acabado, muchos especialistas lo consideran uno de los más importantes vestigios del arte religioso medieval. Escrito en latín, el Libro de Kells contiene los cuatro Evangelios del Nuevo Testamento, además de notas preliminares y explicativas, y numerosas ilustraciones y miniaturas coloreadas. Pero si impresionante es el libro y toda la exposición que en torno a la pieza se ha creada, no lo es menos la biblioteca del Trinity College en la que se encuentra, un lugar mágico y lleno de historia.

También es muy recomendable el EPIC, Museo de la Emigración Irlandesa, situado dentro de la Custom House Quay, a orillas del rio Liffey. Actualmente es un centro comercial pero antaño era un almacén del puerto para vino y tabaco. El museo es un viaje por la historia de la emigración irlandesa, explicando sus causas y consecuencias. Es un lugar muy interactivo y entretenido, aunque el nombre nos diga otra cosa.

Por supuesto, cómo no, no podemos abandonar Dublín sin darnos una vuelta por la zona de Temple, un eje formado por las calles Essex, Temple y Fleet, llena de pubs, lugares donde tomarse una pinta, comer algo y escuchar música en directo. No puede dejar de mencionar otro lugar que me encantó, The Church Cafe, una antigua iglesia reconvertida en un lugar a medio camino entre un pub y un restaurante y en el que pudimos ver bailes tradicionales irlandeses con música en directo. Una pasada.

Después de tres días en Dublín, nos dirigimos hacia el norte a Belfast, la ciudad más grande de Irlanda del Norte. El viaje fue alucinante por los paisajes, con una parada en el antiguo cementerio de de Monasterboice, repleto de cruces celtas antiquísimas, torres y tumbas, que aún se sigue utilizando.

Una vez en Belfast, visitamos el Ayuntamiento de Belfast, una impresionante estructura barroca construida en el siglo XIX. También visitamos la Catedral de St. Anne, que es famosa por su impresionante arquitectura y su hermoso vitral de William Morris. Pero la atracción más impactante fue el Muro de la Paz, un muro de separación que divide los barrios católicos y protestantes de la ciudad. Pudimos ver los murales de propaganda política y las marcas de balas en el muro, lo que nos recordó la importancia de la reconciliación y la paz en la región. Impresionan los muchos murales que salpican la zona, las señales de un conflicto que fue pero que aún está latente, como pudimos ver en las vallas cerradas que dividen zonas de una y otra confesión.

También destaca la zona nueva junto a los muelles, el llamado Titanic Quartier, donde se encuentra el museo del Titanic, los antiguos estudios de Juego de Tronos, un centro comercial o un gran muelle, junto a históricos astilleros aún en funcionamiento.

En nuestro quinto día, visitamos dos lugares impresionantes: el Castillo de Carrickfergus y la Calzada de los Gigantes. El Castillo de Carrickfergus es un castillo del siglo XII ubicado en la costa norte de Irlanda del Norte. Nos sorprendió su imponente presencia y su ubicación junto al mar.

Luego nos dirigimos hacia la Calzada de los Gigantes, uno de los principales atractivos turísticos de Irlanda. Es una formación geológica única compuesta por miles decolumnas de basalto que parecen haber sido talladas a mano. Las columnas están ubicadas en la costa y se extienden hacia el mar, creando un impresionante paisaje que parece sacado de un cuento de hadas. Pudimos caminar por las columnas y tomar fotografías, admirando la belleza natural de este lugar.

Llegamos ya por la noche a Londonderry, una ciudad amurallada en la costa norte de Irlanda. La ciudad tiene una larga y rica historia, y pudimos ver esto a través de sus hermosas murallas y edificios históricos. También visitamos el Museo de la Torre de la Guerra, que cuenta la historia de la ciudad durante los conflictos religiosos que sacudieron la región durante el siglo XX. Impresionantes, como en Belfast, los murales y las huellas del conflicto entre protestantes y católicos, que aquí se dejaron sentir con especial virulencia.

Después de Londonderry, nos dirigimos hacia el oeste de Irlanda para visitar Westport, una ciudad pintoresca ubicada en la costa del Atlántico, no sin antes parar en algunas zonas de esta parte del país llena de recuerdos de la tragedia de la Armada Invencible española, muchos de cuyos náufragos acabaron en estas playas, recibiendo en muchos casos duro castigo por parte de los lugareños, aunque también hubo quien les ayudó y acogió en sus hogares aún a riesgo de su propia vida. Westport es conocida por sus hermosos paisajes naturales, y pudimos disfrutar de una caminata por la costa y disfrutar del aire fresco del mar.

El séptimo día, visitamos Kylemore Abbey, un impresionante monasterio ubicado en medio de las montañas de Connemara, un lugar sin duda mágico e impresionante, con una fauna y flora y unos paisajes difíciles de olvidar. El monasterio fue construido en el siglo XIX y es uno de los monumentos más impresionantes de Irlanda. Pudimos caminar por los jardines y ver los hermosos paisajes naturales que rodean el monasterio.

En nuestro último día en Irlanda, visitamos Letterfrack, una pequeña ciudad en la costa oeste de Irlanda donde pasamos una noche en una casa en medio del campo con un cielo de los que quitan el hipo. La ciudad es conocida por su paisaje impresionante y sus oportunidades para practicar senderismo y actividades al aire libre.

Finalmente, llegamos a Galway, una ciudad universitaria en la costa oeste de Irlanda. Galway es conocida por su vibrante cultura y su animada escena musical. Pudimos disfrutar de una noche en uno de los muchos pubs de la ciudad, escuchando música en vivo y disfrutando de la cálida hospitalidad irlandesa. Y desde allí, de vuelta a Dublín al día siguiente.

En resumen, nuestro viaje de ocho días a Irlanda fue una experiencia única e inolvidable. Desde la historia fascinante y los monumentos impresionantes hasta los paisajes naturales y la vibrante cultura, cada lugar que visitamos tenía algo especial que ofrecer.