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El personaje

Javier, de Pecos: «No pienso competir con el reggeatón»

Madrileño del barrio de San Cristóbal de los Ángeles. Dice que nunca se fue, tiene repertorio musical en solitario, que antes de estar en la música “barnizaba puertas y me pagaban un duro” por ello y Dalí le llegó a comparar con un ángel de la Capilla Sixtina

Javier, de Los Pecos en la Plaza Mayor de Madrid CONNIE G. SANTOSLA RAZON

No ha vuelto porque asegura que «siempre he estado». Lleva 43 años en la música y dice que es de esos artistas que se deja ver «cuando tengo algo que ofrecer», aunque sus nuevos temas sufrieron el parón de la pandemia.

Su hermano Pedro, decidió bajarse del escenario para dedicarse a la producción musical, pero Javier, «el rubio» de Pecos, sigue porque a él le gusta estar en los escenarios, juntar a cuatro generaciones de fans y abrir su camerino para que el «háblame de ti», sea real.

Los primeros acordes musicales que le llevaron a formar parte del dúo «Los Pecos» los dio en un parque del madrileño barrio de San Cristóbal de los Ángeles. Eso de ser músico «lo veíamos super complicado porque no teníamos parientes, ni amigos ni nadie que se hubiera dedicado a ello», destaca.

Fue una vecina la que, tras escucharles, les apuntó a un programa que había en la radio para gente novel. «Sin contar con nosotros llamó y ahí comenzamos a grabar la primera canción que había escrito Pedro con 12 años que era la de “Esperanzas. Ahí se desbordó todo”.». ¿Y qué estaba haciendo cuando decidió eso de ponerse a cantar? «Barnizaba puertas, me pagaban a duro cada una y Pedro estaba estudiando».

Recuerda el consejo que entonces les dio su madre, que se había quedado viuda muy joven, con 28 años: «Lo único que nos dijo fue: “Tomároslo en serio, no me gustaría que fuerais luego un juguete roto y ahí se acabara vuestra carrera”. Tanto nos impactó, que somos afortunados, nos rodeamos de gente muy válida, que cuidó mucho de nuestra carrera. Jamás pensé que iba a estar hablando contigo y decirte llevo 43 años en esta profesión».

Musicalmente nacieron en 1977, en un Madrid en el que acababa de venir la democracia, compartiendo profesión junto a Miguel Bosé y Tequila. «Éramos muy jóvenes, íbamos con zapatillas, vaqueros rotos... en televisión nos censuraban mucho por ir así y teníamos que ponernos calzado adecuado, como decían. Los de nuestra edad se sentían identificados».

“Sigo aquí”

Ahora, en «Sigo aquí», una de sus canciones en solitario, reivindica su derecho a seguir en la música, «tan enamorado de su sueño, con la misma fe, resistiéndome al olvido». «Me he ganado el derecho a seguir aquí en mi profesión y no quiero que me den codazos para sacarme, estaré fuera cuando quiera y cuando la gente que me sigue lo decida». Considera que España trata «muy mal» a sus artistas, donde « la gente de a pie» es menos olvidadiza que muchos medios.

Dice que se siente ahora «muy bien» de voz y que si algún día ve su deterioro vocal o físico «no voy a ponerme a dar tumbos por los escenarios».

En sus inicios, confiesa que le hubiera gustado pedir la «capa de invisibilidad» de Harry Potter porque llegó incluso a perder amigos ya que no podían moverse por la calle, y los coches de alquiler no querían volver a trabajar con ellos porque las fans les arrancaban las matrículas o los retrovisores de recuerdo. Además, «descuidé muchas cosas que ya no se van a volver a repetir: He estado con gente muy importante y siento que descuidé tiempo de estar con mi madre, el tener en su época a una novia que perduráramos en el tiempo...»

Hasta Salvador Dalí les llamó porque quería conocerles; era fan de la canción «Esperanzas». «Los que iba a ser una tarde duró dos o tres días: Salimos mucho con él al teatro, hablamos de arte y me dijo un piropo que nunca olvidé: Me dijo que cada vez que oía mi voz y me veía le parecía un ángel de esos que su admirado Miguel Ángel pintó en la Capilla Sixtina». Javier dice que él no se sentía un ángel, «pero no se lo discutí». «Quiso pintarnos, pero teníamos que trabajar. Ahora es algo de lo que me arrepiento».

¿Y que sería una mentira para dos? «Me suena una canción que nos hizo José Luis Perales. Yo no concibo lo de mentir, ni para dos, ni para uno».

Dice que «no pienso» competir con el reggeatón y que «nunca denunciaría» por los piropos que le lanzan. Y ¿cuál es su «esperanza»? «Seguir trabajando y gustando a los que acudan a verme. ¡Ojala!»

Devoto de San Judas Tadeo

Cuando va por el centro, y visita la Plaza Mayor, trata de buscar antes a San Judas Tadeo en la iglesia de Santa Cruz. «Suelo ir a saludarle y decirle: «Tío, ¿cómo estás? Le he pedido alguna vez y me ha ayudado». «Soy de los que considera que no hay nada imposible. Creo que luchando se consiguen y si no, no eran para ti».