Cuatro Vientos
Aviones con mucha historia sobrevuelan Madrid
Los 43 ejemplares de aviones históricos en vuelo de la Fundación Infante de Orleans, uno de los museos volantes más importante de Europa y del mundo occidental
Hace ya 38 años, la pasión por su profesión movió a un grupo de profesionales de la aviación a crear la Sección de aviones Históricos del Aeroclub José Luis Aresti. Una iniciativa, que se vio consolidada unos años después, en 1989 dando lugar a la Fundación Infante de Orleans (FIO), un museo de aviones históricos en vuelo que hoy alberga el Aeropuerto de Madrid-Cuatro Vientos. Estamos ante uno de los museos volantes más importante de Europa y del mundo occidental. Su extensa colección, formada en la actualidad por 43 ejemplares de 32 modelos diferentes, está considerada como la tercera colección europea en número de aviones históricos en vuelo.
Carlos Valle, Presidente de la Fundación Infante de Orleans, cuenta a LA RAZÓN cómo fueron sus inicios. «Nació como la idea de dar satisfacción a una necesidad de los profesionales y aficionados a la aviación a la aeronáutica en España que nos veíamos obligados a peregrinar fuera como a Reino Unido, Francia o Alemania», relata. Sin contar con Estados Unidos que es la meca de la aviación en general, y de la histórica, en particular. «En nuestro entorno, era en Inglaterra donde veíamos estas colecciones maravillosas, estas muestras de historia viva y resultaba tan fascinante la idea que no pudimos resistirnos a la tentación de intentarlo aquí», confiesa.
Imposible decidirse por uno, cada uno de los ejemplares han sido muy importantes y han jugado un papel relevante en la historia de la aviación española. Muchos de ellos son únicos. Los últimos que quedan en el mundo y en el caso de alguno, los únicos que han vuelto a volar y que pertenecen al periodo histórico importante en el que se centra esta colección: los años 30. Las razones históricas son evidentes, el estallido de la Guerra Civil Española y también por ser los años 20 y 30 la época fascinante de desarrollo de la aviación en el que tuvieron lugar los grandes «rides». Para el presidente de la Fundación, todos ellos son ejemplares bellísimos y comparten «ese gran poder de fascinación frente a los aficionados, por supuesto, pero también frente al público en general», asegura. Esto hace que cada primer domingo de mes, más de dos mil personas –al máximo aforo permitido- acudan hasta Cuatro Vientos para ver una breve demostración en vuelo y en la que se puede disfrutar de todos los ejemplares en su elemento natural. Así llevan haciéndolo desde hace 33 años.
Tirón de la hélice
Dario Pozo, Gerente de la FIO, sabe mucho de estas pues es uno de los máximos organizadores. «En estos días primero empezamos con una exhibición estática dónde los aviones están colocados en tierra, muy cerca del público, y vamos contando uno por uno su historia, sus anécdotas o los vuelos más importantes que se han hecho con ellos», relata. Después llega el momento de arranque de motores, el favorito de muchos espectadores, pues pueden ver cómo estos aviones se ponen en marcha al modo tradicional –dando un tirón de la hélice-. «Entre las 13:00 y 14:00 horas de la tarde, durante una hora es la exhibición en vuelo. Vuelan todos los aviones en solitario, en formación y normalmente cerramos con una exhibición acrobática con un avión moderno y en alguna ocasión, con alguno de la colección», termina Pozo.
Todos los integrantes de esta Fundación son voluntarios, y el equipo de pilotos que hacen volar estos aviones, también. Durante las exhibiciones y por supuesto, en los entrenamientos, estos lo hacen de forma totalmente anónima. Identificar siempre al avión y nunca al piloto, es la forma que tienen de dar a los aviones la importancia que se merecen. Esto hace que puedan tener a campeones de Europa o del mundo de acrobacia aérea, o a un piloto de la Patrulla Águila, haciendo volar estas joyas. «Lo importante es siempre el avión porque es lo que va a permanecer en el tiempo», sentencia Pozo.
El próximo 6 de marzo, podremos ver sobrevolando cielo de Madrid entre otros al, Polikárpov I-16, el avión personal del campeón de acrobacia José Luis Aresti. Dos aviones con los que se hicieron grandes vuelos en los años 30: el de Juan Ignacio Pombo, cuando voló desde Santander hasta Ciudad de México en 1935 o el de Fernando Rey Loring, desde Madrid hasta Filipinas en 1933. El último ejemplar de la Guerra Civil o el Dragon Rapide de Iberia que voló en las líneas aéreas de la República antes de la guerra, se usó cómo bombardeos durante y después de la guerra, se volvió a fundar Iberia con ellos.
También conocido como «Mosca» en el bando aerorepublicano y como «Rata» en el aeronacional, el Polikárpov I-16, es el único avión de combate con el que cuenta esta la colección. Fue el principal avión de caza del bando aéreo de la republica durante la Guerra Civil Española. Cuando estalló la guerra en 1936 era el avión de combate más avanzado del mundo: Monoplano, muy potente, muy rápido, superando los 400 kilómetros por hora -una velocidad de vértigo en la época- y con tren de aterrizaje retráctil.
Cuando entró en operación a partir de noviembre de 1936, durante muchos meses se hizo el amo del aire hasta que en el bando nacional empezaron a traer material más moderno de procedencia sobre todo alemana. Luce los colores del último avión –bandera republicana incluida- que pilotó José María Bravo durante la Guerra Civil. Este fue uno de los mayores ases del bando, sobrevivió a la guerra y consiguió llegar a la Unión Soviética dónde siguió volando. Cuando en 2005, la FIO, logró traer este avión a Madrid, el propio Bravo estuvo en Cuatro Vientos y pudo darse el gusto de montarse en él y hablar de las historias vividas en él.
Primera aviadora española
Como no podía ser de otra forma, esta colección cuenta también con el más antiguo que existe en España en estado de vuelo. Este es el De Havilland DH-60 Gipsy Moth o también como «Polilla Gitana». Un avión de escuela de entrenamiento y también se uso para grandes vuelos durante los años 20 y 30. Es un modelo de 1925 y en particular, este ejemplar es de 1928. Cuando el Real Aeroclub los empezó a traer a su escuela que estaba primero ubicada en Getafe y después, en Cuatro Vientos, en él volaron importantes pilotos.
Uno de ellos fue, María Bernaldo de Quirós Bustillo, la primera aviadora española. También fue utilizada por ambos bandos durante la Guerra Civil, tanto como avión de entrenamiento como para hacer misiones de reconocimiento aéreo. Es un avión que ha estado presente prácticamente en todo el mundo durante los últimos 80 años aunque cada vez en menor número. Y uno de los últimos que quedan, está en Cuatro Vientos.
Superficies de tela y de madera
Javier López,Jefe de Mantenimiento de la Fundación es el encargado de la revisión, restauración y reparación de estas joyas y que a cuenta gotas, van llegando. Un exhaustivo trabajo que además de tiempo, dedicación y mimo requiere mucha financiación para que estos aviones históricos sigan luciendo como lo hacían cuando fueron fabricados.
«Uno de los aviones que estamos reparando ahora es porque se ha desentelado. La superficie es de tela y madera, por lo que hemos tenido que comprobar todos los sistemas, sustituir la madera que está podrida y barnizar la que no, recuperarla, y volver a entelar con materiales un poco más modernos pero siguiendo las mismas técnicas que cuando su fabricación». Así consiguen que el avión quede en perfecto estado de vuelo, misma pintura y como lucía originalmente.
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