El perfil
Mónica García, la anestesista “macarra” que no está dispuesta a dejarse apabullar por Iglesias
La candidata a la Puerta del Sol por Más Madrid no quiere apartarse para hacer “el trabajo sucio” a la izquierda en un “momento histórico”
Ha pasado más de un año haciendo oposición a Ayuso desde su escaño en Más Madrid en la Cámara de Vallecas y no está dispuesta a dejarse apabullar ni quedar oscurecida por el hiperliderazgo de Pablo Iglesias, pese a ser una candidata que muy pocos conocen y en la que ahora la opinión pública empieza a reparar. “He recorrido muchas calles y muchos pueblos de Madrid y llevo mucho tiempo trabajando en Madrid”, ha dicho hoy, por si alguien no lo sabía. Y otro detalle importante para rechazar ser una segundona en una hipotética candidatura de coalición con Iglesias que ya ha quedado descartada: Más Madrid barre en escaños a Unidas Podemos en la Asamblea de Madrid: 20 frente a 7.
Pero García ha querido agarrarse a la bandera del feminismo para abrirse hueco en la contienda electoral y defenderse del que fue su antiguo líder y marcar distancia de su “política de testosterona”, como ella misma dice. No quieres tutelas y, no sólo reclama, sino que exige su hueco político porque ella cree que se lo ha ganado por mucho que venga a disputar las elecciones a Ayuso el mismísimo Pablo Iglesias. “Las mujeres estamos cansadas de hacer el trabajo sucio para que en los momentos históricos nos pidan que nos apartemos. Hemos demostrado con creces que sabemos frenar a la ultraderecha sin necesidad de que nadie nos tutele”, ha dicho entre otros argumentos para rechazar una candidatura única.
García, de 47 años, médica anestesista del hospital Doce de Octubre de Madrid y madre de familia numerosa, pasó prácticamente desapercibida en la anterior legislatura en la Asamblea de Madrid como diputada, cuando entonces militaba en las filas de Podemos. Pero dio el salto a Más Madrid y lo hizo con tanto impulso que ahora está ya al frente de la dirección regional del partido de Errejón. Estaba llamada a tener un mayor protagonismo y visibilidad política. No sólo porque se ha convertido ya en una habitual de las tertulias y una voz autorizada en Más Madrid en materia sanitaria por su profesión ahora con la Covid, sino por que el supuesto gesto de “disparo” a la bancada popular de la Asamblea hace unos meses cuando hablaba el consejero de Hacienda, Javier Fernández Lasquetty, al que le profesa especial aversión, la puso en el foco informativo.
Tiene tirón y enganche en Más Madrid y cuentan en los círculos políticos que los mismos militantes del partido errejonista ya advirtieron al portavoz de Más Madrid en la Asamblea, Pablo Gómez Perpinyà, de que le estaba empezando a desplazar y a “comer la tostada”. De hecho, en el debate del Estado de la Región ambos se repartieron el tiempo del intervención correspondiente al grupo parlamentario.
Aunque hasta ahora no tenía un perfil alto en cuanto a visibilidad política, sí que tiene fama de hacer intervenciones broncas. Por eso, en los círculos políticos se la considera “la macarra de Más Madrid”. Algunos diputados aseguran que su principal defecto es que, aunque pueda defender unos argumentos cargados de razón, la pierden las formas hasta el punto de ser faltona, como se le reprochó al simular el disparo a la bancada popular por la que la que el Grupo Popular pidió que se la sancionara. Y eso que ella justificó su pulgar levantado que, en lugar de ser un dedo acusador aparentó ser una pistola, con el argumento de que tenía “artritis”.
Quien no es santo de su devoción es el consejero de Hacienda, Javier Fernández-Lasquetty, con quien se ha despachado a gusto en la Asamblea esta legislatura. Sus peores momentos los tuvieron cuando ella encabezaba las protestas de la Marea Blanca para evitar la privatización de la sanidad cuando Lasquetty estaba al frente de la Consejería de Sanidad. Ella fue precisamente la que alentó la protesta entre los sindicatos cuando se amplió la jornada a los empleados públicos de 35 a 37,5 horas.
Pero su perfil bronco en público, nada tiene que ver en el trato personal. “Es otra persona, es una mujer dulce y agradable”, cuentan. Ahora dice que está dispuesta a “poner alma, corazón y cerebro para curar Madrid” de un posible gobierno de la derecha.
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