Madrid

Las lecciones que dejó el Windsor

El incendio que hace 15 años devastó una de las torres más representativas de la capital cambió la forma de actuar del Cuerpo de Bomberos ante catástrofes de este tipo

Ricardo Jiménez (derecha), jefe de Guardia en el momento del incendio del Windsor y en la actualidad supervisor de Guardia. Y José Antonio Gómez Milara, jefe de Grupo entonces y hoy suboficial de bomberos del Ayuntamiento de Madrid.
Ricardo Jiménez (derecha), jefe de Guardia en el momento del incendio del Windsor y en la actualidad supervisor de Guardia. Y José Antonio Gómez Milara, jefe de Grupo entonces y hoy suboficial de bomberos del Ayuntamiento de Madrid.© Gonzalo Pérez MataLa Razón

Por su espectacularidad, hay imágenes que se quedan grabadas para siempre en la memoria colectiva. En la de los madrileños aún está la de los más de cien metros de altura que alcanzaron las llamas cuando devoraron los cimientos del edificio Windsor, uno de los emblemas de una ciudad poco acostumbrada a mirar al cielo en busca del final de sus edificios. Hace hoy 15 años del 12 de febrero de 2005, una fecha que no olvidarán los que por aquel entonces formaban parte del Cuerpo de Bomberos del Ayuntamiento de Madrid. Uno de los que estuvo en la «zona cero» del mayor incendio registrado en la ciudad fue Ricardo Jiménez, que estos días recordaba con LA RAZÓN los pormenores de esa jornada para la historia.

«Fue un incendio de referencia por su desarrollo y su desenlace. Han pasado 15 años y todavía tengo flashes de ese día», afirma Jiménez, que aún es oficial de Bomberos. En aquel entonces tenía el cargo de jefe de Guardia y en la actualidad continúa haciendo labores de supervisión. Según su relato, todo empezó minutos después de las once de la noche con una llamada de un vigilante de seguridad de un establecimiento de la zona: había fuego en una de las plantas más elevadas de la torre. Era el principio de horas de adrenalina y esperanzas de salvar una estructura histórica.

El primer momento crítico llegó pronto y vino por la complejidad de la intervención: al tratarse de un edificio de altura los bomberos se vieron obligados a salvar una infinidad de obstáculos verticales hasta alcanzar el foco de las llamas. «Era crucial llegar lo antes posible», afirma Jiménez. Una vez allí, y con la estructura ya debilitada por la virulencia del siniestro, parte de los falsos techos se vinieron abajo, atrapando con ellos a parte de los efectivos que se encontraban ya en las plantas superiores.

En ese punto, nadie puso en entredicho cuál pasó a ser la prioridad absoluta: salvar las vidas humanas. La rápida respuesta hizo que, por fortuna, lo único que hubo que lamentar ese día (y las horas que siguieron hasta que se pudo dar por extinguido el incendio) fueron las millonarias pérdidas económicas. «Entre todos participamos en el rescate», afirma Jiménez.

2005: Un coloso de 32 plantas de hormigón y hierro

Hasta que quedó reducido a cenizas, el edificio Windsor se elevaba 106 metros sobre el suelo de la capital. Su construcción se dilató durante cuatro años, entre 1975 y 1979, y tras su inauguración fue durante casi una década la torre más alta del complejo AZCA, el distrito financiero de la capital. Lo fue hasta que se inauguró la Torre Picasso, que le ganó por 50 metros. En total, esta mole con estructura de hormigón y hierro firmada por los arquitectos Pedro Casariego, Manuel del Río y Genaro Alas albergó 32 plantas de oficinas propiedad de la familia Reizábal. La mayoría de ellas estaban ocupadas por la auditoría Deloitte. Hasta su destrucción, el Windsor era el «hogar» profesional de más de mil trabajadores.

