Alba Varela Lasheras es la actual propietaria de la Librería Mujeres en Madrid.

Los hombres no escriben sobre las mujeres

Alba Varela Lasheras, al frente de la primera librería especializada en autoras y feminismo del país, es periodista de formación y librera de corazón

Por las noches, cuando nadie las está mirando, las autoras de la mesa de novedades de la Librería Mujeres mantienen acalorados debates en la oscuridad y el silencio del local. Desde la experiencia que les otorga llevar más de 40 años soportando el peso de los títulos olvidados, las mismas estanterías con las que se inauguró el espacio en 1978 escuchan atentas los argumentos cruzados de las dos posturas que se enzarzan a diario en una guerra filosófica a la que están más que acostumbradas. Los versos de las poetas vivas y muertas ponen la nota romántica a la discusión, las viñetas del rincón reservado para la novela gráfica las pinceladas de color.

Todas juntas llenan el espacio de voces que al día siguiente no se escuchan, pero se presienten: «Sigo las huellas de mi madre al intentar que esta sea una librería de algunas feministas para todas las feministas y, por eso, trato de ponerme de perfil y tener todos los libros, porque esa ha sido siempre la vocación de la Librería Mujeres: unir todas las miradas en un mismo espacio para que la diversidad nos habite». Así de bonito resume Alba Varela Lasheras la esencia de la fue la primera librería especializada en feminismos del país. A un paso de la Plaza Mayor, hoy la Librería Mujeres sigue siendo mucho más que una tienda, como quien la regenta es mucho más que una librera.

Cuando una cooperativa de más de 200 mujeres entre las que se coló una joven y desconocida Manuela Carmena se lanzaron a abrir la Librería Mujeres en el número 17 de la calle San Cristóbal, Alba Varela Lasheras tenía apenas seis años y soñaba con ser veterinaria. Cuando su abuela Dolores Pérez López y su madre Elena Lasheras Pérez recogieron el testigo de estas pioneras y junto a su amiga y socia Ana Domínguez Loschi recuperaron el espacio en 1985, Alba Varela Lasheras era una adolescente más, rebelde con o sin causa, pero ajena a la lucha que libraban las mujeres de su familia vendiendo literatura prohibida. «Con una abuela y una madre tan lectoras, a mí no podían sino encantarme los libros, pero no fue hasta entrar en la universidad que experimenté el vuelco feminista», confiesa la librera, que continúa: «Me pasaba aquí las tardes buscando obras con las que hacer mis trabajos de clase hasta que, sin darme cuenta, me vi con las gafas moradas puestas, ¡y una vez las llevas, ya puedes querer quitártelas, que no hay manera!».

Alba Varela Lasheras dejó un trabajo en una organización internacional para convertirse en librera como su abuela y como su madre.
Alba Varela Lasheras dejó un trabajo en una organización internacional para convertirse en librera como su abuela y como su madre.Ruben MóndeloLa Razón

Desencantada con el Periodismo, esta joven en plena efervescencia intelectual decidió hacer un cambio de sentido sin saber que la espiral de giros en el camino la acabarían guiando al lugar del que nunca había salido: la Librería Mujeres. Después de cursar un posgrado en Información Internacional y Países del Sur y de desarrollar sus prácticas en una agencia de comunicación con perspectiva de género en México, Alba Varela Lasheras regresó a Madrid con la intención de replicar la idea: «Mi vuelta coincidió con el inicio de Internet, así que, como parte de un proyecto financiado por el Instituto de la Mujer, creé la primera página web de la Librería Mujeres, pasando todos los títulos a mano para construir su primer catálogo en línea», explica.

Y aunque después de aquellollegó a ser la directora de la Federación Estatal de Planificación Familiar (FEPF) y hasta vivió un año en Bruselas en otro vuelco profesional, desde hace algo menos de 20 años, esta mujer tiene claro que su sitio está en el hueco que cincelaron para ella su madre y su abuela: «Después de un año encerrada en una oficina dentro de la Euroburbuja me di cuenta de que no podía más, de que necesitaba volver a la librería y a sus mujeres, y de aquí ya no me muevo», asegura la que también ha heredado de sus antecesoras la editorial Horas y Horas.

Rodeada de nombres e historias que parece almacenar en su memoria como en una base de datos, Alba Valera Lasheras desmiente que los autores no sean bienvenidos en la Librería Mujeres, y remarca: «Este es un lugar de encuentro en el que caben los escritores, no en narrativa, pero sí en el apartado de ensayo, otra cosa distinta es que los hombres no escriban sobre las mujeres».

– ¿Sufrís violencia quienes trabajáis en la Librería Mujeres?

– Mi abuela y mi madre recibían llamadas amenazantes y, aunque entonces debía de ser mucho más habitual, esto sigue pasando. Llevamos un mes borrando pintadas con insultos de la puerta, porque, al parecer, como en los 70, seguimos siendo el enemigo para muchos.