Gastronomía
La «Ruta de la Arepa» de Madrid: una conquista cultural
Cuarenta restaurantes de la capital se han unido para celebrar su particular homenaje al plato venezolano por excelencia
Las más tradicionales suelen ser de carne mechada, de perico –un revuelto de huevo con tomate, cebolla y pimiento morrón– o de pollo con aguacate, conocida como «reina pepiada». Pero las hay también innovadoras, con rellenos de lo más sorprendentes: desde la porchetta italiana hasta el cordero a baja temperatura. Y es que, realmente, no hay límites para la arepa: ese tradicional plato venezolano, similar al bocadillo, cuya aceptación en nuestro país no ha hecho nada más que crecer en los últimos años. Tanto es así, que Madrid inauguraba ayer su «Ruta de la Arepa», un recorrido al que se han unido cerca de 40 restaurantes de la capital para hacer su propio homenaje a este plato.
«La mayoría de los restaurantes que participan en esta sabrosa ruta son de origen venezolano, pero también están los que yo llamo ‘’los atrevidos’', que son aquellos que no tienen una arepa en carta pero se han animado a meterla por esta iniciativa, probando cosas nuevas», explica a LA RAZÓN Ernesto Lotitto, organizador de esta iniciativa nacida en 2017. Ejemplo de ello es el Mexita, un restaurante que fusiona Italia y México, o el Velázquez 17, el cual, tal como señala Lotitto, «es un sitio más sofisticado, pero el chef es venezolano y hace unas arepas también con cierta sofistificación». De hecho, dentro de la «Ruta de la arepa» hay restaurantes de todo tipo, desde los más gourmets hasta los que siguen el concepto de streetfood, para que haya diferencia de precios, de sabores y oportunidades de consumo. «Lo único esencial en la arepa es que la masa lleve sus tres ingredientes: agua, harina de maíz precocida y sal», apunta Lotitto.
La arepa ha ido calando en la gastronomía madrileña hasta tal punto de que, en menos de una década, ha pasado de ser una gran desconocida a un plato realmente habitual en muchos restaurantes. «Yo llegué a España en 2011 y apenas tenía un par de sitios para ir cuando me daba la morriña de mi país y me apetecía una arepa», recuerda el organizador. «Sin embargo, con los años vi como esos sitios se multiplicaban a la vez que se acentuaba la migración», añade, convencido de que la cultura venezolana se está convirtiendo en un fenómeno global sin precedentes. «En Madrid a día de hoy somos casi 100.000 venezolanos», afirma. «Ahí me di cuenta de que era necesario hacer algo como esta iniciativa, que nos una y nos afiance, porque se habla de una tendencia gastronómica, pero es también una tendencia cultural», explica. De hecho, Lotitto tiene muy claro que «cada vez que un venezolano pone un puesto de arepas, en este caso en Madrid, está difundiendo un pedacito de su cultura y su país». Pero no solo eso, sino que está «estableciendo un diálogo con el país que le ha acogido, permitiendo que esa cultura permee y se integre en la sociedad en la que está». Esto, con la arepa, es algo realmente sencillo. «Se puede mezclar con los ingredientes locales y la verdad es que a la mayoría de la gente le gusta», asegura. «Además es sin glúten, lo cual hace que cale muy bien en el público», asevera.
La «movida» gastronómica
Para Lotitto, el auge de la arepa ha coincidido con el posicionamiento de Madrid como capital gastronómica en los últimos años. «Madrid, receptiva como es, ha sabido combinar el hacerse cada vez más abierta y plural con conservar su esencia, porque también es una ciudad conservadora con su identidad», dice. Algo que, además, le parece que es «muy de valorar de Madrid que haya sabido conservar su tradición y su personalidad a la vez que capta cosas nuevas e innovadoras, como es, en este caso, la arepa y la cultura venezolana». Es, de hecho, casi una nueva «movida madrileña» a nivel gastronómico, que «tiene mucho que ver con lo buena, bonita y receptiva que es la ciudad».
Desde su experiencia, este venezolano reconoce que «la acogida en Madrid ha sido espectacular». «Yo siempre digo que Madrid te abraza y no te suelta, y no solo lo pienso yo. Lo piensa cualquiera que venga para acá, de otros sitios de España o de fuera», explica. Y es que la ciudad ya forma parte de su historia: «Me emociono mucho al hablar de Madrid, porque desde el primer día la consideré mi hogar. Vine por un año, a hacer un máster, y aquí estoy, con una esposa y un hijo».
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