Esto mismo hizo que hacia la una de la mañana y después de que se produjese un gran desprendimiento en la fachada norte, el responsable del Cuerpo de Bomberos ordenara la retirada de sus hombres del interior del edificio. El Windsor estaba pereciendo a merced del fuego. Entonces, sus esfuerzos se centraron en el exterior, donde aún hoy Ricardo Jiménez subraya que el trabajo era de suma importancia: había que evitar que las llamas llegasen a otros bloques colindantes. «Nos reorganizamos y repartimos el trabajo», dice.

Otro de los factores que más preocupó entonces era esquivar el peligro que suponía que por debajo del edificio pasase una arteria de gas natural, otro obstáculo que los equipos que trabajaron sobre el terreno también lograron evitar. Si el fuego le hubiera afectado, la tragedia habría sido mucho mayor. En esa labor participó una dotación de expertos en esa fuente de energía.

2020: La torre Titania, el sucesor con dos metros menos

Bajo la dirección de los arquitectos Pablo Muñoz y Pedro Vilata, la torre Titania se levantó en el lugar exacto en el que el Windsor sucumbió al fuego: en el número 65 de la calle Raimundo Fernández Villaverde, en el distrito de Tetuán. Su construcción comenzó a mediados de 2007 y se inauguró en octubre de 2011. Su fachada se consideró completa dos años más tarde. En la actualidad es el decimotercer rascacielos más alto de la capital con 104 metros de altura, dos menos que la torre que humeó durante 26 horas hace ahora 15 años. En las primeras siete de sus 22 plantas hay un centro comercial y en las once siguientes se encuentra la sede de la constructora EY. En ellas trabajan alrededor de 2.000 profesionales.

Tras 26 horas ardiendo, al día siguiente cuando ya estaba bien entrada la noche el incendio se dio por extinguido, aún siguieron muchos días de vigilancia extrema por parte de los Bomberos de la capital para evitar que alguno de los puntos calientes se reactivase. Además, en el proceso de enfriamiento también corrió serio peligro la estructura: el riesgo de colapso se disparó. Según los expertos, la clave para que las toneladas de hierro y hormigón no se vinieran abajo fue, precisamente, que la estructura estaba elaborada con este potente material adhesivo.

Antes y después del edificio Windsor, ahora torre Titania
Antes y después del edificio Windsor, ahora torre TitanialarazonReuters/ EFE

¿Qué pasaría hoy?

En este punto, la siguiente pregunta para el entonces jefe de Guardia estaba clara: ¿Cuál habría sido el desenlace si el incendio se hubiera producido hoy en día? La respuesta tiene matices, pero a juicio de Jiménez, si las condiciones fueran idénticas, el desenlace habría sido el mismo. Y lo sería a pesar de las múltiples lecciones que el Cuerpo de Bomberos se llevó del día en el que el humo pasó a formar parte del horizonte de Madrid.

Como afirma el propio Jiménez, entre otras cosas, se han desarrollado planes de intervención a seguir en el caso de que ocurran sucesos de este tipo en edificios en altura. Cuando ardió el Windsor, el incendio progresó de manera «sorprendente» tanto a las plantas superiores como a las inferiores. Parte de las últimas quedó derruida y el restante, reducido a hierros y escombros. Dentro de los planes del Cuerpo de Bomberos está contemplado un estudio detallado de los grandes rascacielos de la capital.

Asimismo, el edificio Windsor databa de la década de los 70, una época en la que el diseño de los edificios en cuanto a intervención en caso de incendio era distinto, un factor que resultó relevante por las dificultades que se encontraron los bomberos a la hora de acceder a la planta 21.

En cuanto a las causas del siniestro, las incógnitas siguen a la orden del día. La Justicia nunca llegó a señalar a un culpable y la única pista que salió a la luz fue que una empleada de Deloitte había estado fumando unas horas antes en el despacho en el que se originó el incendio. Sobre los fantasmas que algunos creyeron ver han corrido ríos de tinta.