Lenguaje

¿Qué tiene que ver el lujo con cierta vegetación extravagante y hasta indeseable?

Este es un breve paseo por la etimología del término que encabeza esta sección y que, como tantos, ha visto modificado su significado con el paso del tiempo.

Diccionario de la lengua española
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En estas páginas nos encanta hablar de lujo. De aquello que nos gustaría disfrutar y que, en la inmensa mayoría de los casos, no podemos alcanzar. De eso que parece solo destinado para unos pocos y que el común de los mortales aspira a poder experimentar, aunque solo sea una vez en la vida. Pero, como pasa tantas veces en nuestra vida, no nos paramos a pensar de qué estamos hablando exactamente. Pues aquí van las siguientes líneas para recordarlo.

Aunque parezca ya sabido, ¿qué significa exactamente la palabra lujo? Y, sobre todo, ¿de dónde procede y cuánto ha cambiado desde su origen lingüístico? Lo primero, que nunca viene mal, es un paseo por el diccionario de la Real Academia España, fuente de toda sabiduría en estos asuntos. Su primera acepción, “abundancia en el adorno o en comodidades y objetos suntuosos”, ya empieza a dejar claros algunos aspectos, aunque la más concreta es la cuarta: “Elevada categoría, excelencia o exquisitez que posee algo por la calidad de las materias primas empleadas en su fabricación, sus altas prestaciones o servicios”.

Sin embargo, lo más conveniente es fijarse en el origen que la propia RAE define para la palabra lujo. Dice, literalmente, que proviene, como la inmensa mayoría del diccionario castellano, del latínluxus que, curiosamente nombraba “aquella vegetación que nacía espontánea, extravagante y como tal, indeseable por comprometer la cosecha”. Quizá poca relación con lo que ahora entendemos por lujo, ¿verdad?

En aquellos primeros tiempos, y según recoge Susy Inés Bello Knoll, doctora en Derecho por la Universidad de Salamanca en su estudio De la indiferencia a la especialidad, el lujo tenía que ver con la desmesura, con todo aquello que transgredía la justa medida. Ese concepto se fue perdiendo y resurgió en la Edad Media con un sentido ya más aproximado al actual, aunque hasta el siglo XVIII el lujo era un concepto relacionado con la moral y no fue hasta la explosión de la sociedad mercantil en el XIX cuando se comenzó a hablar del lujo como lo hacemos a día de hoy.

Pero ni siquiera en una cuestión como esta hay consenso. De hecho, otra versión apunta a una conjunción del griego loxos, que significa torcido y del latino luctari, del que procede el actual lucha. De esta posibilidad se podría extraer que el lujo tiene algo de desviación, en el sentido de que no es un camino recto y por eso mismo, por salirse de la línea establecida y buscar un recorrido alternativo, tienta a todo el mundo.