Dominican

El precio de dejar la banda latina de “El Chamaquito”: 8 machetazos o 90 golpes

La Policía Nacional ha desmantelado un «coro» de los Dominican Don’t Play que pretendía hacer del corredor del Henares un «territorio negro» y obligaba a menores a delinquir

'Chamaquito', en el centro con sudadera blanca, en un vídeo difundido en redes sociales
'Chamaquito', en el centro con sudadera blanca, en un vídeo difundido en redes socialeslarazon

«El Chamaquito» tiene solo 23 años y era un experto en sembrar miedo en la zona del Henares. Llegó hace unos años a Torrejón de Ardoz pero se crio en la zona de Campamento, donde desde muy pequeño se integró en las bandas latinas que paraban por los parques del barrio. Fue al llegar a «Torre» cuando decidió «abrir franquicia» y fundar el «coro» de los Dominican Don’t Play (DDP) en la localidad. Contaba ya con una decena de antecedentes policiales y ahora ha sido detenido junto a otra decena de integrantes de su banda y otros 12 de sus acérrimos enemigos, los Trinitarios, en el marco de una operación de la Policía Nacional contra las bandas latinas, ahora llamadas «juveniles» porque la nacionalidad o ascendencia latina ha dejado de ser un requisito: ya puede entrar a formar parte cualquiera dispuesto a participar de las actividades delictivas y obedecer al líder.

Armas de la banda de "El Chamaquito"
Armas de la banda de "El Chamaquito"La RazónLARAZÓN

Como alertó la Fiscalía, el auge de estos grupos ha sido progresivo a lo largo de los últimos años. Tras el «boom» de 2007 –cuando los enfrentamientos entre Latin Kings y Ñetas impulsaron la creación de un grupo de investigación específico en la Brigada de Información–una década después parecían casi extinguidos y, desde el pasado mes de agosto, ha habido varios ataques (o «caídas», en su argot) entre ellos. Sin embargo, lo que hizo a los investigadores poner la lupa en este grupo concreto fue cuando tuvieron conocimiento de que los líderes de los DDP del capítulo de Torrejón habían ordenado a un grupo de menores que se trasladaran a Alcalá de Henares para castigar a un chaval que había abandonado la banda. Según sus «estatutos» se trata de una infracción muy grave y el castigo es, por tanto, proporcional.

Le estuvieron buscando varios días y finalmente le localizaron en un parque de Alcalá mientras paseaba con su novia, también menor de edad. Le amenazaron con un machete y le dieron a elegir el castigo por haber abandonado: ocho machetazos o 90 golpes por todo el cuerpo. El joven, como confesó más tarde a los agentes, eligió los golpes y le apartaron de su novia –a quien también amenazaron– para propinarle la brutal paliza. Hasta ese momento, el menor, al igual que el resto de miembros, se había sometido a una serie de normas que no soportó más.

15 euros semanales

Dos de estas reglas pasaban por la financiación del grupo. «Chamaquito», en la cúspide de la estructura piramidal, ordenaba a su número dos que recaudara 15 euros semanales a los integrantes del «capítulo»: la cuota obligatoria de permanencia en la banda. La captación de chavales, según fuentes policiales, se había incrementado y, en las semanas previas a la desarticulación del grupo, menores de Alcalá, Loeches, Mejorada, Azuqueca de Henares, Arganda, Coslada y San Fernando acudían puntuales a la entrega de la cuota. En caso de retraso en los pagos, había un apercibimiento delante del resto de la banda porque, además del dolor físico, con lo que jugaba «Chamaquito» era con las humillaciones públicas y «ejemplarizantes» como aviso a navegantes para quien quisiera desobedecer o salir del grupo.

El pago de los 60 euros mensuales no era la única forma de financiación del «coro». La dirección de banda obligaba a los menores a cometer robos con violencia y, de la venta de lo robado, el 60% de los beneficios iban para el líder y el 40% para el autor del robo. La modalidad delictiva variaba pero eran habituales los robos con violencia por la calle a chavales jóvenes: les exigían el móvil, el dinero que llevaran encima o alguna cadena o reloj, si llevaban. Luego revendían o empeñaban las joyas en los «Compro oro». También robaban patinetes eléctricos y bicis, según fuentes policiales, se habían estrenado en algún robo con fuerza a comercio e incluso menudeaban con droga, para lo que solían utilizar a mujeres muy jóvenes, de entre 13 y 17 años. En este sentido, los investigadores han detectado un repunte en la captación de mujeres.

