Filomena

Años para reforestar los árboles perdidos del Retiro

El parque abre sus dos primeros accesos y para mediados de marzo espera poder tener operativo el 85% de su espacio

Los árboles son inmunes a los virus, pero infinitamente más vulnerables a las nevadas que nosotros. Y, entre todos ellos, tras el paso de Filomena hace ahora un mes, preocupaban –y preocupan– especialmente los de los grandes parques. Uno de ellos, El Retiro. «De sus 17.000 árboles, 11.000 han resultado afectados en diversa consideración. Y de esos 11.000, alrededor de 1.000 no los vamos a recuperar. Se han caído en su totalidad o van a tener que ser talados», afirma Borja Carabante, delegado del Área de Medio Ambiente y Movilidad. «Es una cifra más dura de lo que pensábamos. Nos ha sorprendido», añade.

LA RAZÓN ha accedido al interior del parque madrileño. Si bien desde este lunes se han abierto los dos primeros accesos –el de la Biblioteca Eugenio Trías-Casa de Fieras y el de Florida Park–, sus zonas de mayor afluencia no harán lo propio hasta el próximo 22 de febrero. Hablamos de los entornos de los jardines de Cecilio Rodríguez y de Herrero Palacios, el lago, el Huerto del Francés y la puerta de Hernani. También reabrirá el Paseo de Coches, principal arteria del parque.

Para el 15 de marzo, afirma Carabante, ya podría estar disponible para los usuarios entre el 80 y el 85% del parque. Ese 15% restante corresponde a la zona de la Plaza de Mariano de Cavia. «Es la zona donde más daño ha sufrido el arbolado y, por tanto, vamos a tardar más tiempo en revisarlo», dice el delegado.

Una de las áreas más afectadas ha sido la del pinar, en la entrada del Ángel Caído. El motivo es, precisamente, la vulnerabilidad de los pinos a temporales como el protagonizado por Filomena.

«Han sufrido en mayor medida los árboles con mucha hoja: los pinos, los cedros, los magnolios, los aligustres de Japón... Cuanto más grande es la copa, más posibilidades tienen de acumular nieve», señala Santiago Soria, subdirector general de Parques y Viveros del Ayuntamiento de Madrid.

El Ahuehuete, sin daños

El que ha sobrevivido «de manera sorprendente» ha sido el Ahuhuete, centenario, con una edad que es objeto de debate –entre los 200 y los 400 años, según distintos expertos–. Una especie que, ya de por sí, sorprende que haya sobrevivido tanto tiempo en Madrid, con un clima muy diferente al de su México natal. «Por su edad y porte, teníamos un terror absoluto. Pero al ser de hoja colgante y con los cimales muy verticales, no ha acumulado nieve y ha sufrido muy pocos daños, solo en ramas secundarias. Su disposición, además, es peligrosísima: una rama caída podría haber arrastrado a las demás. Al final, es una de las muchas desgracias que ha visto pasar este árbol... y siempre ha sobrevivido», apunta Soria. Así, junto con el de su edad, un misterio más que añadir a esta especie, lo que le convierte en el árbol más legendario de la capital

En cuanto a las pequeñas reaperturas de este lunes, Carabante explica que se han realizado en «dos accesos que se pueden separar del resto del parque, con plena seguridad». Se trata, por otro lado, de una línea de actuación que se lleva ejecutando durante estas últimas semanas «en todas las zonas verdes y parques de Madrid, que son alrededor de 3.000: se prioriza su orden teniendo en cuenta si tienen instalaciones deportivas o educativas». Así, las personas que acudan a la biblioteca –o los propietarios y trabajadores del Florida Park– se encontrarán la zona balizada. Un escenario, por otro lado, al que ya estamos acostumbrados, debido a que se toman esas mismas precauciones cuando se decreta la alerta naranja por temporal.

Curiosamente, el tiempo volvió a poner las cosas difíciles. En muy pocas horas, estos dos accesos fueron cerrados de nuevo, debido al protocolo por fuertes vientos, que alcanzaron una velocidad de 35 km/h.

Un «ataque agudo»

En palabras de Santiago Soria, el Retiro sería «como un enfermo, que ha sufrido un ataque agudísimo, pero que en ningún momento ha estado en peligro de muerte. Y está en franca recuperación». Con todo, Carabante señala que esos mil árboles suponen una «pérdida de masa forestal» importante. De ahí que el Ayuntamiento de Madrid planee un «planteamiento general» con vistas a afrontar episodios climáticos similares. «No se trata de plantar un árbol donde se ha caído otro. Tenemos que estudiar cuáles son las especies adecuadas, consultando siempre a los expertos. No tenemos prisa. Debemos aprovechar la oportunidad para plantearse si es más adecuado replantar especies originales o no... Hablamos de un calendario que abarcará meses. Y en el caso de la reforestación, posiblemente hablemos de años».

Éso es algo en lo que coinciden los responsables municipales de Medio Ambiente: sacar algo en claro del desastre ecológico que ha supuesto Filomena. «De todo se aprende. Y de Filomena tenemos que aprender. Aquella nevada no debe marcar el ritmo ni del Retiro ni de los otros parques, porque no es un evento que vaya a ocurrir siempre. Pero sí podremos estar mejor preparados para aguantar mejor una situación similar. Aunque hay desgracias inevitables, intentaremos que, la próxima vez, sean las menos posibles», afirma Soria.

No hay que olvidar, por otro lado, que estamos ante «un jardín histórico. No podemos hacer lo que queramos. Tiene que mantener esa condición, con unas leyes a las que indudablemente nos tenemos que someter». Y es que «los árboles son seres vivos que siempre están creciendo. Y, cada vez, van ocupando mayor volumen, salvo que las plagas, las enfermedades o las podas lo eviten. Pero sí es verdad que Filomena nos ha dejado una pérdida importante y ahora debemos emprender un estudio para recuperar la parte que hemos perdido».

Mientras, los trabajos para recuperar el arbolado de la capital no han finalizado. Carabante señala que en Madrid se han caído hasta la fecha 20.000 toneladas de ramas, «de las cuales 10.000 ya han sido recogidas». Unos restos, por cierto, cuyo destino será la planta de compostaje de Migas Calientes –con 200 años de historia en lo que respecta al tratamiento de residuos vegetales–, donde se triturarán y se convertirán en futuro abono para las zonas verdes y los parques de la capital. La naturaleza sigue su curso.