Los secuaces de «Chamaquito», en definitiva, se afanaban en conseguir dinero mediante cualquier método no solo para cumplir con las directrices, sino porque cuanto más dinero entregaban a la dirección, antes ascendían y podían pasar a ordenar a otros más novatos. En el desarrollo de esta investigación, los agentes detectaron un castigo que se llevó a cabo contra dos de los menores más activos en estas labores delictivas. Los encargados de los DTC (sección de menores de los Dominican), considerados por los investigadores los más peligrosos y violentos, obligaron a dos menores a bajarse los pantalones para golpearles con un tablón de madera en los glúteos, dejándoles también lesiones notables.

«Bajar patria»

De hecho, para hacer aún más humillante los castigos, tenían incluso una especie de «comunity manager» o encargado de las redes sociales que publicitaba algunas de estas palizas a quienes se habían «portado mal» para incrementar su humillación al circular el vídeo por internet. Una importante cantidad de este tipo de grabaciones eran amenazas y coacciones como, según fuentes policiales, «bajar patria», como llamaban al hecho de obligar a miembros rivales a realizar determinados gestos con las manos que suponen un insulto para su propia banda.

Vídeos de hip-hop

Otra de las formas que tenían para captar a jóvenes de la zona era promocionando por redes sociales vídeos musicales. Muchos se dedicaban a rapear o hacer música «trap» y en algunas ocasiones pedían colaboración a los chavales de los pueblos aledaños para participar en este tipo de vídeos musicales. Era una forma de acercarse a ellos y que fuera germinando el sentimiento de pertenencia a un grupo para seducirles a entrar en la banda. Lo destacado de esta operación es que han detectado no solo a miembros menores con ascendencia latina sino un crisol de nacionalidades, pasando por chavales españoles de padres de Torrejón de toda la vida a jóvenes marroquíes o rumanos. Lo de menos es lo «latino», lo importante era que estén dispuestos a delinquir por la causa.

Armas de la banda de "El Chamaquito"
Armas de la banda de "El Chamaquito"La RazónLARAZÓN

El dinero recaudado se destinaba para el líder y para comprar armas: se abastecían de machetes de grandes dimensiones para sus «acciones», además de puñales, otro tipo de armas blancas y armas de fuego (simuladas o detonadoras que manipulaban para convertirlas en reales). Para ellos la Policía detectó dos chicas mayores de edad que prestaban su DNI en armerías para comprar machetes.

La importante operación, que ha permitido el desmantelamiento de estas bandas en la zona Este de la Comunidad, ha sido instruida por el Juzgado de Instrucción número 4 de Alcalá de Henares y desarrollada por las Brigadas Locales de Información de las comisarías de Alcalá y Torrejón con la colaboración de la Brigada Provincial de Información, muy pendiente de este fenómeno delictivo cada vez más extendido en la región. Desde la Jefatura de Policía y la Delegación del Gobierno trasladan la preocupación por el auge de estas bandas.

Armas entregadas por los propios padres

Una de las notas más llamativas de esta operación ha sido que fueron los propios padres de algunos menores captados quienes entregaron en comisaría las armas blancas que sus hijos guardaban en casa sin su conocimiento. Los progenitores de algunos de los detenidos se mostraron muy sorprendidos de que sus hijos formaran parte de una banda latina al no ser, siquiera, de origen latino. Otros, desgraciadamente, provienen de familias desestructuradas y no hay detrás una red de apoyo familiar que permita una reeducación del menor. Algunos los escondían en sus propios domicilios pero también es habitual que las oculten en los parques donde solían verse y donde sospechaban que podían ir a buscarles miembros de bandas rivales para alguna «caída» o enfrentamiento. También algunos vecinos que las han encontrado (entre unos setos o semienterradas) han llamado a la Policía para avisar del riesgo que suponía para el resto de los usuarios del parque donde juegan niños.